CAPIITULO 10

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PASO NUMERO 3: Decidimos poner nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de....

Alfredo

Esa semana me volví un poco más humano, me dedique a verla a diario, volví a pensar antes de hablar, a verla como antes, como lo que era. A dejar todas esas malditas ideas fuera de mi cabeza, no la perdería por mis malditas adicciones.

Ya había perdido la fe de mi familia, mi padre estaba esperando el momento exacto para recluirme, pero me mantenía en pie por ella. Porque el mundo entero podría caerse, todo se podría ir a la mierda pero nosotros seguiríamos de pie.

Mi primer evento complicado después de todo lo que sucedió fue la fiesta de año nuevo, a pesar de la clara negativa de los padres de Florence pasamos navidad solos, yo hice la cena, reímos como hacía mucho no lo hacíamos, y aunque seguía sin poder cumplir del todo, supe que estaba en el camino correcto.

Pero aquí estábamos, con todas esas luces, con toda esa gente, con esas mujeres hermosas, llenas de elegancia. Florence se veía hermosa, tenía un vestido de colores al cuerpo, con tacones enormes y su cabello en ondas revueltas.

Hubiera preferido un vestido más elegante, algo más sobrio, pero más de una persona alago su estilo, así que pude dejarlo pasar con ello. Me tomo de la mano mientras saludaba a todo el mundo, no se apartó de mí que moría por solo un trago.

Ella pidió que no viniéramos, pero quería demostrarles a mis padres que lo estaba logrando, lo hacía.

-Se ve bastante bien- mi primo sonreía arrogante mirando a mi prometida hablando con mi madre

-Lo sé, no me había convencido, pero ahora que la veo... está muy hermosa-

-Te gustan las cosas brillantes, eres como una ardilla- rio aun con los ojos puestos en ella

-¿Cómo va todo en la firma?-

-Tú ya sabes, casi imposible pero nos las arreglamos sin ti- se burló haciéndome sentir ese agujero en el estómago que siempre crecía cuando de él y yo se trataba.

Ezequiel era el único hijo del medio hermano de mi padre, siempre lucho de alguna manera u otra contra mí, todos, incluido él, estaba muy seguros de que la firma pasaría eventualmente a sus manos, pero no fue así. Mi padre quedo al frente conmigo de aprendiz.

Eso fue algo que sabíamos desde antes que entráramos a la universidad. Y no importo cuanto se esforzara, jamás pudo competir conmigo. Yo sabía perfectamente que él era mi despeñadero, siempre me arrojaba con él a la perdición. Pero a diferencia de mi persona, el jamás se lanzaba.

-Aun así siempre resalta entre la multitud- volvió a señalarla- nunca ha encajado, pero bueno, al menos sabrás que nunca te dejara tirado, tiene una vida asegurada contigo-

No pude decir nada, sabía que todo lo que decía era mentira, yo podía ver como la miraba, apenas entraba a cualquier lugar la seguía con hambre, pasaba momentos no tan discretos adorándola, estaba tan enamorado de ella como yo, pero no tenía el valor de admitirlo y así fue desde que éramos niños, aún recuerdo nuestro viaje de graduación. Salimos todos a beber a la playa, mis padres y mis tíos bebían en la terraza y nosotros disfrutábamos de la luna.

Perdí la cuenta de cuantas cervezas bebimos, pero aún recuerdo a Florence pidiéndome parar. La mente se me nublo, yo caminaba por ese pasillo a duras penas y los escuche. Él aun dice que fue la bebida, dijo que me veía como un hermano, que sería incapaz de hacerme algo así, y que también jamás se fijaría en ella.

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