Soy Piscis. ¿Y ustedes?
Los representa tan bien a ambos en partes iguales...
.
.
.
Capítulo veintitrés
"Tutela".
.
.
-Te prometo que no haré nada que no me permitas-le juró-Solo... permíteme ayudarte a que las cosas sean mas simples para ti-.
Porque entendía que ella se esforzaba por salir adelante todos los días, lo veía en su rostro cansado y su semblante decaído.
Entendía lo difícil que fueron esos meses y solo quería que todo parara.
Que las cosas para Amy fuesen más sencillas, que su única preocupación fuese que Roderick siguiese su tratamiento al pie de la letra y mejorara eventualmente.
Y si para eso debía pedirle de rodillas que le dejase ayudarle, lo haría.
No tenía nada más que ofrecerle...
Porque su amor miserable no sería aceptado y se lo merecía.
-Quiero ayudarte...-repetir la misma frase se volvió su mantra y ella de a poco dejo de luchar contra su tacto.
No la abrazaba, ni aún en esta situación podía ser tan aprovechado, pero al menos dejaba que acariciara su cabello y eso ya era suficiente para él.
Dejándole sentir el aroma que ella desprendía, porque sí, era ella quien olía a manzana y canela, desde su suéter hasta las puntas de su cabello sedoso y rosado.
-Todo saldrá bien, yo me haré cargo-prometía entre susurros y ella poco a poco fue dejando de llorar.
Estaba cansada y somnolienta, pero escuchaba con atención cada una de las palabras que él le regalaba.
Negarse a que eso hacía a su corazón palpitar con violencia sería una falacia.
No podía permitirse volver a confiar...
Su corazón se había cerrado para él, su mente gritaba que lo alejara de ella, pero su cuerpo era quien no respondía, como si de alguna forma fuese lo que necesitaba.
De pronto toda la pesadez que traía a cuestas estaba desapareciendo y el aroma a menta que Sonic desprendía le daba tranquilidad.
Una silenciosa "paz" que se mezclaba con la quietud de su tacto y que por razones que no comprendía le hacían necesitar ser consolada por él.
Como todos esos meses donde lo necesitó.
Dónde paso noches enteras llorando hasta que las fuerzas le abandonaron solo para levantarse a trabajar al día siguiente casi por inercia.
Había deseado desaparecer; salir corriendo y buscar desesperadamente a ese hombre que tanto daño le había causado solo para mirarle una última vez y ser cobijada por sus brazos.
Pero no se movió; sus piernas estaban tan cansadas de correr tras de él que las fuerzas fueron insuficientes.
Su cuerpo ya no solo le pertenecía a ella y debía ser fuerte.
ESTÁS LEYENDO
Aʟɢᴜ́ɴ Tɪᴘᴏ ᴅᴇ Iɴᴅᴜʟɢᴇɴᴄɪᴀ
أدب الهواةY si el mundo entero esta a tus pies... ¿Qué es lo que necesitas para ser feliz? Tenerlo todo y no querer nada era algo que estaba acabando lentamente con su cordura.