XII. La pintura de un demonio.

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El impacto del cristal contra el suelo hizo estruendo en la silencio de la infinita habitación.

Ella sintió miedo. Sabía que nada relativamente normal constituía su alrededor, sin embargo, no podía evitar sentirse intranquila. En el silencio de la habitación y los cristales rotos esparcidos por el suelo hizo eco una risa siniestra, un sonido lleno de oscuridad y satisfacción, de embriaguez y de felicidad.

Era perturbador. El simple hecho de escucharlo resultaba perturbador.

— Lo he conseguido Ángeles... Al fin he conseguido que Alessia esté en la palma de mi mano.— el joven simuló tener un objeto sobre la misma aún sonriendo.

— Señor... — Ángeles habló con voz temblorosa. Temerosa de un cambio tan drástico.

— Finalmente mi más preciada ave ha decidido volar fuera de su jaula— agarró el alfil que había sobre el tablero y lo movió entre sus dedos— Y es el momento ideal para decidir si debo liberarla o cortar sus alas para siempre.

Con un soplido la ficha se convirtió en polvo sobre su mano.

— Ángeles — sus ojos oscuros miraron a la joven, quien se sobresaltó en su lugar— quiero que vengas conmigo.

El joven le sonrió dulcemente causando estragos en el corazón de la joven, consiguiendo reemplazar al miedo por la ansiedad de que finalmente tenía su atención.

Él era alguien muy especial para ella, había sido una luz en medio de la oscuridad de su vida, y desde entonces se había convertido en algo muy especial, alguien a quien nunca le jugaría una traición, y aunque sonara un tanto enfermizo, desde entonces su vida le pertenencia a él y sólo a él.

El joven la llevó a través de los pasillos y habitaciones de colores tenues, y finalmente la condujo a la sala principal, donde yacía todo aquello que había mantenido dormido por mucho tiempo.

— Ángeles ¿Alguna vez te has preguntado por qué los románticos escribían sobre la muerte?

La pregunta la dejo confundida por un momento, y titubeó al responderle.

— No, señor...

— El amor y la muerte son viejos amigos, Ángeles, tanto así que no hay persona que nunca se haya preocupado por vivir un amor a lo largo de su vida, porque no hay individuo que nunca se haya preguntado como quiere vivir su vida, sin saber que eso lo llevará a la muerte.

El joven caminó hacía la cortina que había al final del vasto salón, sus pasos resonaban en el silencio sepulcral.

— El mundo se compone del dar y el recibir Ángeles, la culpa, el rencor y la maldad son la esencia que todo ser humano carga consigo. Y así es como nacen los demonios, seres angelicales que han caído de las manos de la humanidad y se han roto con el impacto. Son seres que no tienen salvación, seres que están condenados a vivir sujetos a un destino porque no supieron vivir su primera vida y por consiguiente se condenaron a sí mismos.

La tela de la cortina era azul como el cielo nocturno, al rozar la tela con sus dedos la habitación cambió el color negro por tonalidades azules y grisáceas.

— Si el ser humano se preocupa por cómo vivir su vida nunca la vivirá, y se condenará a sí mismo. El mundo está lleno de demonios que viven por vivir y alimentar a quienes los manipulan y les dicen como vivir su vida. Y su mundo se basa en vivir y vivir hasta morir y convertirse en polvo.

De un tirón la cortina se desvaneció dejando consigo un pasillo oscuro que recordaba la arquitectura de una antigua iglesia. 

— Los demonios son el resultado de un corazón roto, en el mundo no nacen demonios, los demonios los crea la humanidad.

Quimeras De Amor Y Muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora