XIV. Las 4 tazas de café.

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De todos los escenarios que Ingrid imaginó en su cabeza,  en ninguno de ellos estuvo huir de un lobo con todos los tonos de azul y uñas moradas.

Los oídos le comenzaron a silbar cuando hubo obtenido velocidad, había olvidado por completo que tenía compañía. Por un momento, pudo ver a sus espaldas, en el reflejo de su mente, el lobo que la perseguía, el objetivo era ella, solo ella. Quiso dudar de si era cierto. Cuando escuchó el latir de un perro con rabia cerca de ella supo que era verdad. Sintió que palidecia a causa de haber sido capaz de ver y predecir eso.

El error de mirar atrás hizo que perdiera noción del camino que tenía en frente suyo y terminara por tropezarse y caer. Al cernirse sobre ella pudo ver que el pelaje azul del lobo brillaba en todas sus tonalidades, de índigo a celeste, de azul marino a azul grisáceo. Los colores del lobo le recordaron un lienzo de los muchos que nunca terminó cuando pintaba en su infancia, era escarchado, sus gamas eran azules y el resto era un recuerdo borroso en su cabeza.

La voz se quebró en sus cuerdas cuando estuvo por gritar, el lobo le olisqueo con cizaña, y pareció ser solo impresión de Ingrid que el lobo se rehusaba a morderla, los ojos le brillaron azul marino y se detuvo por un instante que terminó paralizando su vida para siempre.

Un disparo.

El lobo cantó adolorido antes de caer al suelo junto a ella, un hilo de sangre dorada con tintes rojizos proveniente de su cabeza manchó el suelo, su esencia se desvaneció en el viento, dejando consigo un aire congelado.

En la distancia pudo observar que sostenían un arma, sin necesidad de verlo mejor pudo distinguir de quien se trataba: Jarlen.

Minutos más tarde se acercó a ella. La capucha se había caído de su cabello. Desde allí podía verlo a la perfección.

De todas esas cosas que observó en su momento, lo desordenado de su cabello, la palidez de su rostro y la definición de sus rasgos, lo que más le sorprendió fue el vacío de sus ojos distraídos, lo notable de sus ojeras y las manchas de sangre que yacían bajo ellos. Le extendió una mano con expresión indiferente, ella la tomó unos segundos después y se levantó. Miró una vez más el cadáver del lobo que comenzaba a deshacerse, casi al instante se convirtió en escarcha azulada que el viento llevó consigo.

krasnaya. — murmuró al soltarla, ella giró su rostro en su dirección, centrando su visión en aquellos ojos distraidos sobre el polvo brillante.

Ingrid también quiso observarlo. Cuando giró nuevamente en dirección a él se encontró de frente con la inquietante mirada de sus ojos azules, mirada que no fue capaz de sostener,  de nuevo, y miró el suelo incómoda y frustrada consigo misma. Casi a un instante que parecía haberse transformado en minutos eternos notó una mano en frente suyo, con las intenciones del espectador en un museo.

Las intenciones de tocar las obras más delicadas.

Ingrid se sintió oprimida por su comportamiento inentendible. Jarlen se detuvo al notar su molestia, bajó el brazo y empezó a caminar sin decir nada. Adrián lps alcanzó a paso lento y calculado, y Ingrid tardó en entender un poco que era lo que transmitía aquel gesto de parte de Jarlen, era algo extraño, desconocido, bipolar de su parte tal vez.

Pero era el rastro de un misterio dulce y ambicioso, misterio que cualquier detective estaría encantado de investigar.

Ingrid apartó todo pensamiento similar de su mente e intentó concentrarse en el camino.

Cerca de la 2 de la mañana el atisbo de Ciudad Esmeralda comenzaba a notarse, Ingrid deseó llegar pronto, a pesar de que tenía el presentimiento de que al llegar la luz del sol comenzarían los problemas, y sintió de nuevo esa corriente extraña de emociones mezcladas sin digerir.

Quimeras De Amor Y Muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora