-Aiden-
Tal vez debería contarte algo sobre mi vida, pero la verdad no sabría por dónde empezar.
Nací en Rusia, pero también he vivido en Canadá, es por eso que conservo la doble nacionalidad. Mis padres se conocieron gracias al caos que sometía al mundo en ese entonces. Rusia es un país muy frio, pero me gustaba, desde luego, lo único que nunca me gustó fue vivir tan lejos de la civilización. Canadá fue agradable por muchas razones, era muy poco lo que me desagradaba. Hoy me lamento de no haber podido disfrutar por completo mi estadía en ambos países antes de que todo se modificara.
Cuando mis padres me ingresaron en el internado, olvidé por completo lo que el exterior llegó a significar para mí, los recuerdos que tengo son pocos, tal vez sea porque mi mente decidió bloquear todo lo que involucrara dolor. Desde hace tiempo son muy pocas las veces que he decaído, no se como sentirme respecto a eso ¿es bueno? Aun así, conservó algunos recuerdos con claridad. Uno de ellos involucrado al día antes de que mis padres decidieran ingresarme. Ese día me llevaron a muchos lugares para terminar de recoger todos los papeles necesarios para mi ingreso, no había lugar donde no se hablara de las noticias, no había lugar donde la gente no se reuniera alrededor de un televisor o teléfono con gestos de preocupación. A pesar de ser tan joven ya sabía lo que implicaban los explosivos y las guerras, y ese fue uno de los motivos que impulsó a mis padres a internarme. Pensaron que así estaría a salvo.
Que equivocados estaban.
La noticia mas sonada hablaba de zonas inhabitables alrededor del mundo y reorganización mundial junto con la contaminación, desde luego, del mapamundi ya no quedaba nada de lo que alguna vez estudié en la primaria.
Sus ojos me recordaban esos tiempos. Sus ojos brillaban con el odio y la incertidumbre de todas esas guerras y matanzas.
— Sabes mucho para ser tan joven, Aiden.
Fuera como fuese posible, tenía un acento muy marcado, estaba acostumbrado a escuchar voces así, y a ver rostros con rasgos similares a los de él cuando vivía en Rusia. Desde luego, no aprender a callarme me salió caro.
— Sal de aquí, cuervo.
La dureza de su tono me aturdió.
—Felicitaciones, Aiden— el hombre de cabellos rizados se levantó de su silla aplaudiendo— tienes al demonio más odioso para ti solo.
Y sin mediar más palabra se retiró, en ese momento temí de verdad por mi vida.
—Perfecto, finalmente podemos hablar.
Y sonrió, justo como aquel joven, con la diferencia de que su sonrisa se veía mucho más aterradora, los mismos rastros de sangre bajo sus colmillos, la inhumanidad de su presencia, todo en él me causaba escalofríos. Agradecí fuera un intervalo muy corto el que me haya permitido ver todo eso.
— Creo que ya sabes quien soy, y no voy a tener necesidad de presentarme, sin embargo, te lo volveré a preguntar: ¿Sabes quién soy?
Intenté pensar en que podía responderle, pasé mi lengua por mis labios resecos, sintiendo el sabor metálico, mire de nuevo al techo y decidí responderle de la forma más conveniente.
— No lo sé.
Tal vez no haya sido la opción más conveniente.
— No mientas. Así es como terminaras por perder la ultima pizca de humanidad que te queda.
Y me sonrió. El mal presentimiento hizo que la sangre se me congelara, moví mis dedos para sentir el movimiento y el calor en mis demás extremidades.
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Quimeras De Amor Y Muerte
FantasiY ella vivía en una de esas burbujas, creadas para protegerse del exterior y su maldad. Pero ella olvidó que las burbujas se rompen y te dejan caer en el vacío. La niebla fue ese velo creado por los dioses para separar la luz de las tinieblas, huma...