I'm Not God.

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Capítulo 23.

I'm not god

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I'm not god. 

-... Dime, ¿Sigues curioso de saber  hasta dónde eres capaz de llegar? Porque yo también quiero saberlo.-

Y no, él nunca tuvo segundas intenciones, tan solo lo dijo tal cual lo pensó, ni más ni menos. Nunca esperó todo lo que sucedió. 

Lo primero que escuchó fue una carcajada del demonio. Luego sintió una caricia por su cuello con la nariz de este. Cuando llegó a su oído le dio una ligera mordida qué le hizo soltar un apenas audible jadeo. 

-Mi curiosidad en este momento no está en mi cuerpo humano Ciel, sino en el tuyo. ¿También podré ver hasta dónde eres capaz de llegar? - 

Evidentemente un niño de 14 años que estuvo solo a su suerte durante varios años no había pensado  ni conocía nada sobre el sexo, por lo que jamás imaginó que esas fueran las intenciones del demonio cuando solo asintió con su cabeza dándole permiso a todo. 

Los besos del demonio se volvían más demandantes a cada segundo, sin embargo no parecían ser suficiente para el ente maligno qué terminó por morder los labios del pequeño hasta que logro qué esté los abriera lo suficiente como para darle paso a su lengua y que se encontrará con la del menor.

Contrario a como era usualmente Sebastián se tomó el tiempo de enseñarle cómo debía corresponder a ese beso. 

Increíblemente en esos menesteres Ciel era alguien que aprendía bastante rápido y varios minutos después correspondía al ritmo impuesto por el demonio con excepcional maestría olvidándose de todo. 

Luego los labios del demonio fueron a su cuello haciendo erizar por completo su cuerpo, una sensación tan agradable qué hizo qué no se diera cuenta del momento en que su corbata fue retirada y los botones de su camisa desabrochados dejando a la intemperie su pecho donde resaltan sus rosados pezones. 

Sebastián abandonó un momento su ataque al cuello del chico para retirar sus guantes de forma inusual mordiendo el dedo medio para sacarlos y luego simplemente los boto por allí mientras que sus manos tocaban con curiosidad el cuerpo más pequeño. 

Para ese momento el juicio de Ciel se había nublado completamente y todo lo que podía pensar era en las magníficas sensaciones qué estaba experimentando. Ni siquiera las succiones en su cuello le hicieron reaccionar, tan solo aumentó el volumen de sus jadeos. 

Afortunadamente para el momento en que empezó a gritar preso del placer ya se encontraban lejos en una parte muy solitaria del jardín donde el tránsito era nulo, así que tenían privacidad suficiente. 

-Aaah… Agu-aguarda. - empuja al demonio. 

-¿Qué pasa? - 

-¿E-es suficiente? M-me siento extraño. - 

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