CAPITULO 11

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PASO NUMERO 5: Admitimos la naturaleza de nuestras faltas.

Alfredo

Todo se estaba complicando, era mediado de enero y había pasado dos semanas de la mierda intentando que todo esto fuera realmente lo que planeaba ser. Después de la fiesta volvimos a casa, ella seguía sin querer dormir conmigo, pero yo insistí en quedarme en su departamento. 

Yo odiaba ese maldito lugar.

Y ahora mismo lo odiaba más que nada.

Ella se levantó y se fue a trabajar, todo estaba bien, yo ofrecí esperarla en casa, mi licencia llegaba hasta marzo, así que la mayor parte de mi trabajo lo hacía desde casa, nada más que responder algunos citatorios y cosas sin importancia.

Apenas se fue comencé a buscarlo. Lo busque en todos lados, no tenía nada fuera de lo normal, nada, hasta que llegue a su closet. En la parte más remota de su ropa ridícula, en una caja que olía a un perfume que no conocía, ahí estaba ese hombre. Una sudadera, una bufanda, un abrigo, y una nota a mano...

"Disculpa por romper..." él le dio los jodidos audífonos

Quería quemar esa maldita caja, quería romperle la cabeza, quería el nombre de ese infeliz.

¿Quién era?

¿Quién demonios era?

Por primera vez en años me volqué a su estúpida columna, y ahí lo encontré. La descripción de esa cafetería y la magia que daba a los amantes, el placer de compartir tus gustos, la decepción de ver como tu pareja había cambiado. Eso no era una estúpida columna, era un maldito diario.

Estaba fuera de mí, quería romperla en pedazos, hacerla sufrir, ¿Cómo era posible que me mintiera tan abiertamente? Si, la engañe, yo era el bastardo, pero esto... esto era amor, ella estaba jodidamente enamorada de él, y lo decía en cada puta letra.

Continúe revolviendo sus papeles, revisando su ordenador y las vi, las fotos de aniversario de hace más de un año, en esa fotografía estaba ese hombre sonriendo con Florence levantando las manos mientras festejaban...

Era su jefe... Florence se acostaba con su maldito jefe....

-¿Todo en orden?-

-Sácame de aquí- dije apenas respirando- si no vienes por mi matare a Florence con mis propias manos-

En menos de 10 minutos estuvo en mi puerta

-¿Así que la niña se porta mal?- sonrió lleno de entereza-¿Bernardo Quiroz?-

-¿Cómo lo sabias?- y su carcajada mientras arrancaba me voló la cabeza

-Hay primito, te hace falta tanta audacia-



El primer deseo perdido. 

Ezequiel

Ver a Alfredo llorar no era mi deporte favorito, pero aquí estaba. Maldecía buscando respuestas donde no existían, y es que este tipo era idiota, un completo imbécil. No sé qué esperaba, o como podía decir que eso no era lo que debía pasar. Desde mi humilde punto de vista esto debió pasar un par de años atrás.

Pero por alguna razón no sucedió.

Siempre quise saber cuál fue la bendición que llego a su vida, él era una mierda de persona, lo era conmigo o sin mí en su día a día, aunque todo el mundo siempre terminaba señalándome como el causante y quizá tenían razón, pero de manera general en este amplio espectro llamado vida él siempre tuvo la capacidad de decidir.

SospechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora