Idilio
Bernardo
-Algo huele a mierda por aquí- Tefa señalo directo a donde Florence reia con Tony mientras revisaban su columna de la semana
-Báñate más seguido- dije evitando mirarla sintiendo un tenedorazo en mi costado
-Brilla, ella está dejando ciega a toda la oficina, ¿Qué paso?- me señalo
-¿Yo porque tendría que saberlo?- achico los ojos acusándome
-Porque no te has puesto un jodido traje a menos que sea necesario-
-Tengo la crisis de los cuarenta- dije en modo de broma alejándola de la verdad
-Bien no me digas nada, pero Rudy ya me lo ha contado-
-Ese Judas-
-Es mi esposo ¿Qué esperabas?-
-Más respeto por el secreto de su mejor amigo
-¿Sera tu secreto?-
-Creo que yo soy el suyo- gire mi silla para dejar de ver hacia donde estaba- estamos teniendo mucho sexo actualmente-
-¿Se queda en tu casa?- me miro sorprendida
-No... ella solo se levanta y se va, algunas veces lo hemos hecho aquí- señale mi escirtorio y ella levanto su tenedor asqueada
-Si me dices que les da por recorrer escritorios los voy a denunciar con salubridad- negué divertido- ¿Cuánto crees que dure?- levante las cejas bebiendo lo que quedaba de mi jugo- estas cosas siempre salen mal, solo disfrútalo un par de veces y déjala ir-
-¿Temes que la lastime?-
-Temo que te lastimes a ti mismo- me miro como lo hizo años atrás, me miro igual que cuando firme aquel maldito papel del cual aún intentaba dar marcha atrás, el que me lastimaba el alma.
-Creo que si dolería...- conteste para mí mismo.
La verdad era que estaba viviendo un sueño, el poder besarla cada vez que podía, me llenaba la vida de felicidad, ni si quiera necesitaba acostarme con ella, un beso travieso en el ascensor o entre la puerta y la salida... llevarla a la estación más cercana a su casa para que fingiera llegar en metro después de estar en mi cama.
Tomar su mano debajo del escritorio.
Tuve muchos amoríos de oficina, y en todos ellos me las cogía en el baño o en mi auto, en algún motel cerca de aquí, jamás las lleve a mi casa, nunca jugué deditos con ellas en el ascensor, tampoco me quedaba mirándolas como idiota despidiéndome desde mi oficina.
Ninguna me hizo feliz, no como ella.
Y eso era malo. Sabía que terminaría volviéndome ambicioso, y buscaría más y más, Tefa tenía razón, debía terminar con esto antes de que todo se saliera de control. Noviembre se terminaba aquí y quizá viajar por navidad ayudaría a la distancia. Ahora mismo había dejado de contar, ya no contaba... no tenía cabeza para contar cuando ella me sonriera mientras besaba su nariz después del sexo.
-Hola extraña- me detuve detrás de ella con las manos en sus caderas
-¿Qué haces aquí?- volteo con una sonrisa enorme
-Coincidencia- bese su mejilla discreto- ¿De compras?-
-Algo asi, solo estaba mirando novedades en la estantería, algo que me llamara-
-Creo que lees lo suficiente- tome uno de los libros que observaba- ¿Redacción?-
-Te sorprenderá que muchos de nosotros tengamos que continuar mejorando en esto llamado el arte de la palabra escrita- bromeo golpeándome con la solapa del manual en la nariz
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Sospecha
Roman d'amourLa distancia entre dos personas se prolonga según la bifurcación de sus caminos, algunos se mantienen juntos a pesar de la cantidad de salidas con las cuales se topan mientras continúan avanzando, otros simplemente se unen. El camino de Florence se...