21. Chismes

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Capítulo Veintiuno
Chismes...”

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Al llegar a su casa Big le entregó una taza de café seguido de la pregunta de dónde había pasado la noche.

Al beber del líquido reparador de un modo u otro se sintió mucho más relajado para hablar de lo que sucedió.

De forma resumida logró poner al día al fortachón quien no estaba sorprendido ante su palabrería.

—Tarde o temprano lo sabrías—se limitó— La señora Amy me pidió que no dijera nada y respeté su desición...—

—Hiciste lo correcto, Big—lejos de molestarse, el saber que ya no era el único que sabía aquel secreto lo hacía sentirse un poco mejor—Quiero ser un buen padre, de verdad...—

Lo deseaba tanto y si Amy le permitía ayudarla si o sí daría lo mejor de sí.

Al diablo todo, Mephiles, la música y todo lo que implicaba componer.

Si su hijo estaba bien el resto no importaba. Se volvía un cero a la izquierda en la escala de prioridades.

Y si Amy y el bebé estaban bien el resto podía irse al cuerno.

Aún si ello significaba solo ser un cheque en blanco.

—Me alegro por ti, Sonic—Big estaba feliz de esa alegría que Sonic manifestaba—Que encuentres un motivo para salir adelante siempre ayuda...—.

Un poco egoísta, quizá...

Pero era lo que había y punto.

Sonic por su parte estaba absorto en un mar de pensamientos y sensaciones que no terminaba de asimilar. Primero se enteraba que era padre y el miedo y la duda le invadían a la par de una felicidad absoluta que no podía socegar.

¿Era normal sentirse así?

Seguramente no, pero eso tampoco le importaba.

—Big, sé que suena loco... Pero quiero vivir—el tono efusivo con el que lo dijo sonaba como un niño pequeño—Quiero vivir, quiero ser todo lo que mi padre no hizo por mí...—

Quería ser incondicional.

Ser un confidente, un guardián y un protector. Todo aquello que un padre simbolizaba.

Una guía, un amigo, un héroe.

Y le daba risa imaginarse así mismo así; lo cual lo hacía todavía mejor en el proceso.

De un modo u otro terminó embriagado de posibilidades, de sentimientos tan bellos que lo hacían volar.

Volar y sentirse muy enfermo y abnegado.

Tan enfermo que podría ir al infierno de ida y vuelta y volvería sin dudarlo.

Porque así de soñado estaba ese amor...

El amor por su hijito que ni siquiera sabía que existía pero ya sabía que daría hasta su alma porque estuviera bien.

Se sentía feliz...

—Te juro que haré lo que sea porque ese pequeño se recupere...—el seguía en su ensoñación y Big le escuchaba con ternura, como a un niño después de navidad.

No podía culparlo tampoco, el joven había sufrido mucho a causa de ese hombre tan horrible y ya se merecía un descanso.

[...]

Aʟɢᴜ́ɴ Tɪᴘᴏ ᴅᴇ IɴᴅᴜʟɢᴇɴᴄɪᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora