Rafael

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Llegó el día que todo profesor, excepto Amaia, espera desde el inicio de clases. 

Fin de curso. 

Vacaciones de verano. 

Libertad. 

El colegio organizó la mejor fiesta de agua que se pudo hacer. 

Todos nos volcamos en que sea perfecta para los alumnos. 

Y fue todo un éxito. 

Después de hacerle el amor a mi mujer (no, no estamos casados aún, pero yo la considero mía) en los baños de profesores aprovechando que la fiesta estaba en auge y todos estaban afuera divirtiéndose, salimos cogidos de la mano al patio donde todos los críos empezaron a lanzarnos globos de agua y chorros de sus pistolas mientras reían a carcajadas. 

Yo como no, protejo a Amaia con mi cuerpo acabando completamente empapado. 

Amaia ríe a carcajadas. 

Los niños corren ansiosos de recibir amor de su profe favorita. 

Amaia coge en brazos a los que puede y sonríe a los demás dándoles todo el amor que tiene y más, para ellos.  

Les abraza, les hace reír, les escucha, juega con ellos, baila con ellos, les entiende, les cuida, les protege...

Ver a Amaia así hace que mi interior resuene ansioso por verla con un hijo nuestro. 

Sé que es jodidamente temprano para pensar en hijos. 

No llevamos ni tres meses. 

Pero ella desde antes estaba preparada para ser madre. 

¿Y yo por qué no?

Es por eso que estas últimas semanas me he informado sobre adopciones. 

En realidad, me he tirado horas y horas llamando pidiendo información, estudiando las diferentes leyes, los procesos, los costes y tiempos de espera, requisitos, condiciones... 

He contactado con más de trece centros de adopción de niños. 

La conclusión general es que se necesita que ser una pareja casada o tener más de dos años de relación formal. 

Yo no quiero esperar dos años. 

Ni para poder tener un hijo con Amaia ni para seguir siendo su novio y no su esposo. 

Por eso he decidido hacer una cosa. 

Aparece Diego, Hector y Josete. 

Los malotes del colegio y se acercan a Amaia. 

Cuando pasan por mi lado les meto una colleja a cada uno lanzándoles una mirada asesina. 

- ni se os ocurra cagarla - les digo en bajito. 

Los tres gamberros se ponen delante de Amaia, esta se sorprende. 

- hombre, pero si son mis mejores amigos de la sala de espera para el despacho del director - bromea ella. 

- hola profe... - dice Diego. - como socia oficial del club de malotes del colegio ya que es la persona más citada al despacho del director en lo que llevamos de año... 

Se oyen risas. 

Amaia sonríe divertida.

- nos han pedido leerte esto... - dice Hector sacando un folio que se pone a leer. 

Se empiezan a quitar el uno al otro la carta. 

Pongo los ojos en blanco. Ya empezamos... 

Hector se la queda y carraspea la garganta.

- Amaia, llegaste al cole en menos de tres meses y te has convertido en mi persona favorita y más importante... te... te... 

Ladeo la cabeza queriendo morirme.  

- te... te quiero tanto y no he pensado mejor forma de decirte esto que no sea con lo que tanto quieres tú, tus alumnos,

Los niños gritan de emoción. 

La cara de Amaia es de alucine. 

- no me aguanto más para pedirte q-que... q...  qu-que... 

No te trabes en esta parte por Dios. 

- arranca Hector - le digo amenazante. 

- no me aguanto más para pedirte que te cases conmigo 

Entonces Josele saca una cajita de cuero del bolsillo y se la da a Amaia como si de un caramelo se tratara.

Pongo los ojos en blanco, menuda idea la mía. 

Creí que sería una buena idea, además, estos granujas accedieron sin quejas al darles de recompensa no tenerles castigados el verano entero. 

Le cojo la cajita de sus manos y la abro dejando ver un anillo de casamiento. 

Todos y cada uno de los niños gritan enloquecidos por la emoción. 

Amaia abre los ojos sin poder creer nada. 

Sin embargo, yo no oigo ni presto atención a nada hasta que Amaia me dé una respuesta. 

La miro nervioso. 

Ella me mira incrédula. 

- Amaia... 

- ¿Es en serio? - me pregunta. 

Me acerco a ella y asiento emocionado y muerto de nervios. 

- por favor Amaia, hazme el más feliz 

Lágrimas corren por sus mejillas pero no deja de mirarme alucinada. 

Los niños siguen gritando y bailando. 

La miro ansioso por su respuesta. 

- Amai...

Ella se me lanza al cuello. 

- ¡SI, SI SIIII! ¡¡SIIIII!! 


La profesora nueva se enamora del directorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora