(Cinco) Baz

14 1 0
                                    

-- Déjalo ir o te arranco la tráquea, Lamb.

-- ¡Baaaz~! Querido amigo, ¿viniste a ver la ejecución? ¿Con tus amigos? ¡Eso es genial!

Crucé miradas con Simon. Me estaba sonriendo ligeramente con esa expresión de "Oh, me sorprendiste, pero estoy bien".

-- Simon... mi amor... --las lágrimas se arremolinaron a mis ojos, él estaba ahí tan... Tan... Herido... Y no podía ayudarlo... Ni Bunce... No creí que la situación fuera tan mala, pero resultó ser peor que mala. Estaba... entrecerrando lento sus ojos, aferrándose a una pizca de consciencia, no queriendo dejar de luchar.

Penélope directamente lloró sin pudor. De sus ojos caían cataratas viendo a su amigo así.

-- Sus varitas... O gemas. Nada de magia por aquí. --Dijo Lamb, extendiendo una de sus manos mientras que la otra sostenía una daga en el cuello de mi novio. Un movimiento en falso y su cabeza rodaba a mis pies.

La saqué de mi brazo sin dudarlo, y Bunce sacó su gema de su sostén. Claro que íbamos a darlo. Vale más Simon que una estúpida varita o una gema familiar.

-- No sean idiotas. Penny, tú siempre piensas racionalmente. Baz, mete esa varita en tu brazo, déjala ahí. Estoy bien. No va a matarme, me necesita vivo. -- Shhh, Snow. No voy a matarte pero puedo hacerte una extracción de esas alas... sin anestesia. O la cola, mira que ya casi te la saco dos veces.

Simon rió. Rió como nadie nunca lo haría en una situación así. Atado, sangrando, con un cuchillo en su garganta. Rió y se presionó a sí mismo contra el filo, cortando superficialmente su piel por accidente. No hizo ni una sola mueca, ya debía estar adormecido por el dolor.

-- Sabes, Lamb. Me da risa. Siempre estuve al borde de la muerte y creía que no era una buena forma de morir, pero ahora... Me gusta, es heróico. Morir degollado no es un mal destino. Quiero decir, no me querrán en el laboratorio, en una clínica, en una veterinaria, en ningún lado. Porque fui asesinado. Y podría descansar fuera de la presión de la gente de cómo debería ser. Bueno, eso me gustaba hasta hace unos años, verdad, cuando ya no estaba esa presión. Hahaha...

Hasta Lamb lo miraba extrañado, y alejaba la daga de su cuello porque Simon se acercaba peligrosamente cada vez más y más. Creo que era el dolor el que lo curvaba. -- Perdí mi fe. En la magia. En la vida. Quiero decir, era todo, y ya nada. Pero... Pero la fe es importante, Lamb. Muy importante. Me lo dijo Margaret... anoche, creo.

Simon sólo reía. Era como ver una especie de locura pre-mortem donde no tienes nada que perder. Mis lágrimas no se contenían, era extrañamente extraño ver a Snow de esa forma, como si hubiera recuperado vida. No lo sé, no era algo fácil de describir.

-- Baz. Bebé. ¿Tú tienes fe en mí? Penny... ¿tienen fe en que puedo? --Pronunció, mirándome a los ojos. No veía una pizca de miedo, una pizca de duda. Sólo necesitaba una respuesta sincera.

Mi varita estaba en la punta de mis dedos, pero en la parte trasera de nuestras cabezas había un arma. Estábamos en jaque mate. No podría atacar antes de quedarme sin cabeza, hablo rápido pero no lo suficiente para ganarle a un disparo.

Yo tenía fe. En mi Simon, en mi Elegido. Por supuesto que sí, Merlín, tenía más fe en él que en mi mismo.

-- Sí. --Respondimos Bunce y yo al mismo tiempo. Shepard estaba silenciosamente siendo apuntado sin queja alguna.-- Sí, Simon. Confiamos en ti. Tenemos fe en ti.

Margaret se unió a las risas, ella aplaudiría si fuera posible. Por Aleister Crowley, parecía un maldito show. No entendíamos un carajo. Ella reía y repetía "gatito crecido" con una sonrisa, compartiendo a todos una esperanza.

-- Oh. Bueno, eso es genial. Digo, mi novio y mi mejor amiga tienen fe en mi, ¿qué más podría pedir? --Quitó con su mano la sangre de su boca. Maldito hijo de puta. Lo hizo otra vez.

Se había desatado en medio de su discurso, y ahora tenía la daga. Simon brillaba, mierda, juro que brillaba su piel cobriza mientras ahora era él quien apuntaba al cuello de Lamb con una mano, y con la otra le sacaba una especie de... chaleco. O algo así, que cubría su pecho. Ese es mi Simon. Intrépido, audaz, hermoso... Brillante.

-- Margaret me dijo... --me hablaba a mí. O al menos era a mí a quien miraba-- que el Mago era un dragón. Y los traicionó. Se fue con planes de aquí al mundo de los Magos, para gobernar. Es una pena que Shepard no lo haya conocido antes de que lo asesinara, sino lo habría visto.

-- Crowwwwley --sólo dije. Eso tenía sentido. Si Simon perdió todo lo que tenía con magia cuando derrotó al Humdrum (hasta la espada), ¿por qué no se iban sus alas? También era magia. Había modificado su cuerpo con magia, y se supone que al desaparecer se tendría que haber llevado la cola y las alas.

-- ¡Lo sabía! ¡Siempre supuse que eras un dragón, Simon! Aunque ahora luces como el demonio. --Shepard pronunció. Snow brillaba más, casi me encandilaba. Un aura se formaba a su alrededor, no sabía qué era.

Lamb hizo una mueca, y oí el seguro de las armas destrabarse. El hijo de perra iba a sacrificarse pero nos mataría a todos. Los hechizos no funcionaban, por alguna razón. Debimos gastarnos toda la puta magia queriendo venir más rápido.

-- ¡Gatito! Respira. Déjalo ir. --Dijo Margaret. ¿Habla de Lamb? ¿Quiere que Simon lo deje ir? Nos matarían igual, con o sin Lamb.

El ambiente era tenso. Duro, se podía palpar. Casi no podía respirar, se sentía igual a cuando el Humdrum nos atacaba.

Sientes que te sofoca, que te quema la nuca. No era el Humdrum, pero el suspenso era peor. Horripilante. Ninguno hacía un solo movimiento.

Vi a Simon cerrar los ojos, como rezando. Leí sus labios. Vamos Snow, tengo fe en ti, mi amor. Vamos Snow, hazlo.

No hay nadie en este mundo que lo merezca más que tú. No hay nadie en este mundo que sea como tú. Es tuyo. Hazlo. Recítalo.

Se detuvo. Dejó de mover sus labios, abrió sus ojos y me miró. Yo le asentí. Le dije en silencio "hazlo, amor". Creo que necesitaba eso. Toda su expresión se llenó de seguridad, y en mí no cabía la mínima posibilidad de que fallara. Volvió a empezar.

Nadie se movía. O tal vez sí, pero sólo lo veía a él. Recitando el conjuro para invocar su espada. La espada de los Magos.

"Por la justicia. Con coraje. En defensa del más débil. En honor de los poderosos. A través de la magia, la sabiduría y la bondad". Es tuya, Simon. Tengo fe en que lo es.

Simon brillaba. Como una supernova. Resplandecía a la luz del sol, despidiendo por los poros de su piel tanta luz como fuese posible. Como si algo se hubiese destrabado. Como si algo mágico estuviese naciendo.

Sus alas se soltaron de las cuerdas e hizo su mano libre un puño. La espada de los Magos estaba en su derecha.

Ojos de cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora