Capítulo I.
15 de junio, 2005.
Alessia.—¿Quieres gomitas?
El sonido de su voz me reconforta, de alguna forma me baja de la nube en la que ando últimamente. Su voz no es nada del otro mundo, es dulce, no es ronca ni muy madura que digamos, pero para mí, está bien.
Y por supuesto, no le diría que no a su pregunta. Si se trata de dulces, allí estaré sin duda alguna. Tomé dos gomitas, una tenía la forma de un delfín, y otra, la forma de una estrella.
Le di las gracias y me comí las dos gomitas más rápido de lo que me hubiera gustado. Ahora quería otra.
— ¿Quieres otra?
Lo dijo como si me hubiera leído la mente, aunque creo que fue mi cara la que le dijo todo. Estábamos sentados en uno de los grandes ventanales de la escuela, el pasillo estaba repleto de gente que iba y venía. Unos corrían, otros caminaban en calma mientras platicaban, y había gente sola que caminaba de un lado a otro sin rumbo alguno. Tomé otra gomita y me permití disfrutarla de la mejor manera.
Observaba distante la buena actitud con la que tantos estudiantes veían pasar su vida, algunos la disfrutaban, otras personas, como yo por ejemplo, preferiríamos estar quietos, solos, contemplando todo aquello como si fuera ajeno a nosotros.
Sin embargo, mi soledad no duró para siempre, cuando conocí al solecito que está a mi lado, encontré con quien observar todo aquello sin hundirme en mis propios pensamientos.
Durante mucho tiempo mi vida estuvo centrada en intentar razonar todo con todo, me parecía tan raro el hecho de que todos vieran pasar sus vidas con tanta tranquilidad, me asustaba el hecho de pensar que solo yo se preocupara por eso.
Muchas veces me preocupaba ver cosas que no debería estar viendo .
Creo que debería hablarte un poco sobre mi, y como mi intención no es polarizar lo que fue y ha seguido siendo mi vida, seré sincera contigo.
Estuve mucho tiempo entre reja y reja, entre preocupación y preocupación debido a las cosas que pasaban por mi cabeza y ciertos acontecimientos que terminaron hundiendo casi por completo el concepto que yo tenía de "cordura". Sentía miedo de muchas cosas, me aterraba el hecho de que todo aquello que resonaba en mi cabeza se hiciera realidad, de que una noche dormiría y su voz me despertaría con el sonido de gritos y llantos de dolor, de que en algún momento dejaría de tener la cabeza pegada al cuello y que dejaría de respirar.
Creo que ahora sabes algo principal sobre mi, espero después pueda contarte algo mejor.
Es cierto que tengo muchos complejos, y la mayoría son conmigo misma, por ende, evito relacionarme con la gente, no quiero mezclarlos con eso, quiero que vivan sanos, sin tanta suciedad en su vida.
Y aún así, mis intentos de quedarme al margen de todo mientras planteaba una forma de salir de eso, sola, no funcionaron.
Mateo es esa clase de persona que, si no le hablas, se queda contigo, molestando, hasta que terminas hablándole.
Y era raro, porque en realidad el tampoco era muy sociable que digamos.
Tenía 11 años cuando lo conocí. El recuerdo de sus ojos observandome es tan hermoso y tan aterrador que me hace sentir viva.
Cuando encuentras a alguien igual a ti, tu vida cobra sentido y te invita a conocer sus caminos y a perderte en los vagos placeres del mundo. El día en el coincidí con él, supe que nunca me arrepentiría de haberle hablado.
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Quimeras De Amor Y Muerte
FantasyY ella vivía en una de esas burbujas, creadas para protegerse del exterior y su maldad. Pero ella olvidó que las burbujas se rompen y te dejan caer en el vacío. La niebla fue ese velo creado por los dioses para separar la luz de las tinieblas, huma...