Amaia

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Es Domingo. 

Ha salido del sol. 

Huele a barbacoa. 

Y estoy delante de una puerta desconocida para mí.

Suspiro. 

Estoy muy nerviosa. 

Sostengo entre mis manos unos dulces de la pastelería del pueblo. 

La pastelera Carmen me ha caído muy bien. 

Rafa tenía razón, poco a poco estoy conociendo a todo el mundo. 

Son muy amables. 

Llevo puesto unos vaqueros cómodos pero bonitos, encima un jersey de lana calentito que empiezo a creer que me sobra por el buen sol que hace. 

Sí, es un día perfecto de barbacoa. 

Y es que a eso voy, Rafael me ha invitado a una barbacoa que ha organizado con sus amigos en su casa. 

Y yo como idiota voy y digo que sí. 

¿Por qué?

Una cosa es estar con Rafael a solas donde sorprendentemente estoy cómoda, pero con gente la cosa cambia. 

No soy la mejor relacionándome. 

Soy tímida. 

Prefiero estar callada a decir alguna chorrada de las mías donde alguien puede aprovechar para humillarme como ya me ha pasado... 

Jope, jope, jope... 

Suspiro de nuevo. 

Intento relajar mi tenso cuerpo. 

No funciona. 

Mierda, estoy muy nerviosa. 

¿y si salgo corriendo y pongo cualquier excusa? 

Resoplo. 

Eso quedaría fatal. 

Vamos Amaia, demuestra que tú vales. 

Tú vales. 

Una vez más vuelvo a resoplar derrotada. 

No, no. 

No puedo... 

Gente de mi edad... 

Ni siquiera sé quien va...

¿Serán muchos?

Se oyen risas y música animada. 

Mierda, son un montón. 

No me atrevo. 

Me giro para salir corriendo pero me topo con cuatro ángeles caídos del cielo. 

ah. 

Pero por Dios, cada uno es más guapo que el otro o qué me pasa. 

Altos, musculosos, con una espalda ancha y una sonrisa irresistible. 

No puedo. 

Mi cara tiene que ser un poema porque el que tengo más cerca sonríe divertido. 

- Hola, somos amigos de Rafa, ¿viene a la fiesta tú también? 

A tomar por culo mi plan de huída. 

Me quedo con la boca abierta incapaz de decir nada. 

Dios mío Amaia, por tu madre di algo. 

- esto... am... yo... - HABLA COÑO. - ¡sí! ¡vengo a la fiesta! - alzo mi bandeja de postres y por poco no se lo estampo en la cara. - ¡he traído postres! espero que nadie sea celiaco 

La profesora nueva se enamora del directorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora