CAPITULO 9

34 7 3
                                    

Quiebre

Bernardo

Tres días después de no dar señales de vida llego al trabajo. No era ella. Se parecía a ella, pero no era ella. Tenía un vestido de mezclilla con una térmica debajo, medias y unas conversa negras. Su cabello estaba peinado pulcro, y traía gafas.

Pensé en llamarla en ese momento pero preferí que fuera ella quien tuviera la decencia en decir algo. El memo de su ausencia me llego desde recursos humanos, así que no pude preguntar nada para no verme obvio, ella nunca faltaba, así que no había problemas para decirle lo contrario.

-Hola- entro a la oficina cuando el lugar se empezó a vaciar- me iré, no sé si tenga algún pendiente...-

- ¿Qué demonios te paso?- mi grito se escuchó por todo el lugar, las personas afuera se quedaron fríos y la vi ponerse nerviosa- ¡Todos fuera de aquí!- grite desde la puerta ocultándola en mi espalda sintiendo como su cuerpo temblaba, ¿Por qué temblaba?- ¿Quién te golpeo?- negó mordiendo su labio con la mirada más cansada que vi jamás- Florence...- enrede mis dedos entre su coleta y ella se desarmo en lagrimas

La levante abrazándola por la cintura intentando que ese dolor no me rompiera a mí también, ¿Qué había pasado? ¿Fue buena idea mantenerme lejos? ¿Lo fue?

-Florence...háblame... me estas matando- y sus manos se aferraron aún más a su cuello

-Me vas a odiar...-

-Yo jamás podria odiarte, ¿Qué te pasa?- continúe con ella en brazos sintiendo cuanto necesitaba que alguien la sostuviera-Florence-

-No digas mi nombre- me tomo por sorpresa- si lo dices se me parte el corazón-

El corazón... dijo que se le partía el corazón.

-Si no me dices que pasa no te puedo ayudar, yo... niña... yo...- se alejó lentamente de mí con ambos aun de pie a unos pasos de la entrada

-No podemos seguir viéndonos- y mi estómago se encogió con esas palabras tan determinantes

-¿Alguien nos vio y por eso te golpearon?- el coraje de saber eso posible me lleno el cuerpo

-No, yo...- miro hacia los lados- yo estoy comprometida. Nunca debí hacer eso. El golpe me lo dio un bastardo que se cree mejor que yo, pero yo le rompí la nariz- dijo ganadora- lo siento

-No estoy entendiendo, desapareces, llegas siendo un pedazo de celofán y me dices que no podemos vernos-

-Estuvo bien mientras duro-

-No, esto no fue suficiente- dije aferrándome a su cuerpo intentando que me miraba- por favor... solo un poco más- pero ella negó- un poco- levante su mandíbula con los dedos- Vamos...- dije apenas unos milímetros de sus labios sintiendo como su cuerpo se vencía.

La apreté más aun para tomar su boca, quizá alguien podría vernos pero no me importaba, a tientas cerré la puerta y la persiana sin dejar que ella lograra pensar. No sabía que sucedía, y sabía que tarde o temprano ella desistiría de mí, un mes le basto, un mes y no pudo más.

Tenía que ser prudente y soltarla, pero la ambición me agobio, ¿Cómo poder soltar aquello que te hace feliz? ¿Cómo abandonar el placer así como así?

La incline en mi escritorio con mi mano sobre su cabeza apresurada bajo sus medias dándome un hermoso paisaje de su culo al aire entre en ella apenas me libere. Se ahogó, se ahogó en cada embestida, su voz volvió a ser el ronroneo que conocía, ella volvió a ser mi.

Quería decírselo, decirle que aunque no lo notara, ella era mi, desde hace mucho ya era mi, lo era. Y mientras ese mundo afuero se cayera, detrás de cada puerta donde estuviéramos ambos no hacía falta nada.

SospechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora