🟩Capitulo 3⬜

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Habían pasado ya tres semanas desde la llegada de Luigi, y finalmente era el día de la reunión, el Rey Boo esperaba que Luigi no llorara de agonía este día.

Lo miró y lo cargó con un solo brazo, al menos el peso de este no había cambiado nada en las tres semanas que llevaba ahí, se había asegurado de que mínimo tomara la fórmula rara que toman los bebés.

Pero aún le seguía causando demasiada confusión como este podía estar mirando alrededor y riendo y luego simplemente empezaba a llorar como si se fuera a morir sin razón aparente.

Era algo que nunca entendería de los niños humanos, mucho menos de los bebés, eran sus necesidades pero que forma más extraña y estresante de demostrarlas.

Mínimo, ya sabía que el llanto podía significar que el humanito estaba sucio del pañal, tenía hambre o dolor en la espalda debido a que aún no estaba del todo mejor de la columna.

Aunque últimamente había tenido que estar mucho con su forma más humana debido a que había tenido que estar cuidando más seguido del duende. El cual cada vez que lo veía no evitaba reír e intentar agarrar su pelo, siempre estiraba una manita lo máximo que podía sin sentir dolor con tal de intentar jugar con su cabello.

Al parecer el pequeño ya había conocido los límites de cuánto podía mover sus brazos con torpeza sin sentir dolor pero considerando como el daño en la columna afectaba, era muy posible que luego tuviera problemas con otras partes del cuerpo.

Supuso que tendría que estar más atento y preguntar a alguno de los otros Reyes Boo sobre algunos consejos para tener que tratar con la pequeña criatura ruidosa de la que se iba a tener que encargar junto a los Boos de la mansión desde que lo había traído.

No había noche en la que se arrepintiera pero ver a ese niño y recordar como casi estuvo a punto de morir considerando también el hecho de que posiblemente lo había dejado a su suerte en el bosque lo hacía tener que tragarse esos pensamientos, ahora era lo único que podía hacer que el niño sobreviviera.

Era la única criatura que podría proteger al mocoso si estuviera en peligro, desde el momento en el que lo agarró por primera vez, ya se había convertido en su figura de autoridad y en su protector, debía aceptar eso.

El Rey Boo salió de sus pensamientos al escuchar las voces de los otros Reyes y la risita de Luigi, al parecer ya había llegado a la sala de reunión desde hace rato y los demás Reyes al ver al pequeño demonio llorón no evitaron ponerse en sus formas más humanas igualmente para ver más de cerca al niño.

- ¡Ah!, Finalmente reaccionas Augusto - mencionó uno de los Reyes haciendo que los otros dos lo mirarán también.

- Si, Rey Eros, ya reaccioné - respondió el ahora llamado Rey Augusto que seguía con el pequeño Luigi en brazos el cual no podía evitar mirar a los demás reyes con curiosidad.

El Rey Eros era conocido como el Rey Boo de la isla delfino, siendo el rey que tenía un estilo de vida más relajado que todos los demás también siendo conocido por tener un gran amor hacia los juegos de azar.

Los otros dos eran el Rey Evaristo, el más alegre y bromista de los cuatro, y el Rey Gregorio, el más sabio de todos.

El Rey Evaristo era conocido principalmente por su amor a algunos juegos competitivos y cosas que tengan que ver con bromas y alegría, se le consideraba el Rey Boo más feliz de los cuatro Reyes.

El Rey Gregorio por su parte era conocido por su sabiduría y por lo aveces estricto que llegaba a ser, siendo considerado el Rey Boo más serio.

Y luego estaba él, El Rey Augusto conocido por ser el más distante de todos los Reyes Boo, también siendo conocido por su odio a los humanos. Lo que resultaba irónico siendo que tenía a un bebé humano en brazos en esos momentos.

El "príncipe" BooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora