La oscuridad del bosque

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—Ámame, Kiyoomi.

Sus labios seguían sellados sin mostrar intenciones de moverse.

—Ámame, Kiyoomi.

Sus ojos inertes lo miraron sin mostrar la mínima expresión.

—Por favor... ámame.

El retrato del príncipe depuesto no se movió por más alcohol que tomara el rey mientras sus ojos seguían inundados de desesperación por la eterna espera de la mínima muestra de amor por parte de alguien que le pertenecía pero jamás pudo tener. No del modo en que él hubiera deseado. Su cuerpo tuvo pequeñas convulsiones del dolor lacerante que le rompían no solo el corazón si no cada una de sus extremidades.

—¡Kiyoomi, ven aquí! —gritó lanzando la botella de licor contra el retrato que mantenía enmarcado en la pared de su habitación. Se apretó el estómago con una mano mientras que con la otra se sostenía de la fina alfombra de diez mil hilos que adornaba el medio de su habitación.

—¡Kiyoomi! —Wakatoshi volvió a gritar desgarrando su garganta.

Satori Tendou, el general de las tropas del Centro, y Tsutomu Goshiki, el armadero del rey, así como el resto de siervos escuchaban la ira y tristeza de su soberano. Sabían el profundo golpe emocional que fue la huída del príncipe depuesto, después de todo, Kiyoomi Sakusa fue el único motivo por el cual Wakatoshi aceptó el plan para asesinar a su propio padre, pues el difunto rey tenía la intención de matar a toda la familia real depuesta, iniciando por el menor de los hijos: Kiyoomi. Ahora sin el príncipe en el palacio, Wakatoshi perdió todo sentido de su intención en ese puesto.

Los sentimientos de Wakatoshi seguían desbordándose día y noche, sin embargo, ya habían rebasado la lógica del siempre pasivo y frío comportamiento del rey.

—Debemos de hacer algo —susurró Goshiki viendo a su superior.

—¿Y qué? Entrar y decirle: ¿Pum, pum, adiós el dolor? —preguntó en un tono irónico el caballero pelirrojo mientras se cruzaba de brazos—. Debemos de recuperar al príncipe, cuando tengamos a su alteza Kiyoomi, nuestro señor volverá a ser el mismo de siempre —o al menos eso esperaba.

—Pero está en esas tribus salvajes.

Tendou suspiró y caminó por el pasillo, los caballeros bajo su mando lo siguieron y de pronto se detuvo. Miró de reojo a Goshiki con una sonrisa malintencionada, marcada por un sentimiento oscuro.

—Cuiden al rey —ordenó Tendou y los caballeros regresaron por el pasillo. Goshiki se quedó a la espera de que quedarán solos porque era evidente que la cabeza de su superior trabajaba de una forma especialmente única, jamás había tenido dudas de ello.

Una vez el pasillo quedó desierto, Tendou le hizo señas a Goshiki para que lo siguiera directo a la primera habitación que encontraron.

—Largo —dijo a las sirvientas que limpiaban el salón del té.

Estas hicieron una reverencia y salieron de inmediato, la puerta se cerró y Tendou caminó hasta la ventana, se recargó a un lado de ella cruzándose de brazos.

—¿Y si logramos que el Sur nos dé al príncipe?

Goshiki enarcó la ceja con curiosidad ante las palabras de Tendou, se acercó más hacia él, torció los labios y dejó sus manos sobre sus caderas.

—¿De casualidad viste las cabezas decapitadas que nos envió el príncipe Atsumu con su medio hermano?

Tendou sonrió enorme, con diversión.

—¿Tú no? Fueron increíbles —se rió—. Sin embargo... —miró hacia el exterior—, si cortamos primero sus cabezas entonces no habrá problemas... ¿no crees?

El consorte de su majestad [SakuAtsu - Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora