«Apreciado príncipe.
Estoy sumamente angustiado por la situación que me llevó a salir del Castillo de Wisteria en medio de la noche, misma situación que ha hecho imposible nuestra reunión tal como usted lo prometió. Me han dicho que posterior al enfrentamiento sufrió una herida menor que lo llevó a manos del cirujano real pero que se recuperó espléndidamente para repeler a las tropas enemigas. Debe saber que mis oraciones y mi pensamiento lo acompañan a donde fuese, me sentiría menos afligido y culpable si tan siquiera respondiera alguna de mis cartas con su puño y letra, empiezo a sospechar que es Sir Aran el que responde las cartas con toda clase de objetos que encuentra en su camino de regreso por pena a decirme algo que mi corazón siente saber pero que mi cabeza, y lado racional, callan.
Espero impaciente poder encontrarme con usted, y lamento mucho no poder ser de mayor utilidad, mi vergüenza siempre será el de ser un príncipe incapaz de sostener un arma que ayuden a recuperar al pueblo, no sé qué tipo de gobernante seré para el final de esta cruzada, pues a pesar de todo, confió plenamente en su promesa de cuidarme, ojala pudiera disuadir su perspectivo de recuperar el trono del Centro; he encontrado grata la compañía de la tribu del zorro y, aunque en un principio fue sumamente complicada la convivencia con la madre del futuro príncipe o princesa, pero la señorita Xiang ha sido menos que hospitalaria, hemos encontrado más similitudes de lo que creímos, ninguno de los dos sabe hacer muchas labores del hogar.
Ella utiliza su embarazo para evadir las responsabilidades que se nos fueron asignadas, y aunque no me molesta hacer las mías, me inquieta que una niña de doce años pueda cortar madera y yo me haya astillado las manos; insisto, soy un príncipe problemático para la caravana pero todos se portan amables.
Esta carta se ha extendido más de la cuenta, sin embargo, mañana nos moveremos, no me dan detalles, pero según entiendo es una estrategia militar, pensé en un primer momento que habría necesidad de enviar a los guerreros con usted al frente, pero me ha informado Sir Alán que es mejor que todos se queden aquí. Creo que es por mi presencia, y de algún modo veo caras aliviadas de no ver a sus familiares marchar a la guerra.
En un futuro, quisiera estar con usted, no solo mediante una reunión, quizás para toda la eternidad si es que su horrible actitud no me obliga a dejarlo primero.
Deseo que los dioses lo cuiden, y el dios noche lo abrigue para que tenga un buen descanso cuando se lo permitan sus actividades.
Suyo siempre, Kiyoomi».
La carta contiene la firma del príncipe. La serie de cartas que redactó el príncipe Kiyoomi de la casa Sakusa son quizás los únicos documentos sin el sello real considerados oficiales dada a las circunstancias contextuales, sin contar la serie de testimonios que se levantaron y certificaron su autenticidad durante aquella época. Al príncipe Atsumu de la casa Sakusa le parece extraño pensar en la situación que su antepasado vivió.
Muy convenientemente él se llama igual que aquel príncipe del Sur que se abrió la garganta para evitar que su amante, el príncipe del Centro, fuera entregado por la familia real en un intento por negociar con el rey usurpador del Centro. La historia de los trágicos amantes que jamás lograron estar juntos.
Atsumu de Sakusa, el segundo príncipe del Centro, deja sobre su elegante escritorio el compilado de cartas que su secretario le entregó como parte de su preparación para partir de inmediato al Imperio del Sur donde tiene una encomienda muy importante: recoger el cuerpo de su hermano mayor.
Se restriega el rostro porque es incapaz de pensar en otra cosa que no sea en la horrible muerte de su hermano y el destino que le espera a él. Su madre está desecha, su padre debe mantenerse fuerte, mientras que sus otros dos hermanos son bastante firmes como se espera de la familia real.
ESTÁS LEYENDO
El consorte de su majestad [SakuAtsu - Haikyuu!!]
Fiksi PenggemarTras un golpe de estado apoyado por todos sus consejeros, el rey acepta abdicar en favor de la cabeza de la familia Ushijima, nobles de su propia corte. Pidió solo dos cosas: Que su hija tuviera un matrimonio ventajoso, y que su hijo no fuera asesin...