Capítulo 9

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El alma que creía perdida vino a mí en el instante en que vi a Sasuke de pie en mi cocina. Las esperanzas volvieron y su beso cálido  depositado en mi frente me hizo sentir valiosa.

Todo lo que Sasori se ha empeñado en destruir, se construyó en el segundo en que sus manos tocaron mi cara.

No quiero que se involucre en esto. Mi marido, aquel hombre que decía conocer, resultó ser un gran actor porque no me creo que se haya convertido en un ser despreciable de la noche a la mañana. Por lo menos viene de serie, su madre ha estado casi todos los días aquí y aunque ve mis moretones y mis labios partidos, finge que no están allí y me habla con toda la naturalidad del mundo.

También finge que no escucha mis gritos de dolor cuando algunas noches él entra en mi habitación para forzarme. Dejé de resistirme cuando entendí que no serviría de nada y fue exactamente cuatro días después de que me trajo de casa de mi padre.

Ese día convocó una reunión en la mansión donde asistieron cinco hombres con sus respectivas "parejas". El horror de lo que vi me hizo entender que debía permanecer a su lado hasta que lograra su objetivo y así mi padre estaría a salvo.

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Las voces llegaban lejanas, casi como un eco, reverberando en mi cabeza adolorida. Aunque me duele, una sonrisa de satisfacción se cuela en mis labios al darme cuenta que él no logro su objetivo.

Peleé con uñas y dientes para que no pusiera sus sucias manos en mí. Lo que conseguí en vez de que me forzara fue unos golpes contundentes a mi cara. Entre el forcejeo, caí de espaldas y mi cabeza rebotó en el duro suelo de su habitación, mis ojos se abrieron con dificultad intentando estar alerta por si seguía con el asalto pero decidió dejarlo así.

Escucho unos pasos apresurados y veo a Shizune arrodillarse al lado mío con una expresión de horror en su cara. Ella sabe lo que ha estado haciendo él y aunque no interviene, siempre me cura después de cada encuentro.

Me ayuda a levantarme y me lleva hacia el baño. Me veo de reojo en el espejo y mi cara es un cuadro, la sangre emana de mi cabeza y de una de mis cejas. Si soy sincera me veo mejor de lo que me siento.

Shizune me deposita con cuidado en el borde de la bañera mientras regula la temperatura del agua. En unos minutos ya estoy dentro y siento como mi cuerpo se relaja rápidamente. Me lava el pelo con cuidado, eliminando toda la sangre y viendo la herida.

Respingo del dolor y ella me pide perdón con susurros entrecortados. Sin verla sé que está llorando y su sufrimiento me hace sentir querida.

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Unas horas después, Sasori aparece en mi habitación informándome de una reunión que convocó en la mansión, así que tenía que estar
presentable. Que me comportara  porque había un negocio entremanos que debía concertar.

Su amenaza velada en palabras "amables" me advirtieron las consecuencias si no hacía lo que me pedía. Sin esperar más, me vestí elegante y maquille mi rostro. Al ver mi reflejo, no se intuía todo el miedo que llevaba por dentro.

Lo que no sabía es que no hacía falta fingir nada, ellos eran igual o peores que él.

El entendimiento llegó a mi después de la cena, cuando pasaron a su despacho a beber y seguramente a consumir drogas. Salieron de allí bastante animados, con las pupilas dilatadas y a medio vestir. En los minutos que estuvieron allí, las mujeres no pronunciaron ninguna palabra, con sus cabezas gachas y luciendo los mismos colores que habían en mi cuerpo, entendí por qué estaban allí.

Sólo eran el entretenimiento de unos animales que no tenían sentimientos.

Los gritos se mezclaron con los gemidos de placer de parte de los hombres. Sasori bebió tanto que tuve la suerte de escapar de sus manos... No fue así para una de las otras chicas.

Al otro día supe que la fuerza, la dignidad, ni el orgullo, servían en estos casos... Lo entendí al ver el cuerpo sin vida de la pelirroja siendo trasladado a una de las camionetas negras que habían aparcadas fuera.

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Me levanto de la cama porque esos recuerdos no me traen nada bueno, solo más sufrimiento así que me dirijo a la ventana donde mis ojos buscan a Sasuke por el jardín.

Ha cumplido su promesa. Hoy se presentó aquí después de que hablamos ayer. Una calidez se instala en mi pecho porque sé que si él está cerca estoy un poco más segura.

Reprimo el impulso de ir a su encuentro. Desde que volví a esta casa, no salgo de mi habitación. Creo que sería bastante raro que me vean caminar por ahí.

Su cuerpo brilla con los rayos del sol gracias al sudor que hay en su piel pero sus movimientos son ágiles y rápidos. Cualquiera pensaría que sabe lo que hace... si supieran a lo que se dedica, no lo dejarían estar ni a un kilómetro.

A pesar de su juventud, veo madurez en sus palabras y es lo que me hace confiar. De repente su cuerpo se gira en mi dirección y levanta su cabeza, pone una mano en su frente para que le haga sombra y una lenta sonrisa aparece en su cara. Me hace un saludo con la mano y sigue con su labor.

Me ha pillado mirándole.

Un sonrojo aparece en mis mejillas y sé que no todo está perdido. No esperaba que mi jardinero trajera luz a mis días y el anhelo de algo más que solo sexo o unas palabras vacías.

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Mi ánimo ha mejorado considerablemente teniendo en cuenta que Sasori llamó avisando que estaba fuera en un viaje de negocios. No hacía falta que avisara ya que llevaba tres días sin aparecer por aquí.

Mi buen humor me llevó a querer pintar  delante de la piscina bajo una sombrilla y sobre una cómoda silla.

Estaba terminando un dibujo que había empezado. Un paisaje bastante oscuro, como un bosque encantado donde podrían habitar diferentes monstruos pero ahora habían rayos de sol colándose en él, ahuyentando todas las sombras.

De repente siento un cosquilleo y una presencia se acerca silenciosamente. Me giro en la silla y veo a Sasuke caminar lentamente hacia mí. Lleva una red para limpiar la piscina y no sé porque le digo semejante tontería.

- No es tu trabajo limpiar la piscina.

- Ya lo sé, quería hablar contigo.

- No es un buen lugar. Podrían sospechar .

- Ve a la cabaña dentro de media hora. Allí guardaré todas las herramientas- se aleja y empieza a limpiar la piscina. Yo sin darme cuenta he pasado de página y estoy empezando a hacer trazos de una silueta masculina con un cabello tan oscuro como la noche y sin querer cuento los minutos para hablar con él.

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