3. Rehabilitación

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Capítulo Tres
"Rehabilitación"

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−La cagaste−Dictaminó el mayor mientras encendía un cigarrillo. −Ahora tengo que cubrir toda tu mierda por trigésima vez−.

No obtuvo respuesta por parte de la joven estrella. Estaba hastiado y hambriento.

Su mente daba vueltas una y otra vez no pudiendo comprender como es que había logrado hacerle tanto daño a uno de sus mejores amigos.

Tenía serios problemas; y a diferencia de lo que todos podían creer, lo sabía.

Era una bomba de tiempo andante y cualquier cosa que le alterara le hacía explotar. —Y estaba bastante cansado de fingir que no era así

Knuckles había calado muy fuerte y no había manera de no poder evitarlo.

Él lo sabía, sabía que no debía hablar de ella.

Esa herida no cerraba.

−Tienes suerte de que tú estúpido amigo crea que aún tienes remedio−La voz de Mephiles le hizo volver su atención nuevamente−Accedió a no demandar si vas a rehabilitación−Le informó con una mueca de desagrado en el rostro.

No era una buena publicidad; la máxima estrella del momento con problemas de drogadicción no era para nada amigable para su imagen pública.

Pero quizás era la mejor opción, ¿no? Debía salir del hoyo en el que estaba sumergido de algún modo y quizás eso podía arreglar un poco su vida.

−Rehabilitación...−Dijo en un murmullo apenas audible mientras lo consideraba seriamente.

No sabía a ciencia cierta si aquello iba a ayudarle a olvidarse de pensar. De sentirse miserable día con día con su bazofia individual.

Solo quería que los recuerdos desaparecieran.

Quería olvidar y no mirar atrás.

−Y el muy imbécil cree que voy a permitir algo como eso−Nuevamente Mephiles exclamo sin reparo en lo que podría acontecer en su interior.−Si la disquera se entera que entraste a un lugar como ese, todo esta acabado−.

Lo observó sin perder atención a los detalles de aquel sujeto de edad madura y semblante endurecido por los años.

Siempre buscando el beneficio propio a costa de todo y todos.

−Debemos ser más precavidos, Big blue... −de su bolsillo sacó una pequeña bolsita con un polvo blanco y se lo tendió−Ahora, quiero que vayas a casa, te pases todo esto y me traigas nuevas letras, tengo nuevos planes para tu carrera−.

Observó la bolsa entre sus dedos mientras su mirada se hacía borrosa y sus manos temblaban ante la idea de esnifar aquel polvo blanco.

El hormigueo en sus extremidades y la falta de sueño no ayudo mucho a mejorar su juicio.

Era un vicioso.

Un sucio y vil drogadicto que sólo causaba problemas.

Deseó salir corriendo y no caer nuevamente ante ese hoyo de inmundicia y desolación, pero ¿qué más le quedaba entonces? Sus amigos le odiaban y ella se había ido muy lejos.

Y ese dolor regresó.

Ese ardor en el pecho que le carcomía por dentro y le imposibilitaba respirar con normalidad.

Ahora estaba solo, ya no había nada que lo impidiera.

Así que lo aspiró; lo aspiró tan fuerte que su nariz le quemó y los ojos le lloraron.

No pudo definir si fue debido al ardor o simplemente a su alma rompiéndose a pedazos mientras su mánager le observaba burlescamente en silencio.

Siendo testigo y verdugo al mismo tiempo. Consciente de la decadencia en la que estaba hundiéndole y sin ninguna aparente intención de sacarle de ese hoyo profundo.

Las lágrimas corrieron libres por sus mejillas y el polvo se esparció por todos lados; pues lo que había comenzado como lágrimas traicioneras ahora se había convertido en un llanto ahogado y lastimero que no podía frenar.

Cayó a suelo y las lágrimas seguían derramándose con las ganas de gritar que se atoraban en su garganta.

Necesitaba ayuda, de quien sea...

Deseó gritar, pero el llanto le impidió entrelazar sus palabras.

Era patético.

Simplemente un desperdicio vida útil.

¿Por qué no se moría y los hacía felices a todos? Se sentía cansado de esa farsa.

La música era vacía...

Las letras ya no significaban nada; solo palabras vacías que no le hacían sentir mejor.

Sólo quería morir ¿Era mucho pedir?

Golpeó con fuerza las paredes de aquella oficina soltando un quejido de dolor; sus nudillos sangraban, los dedos le dolían...

Su alma y sus manos estaban rotas...

Mephiles suspiró; había decidido que ya había tenido suficiente espectáculo por un día y salió de aquella oficina dejándole a solas con su dolor.

Y entonces se permitió llorar con más fuerza.

Recostado en el piso; abrazándose a sus rodillas solo lloró.

Lloró hasta que sus ojos se quedaron secos y el cansancio  le venció sumiéndole en un profundo sueño.

Y se perdió...

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Continuará...
Gracias por leerme.
Atte.
Gri.

Aʟɢᴜ́ɴ Tɪᴘᴏ ᴅᴇ IɴᴅᴜʟɢᴇɴᴄɪᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora