El agua chapoteaba furiosamente salpicando alrededor de los dos cuerpos. Atsumu se sostenía de los hombros del príncipe del Centro mientras que éste sostenía con una mano la cadera del rubio mientras que con la otra mano se aferraba al borde de la tina para no resbalar. Los mechones húmedos de cabello rubio se restregaba contra la mejilla de Kiyoomi que besaba el trapecio del otro príncipe, repasaba con sus dientes la piel para finalmente morderlo haciendo temblar las caderas de Atsumu que se seguían empujando contra la erección que se mantuvo vigorosa.
—Ahí... —suplicó Atsumu sin dejar de moverse.
—Lo sé —respondió Kiyoomi al oído ajeno abrazándolo porque el interior del príncipe se cerraba entornos él. Estrangulándolo, exorcizando de su cuerpo el deseo de poseerlo. Aliviando por un momento la necesidad de tenerlo cerca.
—Kiyoomi... Omi —dijo desesperado el rubio enterrando sus uñas en la espalda ajena haciendo que el afectado gruñera como respuesta. Los gemidos llenaron el cuarto haciendo aún más erótico el encuentro por el eco provocado gracias a los amplios espacios que existían en el lugar.
Sus bocas se encontraron voraces reclamándose mutuamente hasta que Atsumu pegó su frente a la del otro príncipe, meciéndose y estimulándose así mismo, mordió sus labios y cerró sus ojos entregándose por completo a la satisfacción y el placer que llegó en el momento en que se derramó y su esencia se mezcló con el agua tibia de la tina de mármol. El rubio quedó laxo contra el cuerpo de Kiyoomi, tratando de recobrar el aliento casi a la par que su cuerpo sentía espasmos y escalofríos.
Tener relaciones dentro del agua era una experiencia que jamás había experimentado. La sensación del agua acompañando las embestidas era deliciosa, debían de intentarlo más. Besó el cuello de Kiyoomi, después su mentón y por último su boca. Kiyoomi le correspondió el beso y se movió aún penetrando a Atsumu que se quejó, después de un orgasmo siempre quedaba sensible, y en esa ocasión no fue diferente. El príncipe del Norte salió de Atsumu solo para moverse hacia la zona más honda de la pileta donde el agua les llegaba hasta la cintura. Ahí guió a Atsumu para recargarlo del borde y él se posicionó justo detrás para guiar su miembro que seguía erecto y duro. Fue más fácil que al inicio hacer intromisión, hubo resistencia por la intimidad ajena pero al ingresar un sonoro alarido le hizo saber que Atsumu podía soportar un poco más.
—Kiyoomi —lo llamó en el momento en que penetró de una sola estocada haciendo que el rubio se empujara hacia el frente. Sus manos se rasparon en el borde cuando dieron el primer impulso pero lo soportó porque sus terminales nerviosas en su intimidad estaban siendo sometidas a un nuevo grado de placer, o quizás solo fue el tiempo que habían dejado de tener relaciones.
Volvió a gemir con cada embestida, Kiyoomi seguía restregando su miembro contra su sénsible próstata que lo hacía poner los ojos en blanco. De la comisura de su boca escurrió un poco de saliva y su voz no lograba salir por completo.
Hasta que las manos de Kiyoomi se apretaron más contra su cadera y el espeso semen del príncipe llenó por completo al otro. El miembro salió y con él la tibia esencia. Atsumu se retorció por la nueva invasión pasiva del agua que tenía una temperatura distinta a su interior expuesto por la moldura que el pene había dejado atrás. De nada ayudó los besos que el príncipe Kiyoomi dejó en su nuca y espalda.
—Vamos a la cama —pidió Atsumu recargado por completo del borde de la tina y Kiyoomi accedió.
Dejaron un camino de agua en el piso y en las paredes donde la luz parpadeante de las veladoras guiaban el pasillo. La espalda de Kiyoomi y la de Atsumu se fueron alternando contra las mismas paredes cada vez que sus bocas se encontraban, mordían sus labios y sorbían sus pieles. Atsumu gemía cuando Kiyoomi los masturbaba en los animosos momentos de hacer crecer el placer, aunque el placer mismo y el deseo burbujeaba dentro de ellos.
ESTÁS LEYENDO
El consorte de su majestad [SakuAtsu - Haikyuu!!]
Hayran KurguTras un golpe de estado apoyado por todos sus consejeros, el rey acepta abdicar en favor de la cabeza de la familia Ushijima, nobles de su propia corte. Pidió solo dos cosas: Que su hija tuviera un matrimonio ventajoso, y que su hijo no fuera asesin...