(Ocho) Baz

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"Vine con la esperanza de encontrar lo que era" dijo, y sentí que el alma se me caía a pedazos. Supongo que yo me sentiría igual si estuviera en su lugar, no puedo juzgarlo por sentirse así. Sin embargo, creí que lo había superado, que lo habíamos superado. "El Simon mago, el que era fuerte, el que era invencible"... Demonios. ¿No se considera invencible? ¿No se considera fuerte? Quería tomarlo de los brazos y sacudirlo tan fuerte hasta que su alma se saliera de su cuerpo y la metería en el mío, para que así viera todo lo que había hecho desde ese momento hacia atrás, como una grabación, una miniserie de su propia vida.

En primer lugar, la pelea en el bosque. Y cuando inmovilizó a Lamb (no mencionaré que cada vez que lo nombra en la conversación no dice Lamb, dice "tu amigo"). Todo. Todo lo que hizo hace un rato fue simplemente... de cómics. Típica escena de una revista que tiene a Los Vengadores ilustrada en veinte de sus páginas.

Su mirada estaba apagada cuando llegamos, sus ojos celestes estaban tan opacos como el cielo nocturno. Y luego... simplemente se llenó de vida. Se revitalizó con un último suspiro de consciencia. Tal vez activó el piloto automático de la máquina que Simon Snow "El Elegido" es, y actuó como tantas veces lo había visto Wellbelove. Por suerte acabó siendo lesbiana (o bi, o pan, o la banderita con la que se le antoje pasear en la Marcha del Orgullo, no es mi problema) y no decidió luchar por el amor de mi chico soñado. Qué problema hubiera sido ese.

Qué problema hubiera sido no poder ver como, con sólo una pizca de confianza en él, se dió vida a sí mismo. Está tan lleno de ella que no importa si pierde diez litros de sangre, pasa caminando por sobre brasas en medio de un tiroteo o si le cortan una extremidad, se las arregla para revivirse. Sólo tienes que estar ahí, con él. Apoyarlo. Confiar.

¿Cómo no voy a confiar en él? ¿Cómo no voy a confiar en mi novio roto, lastimado, traicionado, pero con un corazón tan puro y dorado como sus rizos? Demonios.

Nadie ha mencionado una palabra de lo que Simon hizo. Quiero decir, todos notamos lo lleno de magia que fue su ¡Quietito te ves más bonito!, y el dato más importante: la Espada de los Magos devuelta en su mano. Nadie lo trajo a la conversación, y parece que Snow lo olvidó. O tal vez no estaba consciente (si hubiese tenido la misma magia que tenía antes, en ese punto ya hubiese explotado la montaña por completo) del impacto que había generado en el ambiente, también. Puedo jurar que hasta la temperatura bajó unos grados y la boca se me humedeció (¿será del elemento agua?) (eso sería problemático, mi elemento es el de fuego) (no sería problemático, nos regularíamos el uno al otro, un equilibrio como lo hay en el yin yang) (tal vez cuando peleemos el ambiente se ponga caliente como el agua hirviendo... la solución a todos nuestros problemas será el sexo de reconciliación).

-- Eres un estúpido, Simon. Un verdadero idiota. --Murmuré, tomándome un tiempo para controlar los colmillos antes de darle un mordisco al sándwich. Lo vi beber la cerveza y acepté tomar la otra mitad con tal de que no se emborrache por beber todo de una vez; aplasté la lata vacía y la dejé por alguna parte en la cajuela.

-- Snow. Recuerda lo que le dijo IronMan a SpiderMan, el de la película que vimos el sábado. --Dije luego de tragarme el último bocado. A Simon le encantaba ver películas los sábados, acurrucados en el sillón (comprado con el dinero del Mago), tapados con la vieja manta a rayas que trajimos de Ikea (también comprada con el dinero del Mago), comiendo helado o simplemente besándonos.-- "Si no puedes ser un héroe sin el traje, entonces quizás no lo merezcas". Y tú, amor, eres un jodido héroe con o sin la capa de Robin Hood del Hechicero sobre tu espalda. Nadie más que tú merece ser llamado "invencible" o "poderoso", eres claramente la definición de esas palabras. Porque lo eras cuando toda la magia del mundo te pertenecía, y aún lo sigues siendo cuando la única magia que te queda, en este momento, son tus alas y tu cola. Simon, eres invencible, mi héroe.

Aproveché que seguía sobre sus piernas y lo abracé con delicadeza, tratando de unir las piezas que componen el rompecabezas de Simon Snow y pegarlas dulcemente con un pegamento especial (mucha gente hace pociones y lo roba, lo nuestro es puro y sincero, sin trucos ni magia); amor. Lo acaricié con ternura, como el Principito acaricia los pétalos de su rosa. Mi pequeño capullo de rosa, tan frágil y herido, tan sensible que sus ojos llenos de vida lagrimeaban, dejando caer pequeñas gotitas de agua que mojaban sus mejillas rosadas.

-- Yo no... Yo... --Sorbió su nariz, y supe que en ese momento era donde debía estar, simplemente estar, apoyarlo, abrazarlo y consolarlo-- Yo no sé como no tener miedo de que me dejes.

Lo sentí como un dejà vú, golpeándome el recuerdo de cuando dijo eso. Mi dulce héroe, tan estúpido. Jamás podría dejarlo. Y si él envejece y yo no, lo voy a convertir para que viva eternamente a mi lado. Aunque Nicodemus dijo que no había eternidad bebiendo ratas, ovejas, o cualquier otro animal. Y tiene sentido. Así que seguro envejecemos y morimos al mismo tiempo. Si no es así yo mismo me estaqueo el jodido corazón.

-- Simon, amor. Ya lo mencioné pero lo repetiré... --Mis pulgares acariciaron sus mejillas, tocando ligeramente sus pestañas-- Sabes que esto que hay entre nosotros empezó hace mucho tiempo, incluso antes de que me besaras. Demonios, empezó en algún momento de nuestro segundo año, cuando te golpeaba para sentir tu piel pero te veía dormir por las noches, cuando te arropaba y cerraba las ventanas si te veía con frío, cuando te acariciaba el cabello y tarareaba una suave canción mientras tenías pesadillas. Simon, estás metido en mí y no puedo sacarte de aquí, de mi corazón. No puedo dedicarte mis latidos porque técnicamente estoy muerto, pero sí puedo dedicarte cada segundo de mi vida gris para que la pintes con tus celestes, dorados y cobrizos. Snow, no eres algo que pueda abandonar, no estamos hechos de partes que se puedan separar. Ya no. El Crisol nos unió para todas nuestras vidas, así que deja de pensar que podría dejarte. Eso no pasará ni cuando el sol se apague. Te amo con mi vida entera, con cada sonrisa que mis labios puedan hacer. Te amo por lo que eres, por lo que fuiste y por lo que serás mañana. Te amo por el remolino de emociones que me haces sentir con sólo saber que existes, con sólo saber que somos tú y yo contra el mundo. Tu y yo. Yo y tú. Nosotros. Y si en algún momento nuestros caminos nos separan, recuerda que el mundo es redondo y aunque tarde, nuestros destinos nos volverán a cruzar. ¡Incluso si nos quieren separados el camino, el destino, Dios, el Diablo, los magos, los Normales, los unicornios, los vampiros, incluso si me quieren lejos de ti, recorreré cada estrella y le preguntaré a cada flor donde estás hasta encontrarte! No voy a abandonarte. Jamás, Simon. Eres mi vida.

Juntó nuestras frentes. Él estaba frío, tan frío como yo. Y sus lágrimas golpeando suavemente mis mejillas eran como copos de nieve posándose sobre ellas. Estuvimos así por un rato, con nuestras frentes juntas, él llorando en silencio, yo abrazándolo sin decir nada; hasta que llegamos al hotel.

Ayudé a Lamb a bajar en lo que Penélope y Shepard iban a pagar por una habitación con tres camas; Simon me veía ayudarlo con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Lamb se acercó a mi oído y sólo dijo "a partir de los cinco segundos que tus colmillos están en el cuello del otro empiezas a convertirlo. Si te separas antes de los cinco segundos puedes beber sin convertirlo".

Lo separé de mí, enojado por lo que me había dicho, aunque era un buen dato. Me sonrió y empezó a caminar, pasando por el lado de Simon con una sonrisa socarrona. Estiró su mano y tocó su mejilla, aunque mi Snow le dió un manotazo.

-- Tu amigo es insoportable, Baz. Voy a clavarle una puta estaca después de arrancarle los dientes.

-- Snow, no es mi amigo. -- Malas noticias. --Dijo Shepard, acercándose. Bunce había ido tras Lamb, en la habitación.-- Sólo conseguimos una habitación con dos camas.

-- No importa. Yo voy a cuidarlos esta noche. Duerman ustedes. --Dijo Simon, empezando a caminar, aunque se paró a medio camino y nos miró esperando a que entremos.

Demonios, maldito Snow celoso, lo amo demasiado.

Ojos de cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora