Amaia

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- Así que tus únicas novias han sido modelos, ¿pero a ti qué te pasa? 

- no sé, supongo que caía fácil 

- no tengo nada en contra de las modelos ni mucho menos - me siento a su lado en el sofá con una bolsa de palomitas, vamos a ver una peli en su casa como un sábado cualquiera. - pero tienes que entender que el hecho de que se repita el mismo patrón... 

- supongo, - se encoge de hombros - tampoco durábamos más de tres meses 

- wow campeón, pero qué clase de relaciones has tenido 

- sinceramente nunca me interesó del todo, era bastante granuja y me gustaba algo de una noche, nunca presté real importancia a mis relaciones como tal, además, como ya te dije por trabajo estaba semanas fuera de casa.

- wow, ¿o sea que mr sexy bomberman era un picaflor? - pregunto con picardía. - te gustaba el mambo

- bastante la verdad, me gustaba pasarlo bien supongo 

Río mientras como las palomitas en su sofá.

- no me arrepiento, pero eso ha hecho que esté cómo estoy, con treinta seis años y soltero 

- bueno, eso no tiene nada de malo, yo tengo 35 y estoy igual

- ¿tú también eras una granuja? - dijo con curiosidad. 

Río. 

- todo lo contrario, he follado en mi vida poquísimas veces 

- no me lo creo Amaia 

- te lo juro - digo riendo. 

- y una mierda 

- jurado 

- pero... 

- pero qué 

- cómo es posible que una chica tan guapa no haya disfrutado de sus años locos 

E-na-mo-ra-da.

No alucines Amaia.

- pues porque esta chica loca estaba completamente enamorada de un tarado mental que me estuvo mareando años y años... - esto último me dejó una sensación triste. 

Rafa endureció su expresión. 

- qué significa eso

Suspiro.

¿estoy preparada para contarle mi vida a alguien que apenas conozco? 

¿me juzgará? 

¿pensará que soy idiota? 

Le miro, su expresión es sincera y algo ruda, protectora. 

Relajo mi expresión. 

Es extraño, he conocido a mucha gente desde que me mudé, pero nada se compara a lo cómoda que me siento con Rafa. 

Es como que puedo ser realmente yo. 

Y como hemos dicho, somos amigos. 

Los amigos están para las buenas y las malas. 

Me dispongo a contarle mi no-romántica historia con el que suponía que era el amor de mi vida. 

Al terminar, Rafa miraba serio, con una expresión molesta. 

- vaya gilipollas - suelta.

- ¿él o yo? - digo yo.

- Amaia - me mira serio como si me riñera por lo que he dicho. 

La profesora nueva se enamora del directorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora