(Quince) Baz

10 0 0
                                    

Fue por su estallido de magia. Lo sé. Conozco a Snow mejor que lo que se conoce él mismo. 

Decidimos no molestarlo y dejarlo que lo asuma tranquilo.-- Yo les abro, Bunce.

Wellbelove y Brody estaban allí. Y tres aromáticas pizzas. 

Simon era el que no estaba allí. Le ofrecí una porción y no quiso. Él jamás se negó, por más depresivo que estuviera. Los demás siguieron comiendo, pero yo no pude (estaba tan sediento que mis colmillos salían violentamente cuando abría la boca para morder un poco, así que lo dejé). Simplemente me quedé ahí para Simon, sintiendo sus brazos fuertes apretando de más mi cintura. No importa.

Bunce consiguió seis ratas para mí, así que me levanté un corto tiempo de los brazos de Simon.-- Ya vengo. Voy a... beberme estas. --Asintió sin mirarme. Sus orbes celestes jamás se apartaron de la cerámica rota en el suelo, justo al lado de su pie.

No demoré mucho, incluso dejé a algunas sin disecar del todo. Aventé los cadáveres por el pequeño ventiluz del baño y me lavé los dientes antes de salir. Simon ahora no me dejaba acercarme; sus brazos abrazaban su pecho con los codos apoyados en sus piernas entreabiertas, con la espalda encorvada y sus ojos puestos en el hueco entre sus pies. Estaba hecho una especie de medio bollo. 

Simon lloraba en silencio. Todos lo miraban sin saber qué hacer con esas lágrimas que rodaban de sus mejillas de forma descontrolada y sin sonido, como si simplemente cayeran porque sí.

Me acerqué y lo sostuve por los hombros, obligándolo a mirarme. Él ni siquiera parecía haber notado que lloraba.-- ¿Qué soy, Baz?

Sólo dijo eso antes de que su rostro se arrugara, dejando salir un llanto ahogado, contenido. 

Pude sentir mi corazón romperse en mil pedazos. Quería absorber todo eso que llevaba adentro para que no sufra, para no escuchar esos alaridos. Todo ese dolor. 

-- ¿¡Qué demonios soy!? --Era lo único que repetía en mi oído entre dientes, forzando su garganta a abrirse. Sólo eso, y lo entendía todo.

Lo abracé, dejándolo que empape mi camisa floreada. No importa si es mi Gucci favorita. 

"¿Qué soy?" no tenía una mejor forma de expresarlo. Ni siquiera los filósofos platónicos podían explicarlo. "¿Qué soy?"... Simon era tanto "nada" a la vez que simplemente lo era todo. "¿Qué soy, si no soy huérfano pero jamás le pude decir a nadie papá o mamá?" "¿Qué soy, si no soy el bueno pero hice todo por salvar algo que no conocía, y no soy el malo porque ni siquiera sabía lo que hacía mal?" "¿Qué soy, si no soy un mago pero tengo magia?" "¿Qué soy, si tengo la salvación y la destrucción en mis manos de apenas once años?" "¿Qué soy si soy una pistola con la pólvora mojada?" "¿Soy útil o inútil?" "¿Soy el héroe o el villano de esta historia?" "¿Soy algo?" "¿Soy nada?" "¿Soy todo?" "En esa jodida profecía, ¿soy quien viene a salvarnos o a derrumbarnos?" "Yo sólo quería ser el hijo de un futbolista y una modelo que me tuvieron que dejar en esos orfanatos donde usábamos esos platos y cubiertos de plástico, pero ni siquiera a esa idea me pude aferrar"

Simon me abrazaba con fuerza. Sentía la magia y las palabras que él no lograba decir golpeteándome la cabeza. "¿Soy un monstruo?"

"¿Soy? ¿Soy algo siquiera, algo, lo que sea? ¿Algo que no cambie una vez que logro vivir con ello? Era un jodido mago, el jodido hijo de puta más poderoso sobre la puta Tierra. Pero sólo era poderoso por la magia que tomaba, entonces también era el maldito villano que acechaba las puertas. Era un estúpido huérfano que batía su pelota chillona de un lado a otro, que no sabía pronunciar y hablar bien porque en el orfanato todos lo evitaban tratándolo como la mierda, incluso cuando apenas tenía cuatro años, pero entonces ahora soy un hijo de magos, que mató a su padre y probablemente a su madre. Era un estúpido cobarde inservible con alas rojas de dragón que lo único que hacía era lograr que los demás se sintieran una basura, ahora soy eso y además
un puto dragón que tiene puta magia corriendo por sus venas, que hiela por dentro."

Sus uñas me lastimaban la piel. No importa. No moriré por daños físicos. 

Snow estaba abriéndose como jamás lo había hecho, aunque sea mostrándonos sus pensamientos. Snow estaba realmente sufriendo, y jamás había notado que llevaba tanto adentro.-- Eres el héroe de la historia, Simon. -- ¡No soy ningún puto héroe! ¡Ni siquiera tú te tragas esa mentira, Penélope! --Se separó de mí, parándose bajo la vista de todos, señalándose. Su rostro estaba desfigurado, lloraba y reía a la vez.-- Ninguno de ustedes estaría hablando conmigo de no ser que fui el jodido recipiente roto de la magia del Universo. Ni tú, Penny, ni Baz, ni Agatha, ni nadie. No hubiera sido el héroe de nada si no hubiera sido el villano primero, comiéndome la magia que a mis once años ni sabía que existía. Ni siquiera el Papá Noel que estuvo en la vida de todos quiso llegar a mi vida cuando no era nada. Y lo fui todo, y todo llegó a mí. Por supuesto, lo agradezco, pero ni ustedes ni ningún otro se hubiera acercado a mí sin la magia. No tengo un puto valor personal que no esté definido por "magia". No soy nadie si no tengo magia. No tengo nada si no soy magia.

Penélope a veces era muy simplista y creía siempre tener la razón, y esta vez mi Snow no se trabó en ninguna parte diciendo sus verdades. Esta vez estaba "usando sus palabras" como tantas veces le había dicho, pero todas eran denigrantes hacia él.

De repente volvían a mí esas cortas conversaciones entre peleas.

Siempre le pregunté por qué demonios salvar la magia que ni siquiera podía controlar bien. Él siempre me respondía "porque lo es todo, alguien como tú jamás lo entendería", o "porque conozco su valor más que cualquiera de todos ustedes, por eso la tengo que salvar". Siempre me pregunté qué significaba realmente eso mientras lo veía luchar contra sus pesadillas nocturnas, si realmente valía la pena. Ahora entiendo. Aunque es demasiado tarde.

Era demasiado tarde, porque él ya estaba lo suficientemente roto en cada aspecto de su vida que sus rodillas flaquearon. Snow nunca flaqueó. Snow nunca habló tanto sin trabarse. Snow omitía siempre la parte de hablar de su corazón. Era demasiado tarde, pero no estábamos en el final. Este no era el final. No iba a permitir que la historia termine así.

-- Simon. Ser o no ser no es la cuestión. Definitivamente no es la cuestión. --Sostuve sus brazos y lo alcé, haciendo que me mire. Sus ojos se veían apagados.-- Eres... Como el verbo "to be". A veces eres, a veces estás. Tu pasado cambia respecto a tu futuro, y tu presente determina muchas cosas. Siempre eres algo, por eso existes, por eso estás aquí. Porque fuiste. No importa si el bueno o el malo, nadie es completamente bueno o completamente malo en su vida. Importa que sigues aquí. A pesar de toda esa mierda en la que te quisieron sepultar. Eres un niño. Un niño lastimado. Eso eres. Eres el sol, y siempre chocaré contra ti, y sé que hubiera sucedido lo mismo si no tenías algún tipo de magia en ti. En este plano nos unió la magia, pero en otro nos hubiera unido, uhm, no lo sé, tal vez un Starbucks. Simon. No eres un monstruo. 

Sólo me miraba como si fuera lo único en su mundo que tuviera sentido, o como si fuera un políglota estúpido. Eso, Snow. Sigue mirándome así, sigue manteniéndote aquí.

Sigue mirándome como si fuera lo único quieto en tu mundo flotante.

Sigue mirándome como si no entendieras una sola palabra de lo que digo, sigue dejándome estar frente a tus ojos cuando el mundo arde.-- Eres el amor de mi vida. Y eso ninguna varita, ni alas de dragón, ni nadie podrá cambiarlo. Eres la nieve de mi mundo caliente. No tienes que ser algo fijo. Tienes que ser tú.

Las alas de Simon se extendieron alrededor de nosotros. Seguían siendo huesudas y grotescas, pero ahora al rojo carmesí lo recorrían hilos dorados, como si estuviera cosiendo sus maldades y bondades.

Él seguía llorando con la cabeza caída, y yo seguía sosteniéndolo por los hombros, manteniéndolo firme.

Siempre estaré aquí para mantenerte firme, Simon Snow.

Siempre te sostendré cuando caigas.

Ojos de cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora