Quizás sí es un sí

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El gesto general del rey Wakatoshi no cambió en lo más mínimo cuando las cabezas del grupo de espías fueron desenvueltas en medio del salón del trono donde los guardias las presentaron apenas llegaron a la capital del Centro. Hubo un gemido entre los miembros de la corte interna ante la brutalidad que se mostraban: No tenían ojos ni lengua, la boca estaba abierta de ahí colgaban unas tiras que nadie se atrevió a tocar porque eran parte de sus intestinos que salían por su garganta cercenada, quienes estaban más cercanos trataron de alejarse porque el olor era penetrante y desagradable. 

El águila que semanas antes enviaron desde el Sur con la nota sobre tener al príncipe Kiyoomi sirvió para realizar una misión de «rescate», sin embargo, la supuesta comisión que había sido enviada ahora estaba ante él, muertos y algunos desaparecidos. Dio un discreto suspiro mientras que observaba fijamente los rostros que presumían tonos amarillos, morados y negros en algunas partes. Conoció a todos ellos, personalmente los seleccionó por sus hazañas, mismas que esperó que fueran lo suficiente útiles para extraer al duque Kiyoomi y regresarlo hasta él, sin embargo, el pequeño grupo de seis hombres fue insuficiente ante la crueldad y salvajismo conocido del Sur. 

El rey se incorporó y caminó hacia las cabezas. Él no quería guerra, solo quería de regreso a Kiyoomi.

—Su majestad, no se acerque no las hemos examinado, no sabemos si tienen algún tipo de veneno —dijo uno de los guardias que habían recuperado las cabezas. 

Wakatoshi ignoró la advertencia y se flexión viendo la cabeza ajena. 

—¿Cuánto falta para que los hombres del príncipe Suguru estén aquí? —preguntó mirando fijamente la bestialidad de los muertos. 

—Quizás una o dos semanas, señor —informó uno de los consejeros de guerra. 

Wakatoshi asintió. 

—Envíen tres compañías y que se establezcan a lo largo del camino desde el paso de la montaña del Sur hasta aquí, que estén alerta, en cualquier momento van atacar. 

—No lo harán sino hasta que la nieve se descongele —susurró alguien más. 

Wakatoshi alzó la mirada y se incorporó de su posición, buscó con la mirada a quien había hablado, los guardias que llevaron las cabezas se apartaron dejando ver a un hombre que iba encadenado pero no amordazado. 

—Es el duque Yuto Kosaku, primogénito del rey Ina Miya y la consorte Minami —presentó alguien al prisionero al que el rey estuvo ignorando, sin embargo, ahora tenía toda su atención. 

—Eres el hijo mayor del rey. 

—Sí, hijo mayor del rey y una de sus amantes —porque eso era su madre. 

—Ya veo —Wakatoshi regresó a su trono e hizo señas para que se llevaran las cabezas de sus hombros y permitió que acercaran al muchacho del Sur al que le obligaron a hincarse—. ¿Por que el rey enviaría a un duque a entregar algo tan delicado al territorio enemigo? 

—El rey fue envenenado —explicó mirándolo a los ojos—. Mi tío y mi madre, la consorte Minami, colaboraron con sus espías para hacer eso.

Otra vez un gemido general entre todos los presentes. Wakatoshi miró con circunstancia al sujeto y después sus ojos fueron hasta su consejero que parecía tan confundido como él. 

—¿Qué estás diciendo? —exigió saber uno de los consejeros entre los reclamos generales. 

Yuto pareció confundido también. 

—Hace varios meses se acercó a mi tío un hombre de nombre So Akama que dijo ser parte de los hombres de confianza del difunto Rey Ushijima y ofreció ayuda para... derrocar al rey Ina y darles el liderazgo de la Alianza a la familia Kosaku. 

El consorte de su majestad [SakuAtsu - Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora