Rafael

2.2K 169 42
                                    


Sí, he caído como un completo condenado en las garras de un chiflada. 

Febrero. 

Amaia y yo no hemos seguido conociendo y siendo... amigos. *suspiro interno* 

¿Soy un jodido cabrón porque me atraiga sexualmente la loca de matemáticas? 

¿Soy un cabrón porque quiera meterme entre sus sábanas y hacerla mía? 

Supongo que sí. 

Aunque ella dejó muy claro que no iba a pasar. 

Pensándolo más sereno, tiene razón, liarse conmigo solo traería incomodidad a nuestra relación de amistad como laboral. 

Al fin y al cabo, trabajamos juntos y encima, soy su superior. 

Menos mal que no pasó... supongo. *suspiro interno* 

Y aunque sea sorprendente, el seguir conociéndola, ver que cada vez está más loca, reírme de sus idas de olla, que siempre me sorprenda para bien y ver lo implicada que está en su trabajo solo ha logrado que mis ganas que le tengo sean cada vez más y más. 

Es única. 

Diferente. 

Especial. 

A su manera. 

Y me gusta. 

Creo que me gusta mucho. 

Salimos a caminar y poco a poco está intentando entrar en el mundo del running, creo que lo hace por mí. 

También quedamos para cenar a menudo, siempre está dispuesta a comer lo que preparo y su sonrisa que me indica que está delicioso alimenta mi alma. 

En la hora del comedor comemos juntos atrás del colegio, nosotros dos solos, apartados del mundo. 

Cuando nos vemos en el pasillo nos saludamos y por supuesto, sigo molestándola por megáfono llamándola a mi despacho y haciéndola esperar en los bancos. 

Los fines de semana quedamos para lo que sea, jugar al padel, tomar un café, ver una peli, corregir exámenes juntos... 

Admito que el hecho de que su horario de juntas y horas extras coincida con el mío es algo que le pedí en petit comité a Agatha, la secretaria que hace los horarios. 

No sé, me divierto con Amaia y quiero ver hasta donde llega esta relación que tenemos. 

Puedo ser muy gruñón o me molesto cuando estoy estresado, sin embargo, ella no se lo come, me echa en cara lo gilipollas que he sido y me riñe por ello. *sonrisa tontorrona interna* 

Me hace ser mejor. 

Y aquí estoy, como un completo idiota enamorado que, de entre un montón de madres coquetas e interesadas disfrazadas de algo sexy por carnaval, yo estoy mirando embobado a la profesora que ha venido de banana gigante sin vergüenza alguna. 

Ella junto con sus frutitas, sus alumnos. 

Suspiro incapaz de despegar mis ojos de ella. 

- Rafa, no has dicho nada de mi disfraz... - me dice una madre con vocesita estúpida y presumida.

Parpadeo regresando a la realidad. 

La miro por un segundo. 

Puf, cómo se le ocurre venir de enfermera sexy a un colegio y con el frío que hace en febrero. 

Puede que hace varios años me hubiese captado del todo. 

Como ya le dije a Amaia, fue un jodido granuja, picaflor, mujeriego, fuckboy o como se quiera decir. 

La profesora nueva se enamora del directorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora