El camino hasta el palacio se sintió inesperadamente largo pese a que la distancia no era mucho, después de todo, el trote de los caballos fue lento, como si quisieran alargar lo más posible ese recorrido. Ambos príncipes iban uno al lado del otro en un paso que seguramente la mayoría lamentaría porque el frío se colaba por las gruesas pieles que ajustaban el uniforme de los caballeros de Atsumu, sin embargo, ellos parecían disfrutar el momento como si fuera un agradable paseo en un soleado día de primavera.
—¿Todo salió bien? —fue la pregunta que abandonó los labios de Kiyoomi cuando la pesada puerta del palacio de Wisteria se vio más adelante, y las antorchas encendidas para recibir al príncipe hicieron notar lo vivo que estaba el ambiente en el interior.
—Claro que sí —respondió Atsumu pero el azabache sospechó que aunque no fuera así el rubio diría eso.
En los últimos días, Kiyoomi había descubierto lo extremadamente considerado que podía llegar a ser Atsumu cuando se trataba de algo que lo involucrarse. Le daba miedo pensar que debajo de esa ropa hubiera más heridas que estuviese ocultando. Aunque quería regresar a casa, no quería que Atsumu saliera lastimado.
—¿Te apetece competir? —preguntó Atsumu sacando de sus abstracciones al azabache que alzó la mirada.
—¿Qué?
—Si llego primero de aquí hasta la puerta, mañana me dedicarás todo el día.
—No tengo nada que hacer realmente, y tú eres mi anfitrión así que puedo concederte el día completo sin necesidad de... —se quedó callado cuando vio que Atsumu emprendió la carrera desesperada, y como a él no le gustaba perder también corrió detrás del caballo de Atsumu.
Los caballeros detrás de ellos aumentaron el paso para no dejar desprotegido a su señor. Tanto los caballeros que iban de palacio acompañando a Kiyoomi, como los que recién llegaron con Atsumu tuvieron el mismo pensamiento: «Son idénticos», a ninguno de los dos les gustaba perder.
Era evidente que Atsumu ganaría por la ventaja que obtuvo al iniciar primero, sin problema llegó antes hasta el interior del palacio donde los siervos y caballeros de guardia se congregaron para recibirlo. Atsumu hizo alarde de su destreza como jinete y Kiyoomi rodaba la mirada fingiendo fastidio porque claramente ver al rubiomontar era bastante entretenido. Tanto la guardia que lo acompañó hasta el encuentro del príncipe, como la del príncipe, se acopló disciplinadamente y los dejó ir por delante. El rubio bajó primero del caballo, agitado, ignorando totalmente a sus siervos, doncellas y caballeros que estaban en el patio central. Se sacó los guantes para ser quien detuviera a Centeno y ayudara a Kiyoomi a bajar.
—Puedo bajarme solo —se quejó Kiyoomi, también agitado.
—Sí, lo sé, pero quiero hacerlo —señaló Atsumu sosteniéndolo del brazo y sonriendo cuando lo tuvo parado frente a él.
Los dos respiraban por la boca y se rieron negando.
Se miraron un segundo y Atsumu se acercó a besar su boca. Kiyoomi no respondió y el rubio se sintió herido hasta que el de cabello azabache lo jaló de la pechera de su traje militar para hacer que sus bocas se encontraran otra vez de una forma menos romántica que antes, más necesitada, como si requiriera comprobar algo que lo hizo sonreír de inmediato. Atsumu se fue para adelante y tuvo que sostenerse del caballo para no tropezar sobre Kiyoomi.
Se besaron con profundo entusiasmo. Hasta que el aliento de ambos se mezcló con el vaho frío de la noche que los seguía envolviendo. La nariz del rubio estaba roja así como sus mejillas y sus orejas, por poco más y estaría titiritando.
—¿De verdad es usted su alteza Kiyoomi? —su mano se alzó para acariciar el rostro del azabache que cerró los ojos ante el frío tacto.
—Si te molesta tanto dejaré de hacerlo —amenazó en un hilo de voz audible para ellos dos, como si con eso el resto de las personas no pudiera saber lo que estaban haciendo pese a estar frente a toda la guardia y caballeros de su alteza.
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El consorte de su majestad [SakuAtsu - Haikyuu!!]
ФанфикTras un golpe de estado apoyado por todos sus consejeros, el rey acepta abdicar en favor de la cabeza de la familia Ushijima, nobles de su propia corte. Pidió solo dos cosas: Que su hija tuviera un matrimonio ventajoso, y que su hijo no fuera asesin...