Capítulo 4

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Prácticamente le he declarado la guerra. No quiero pensar lo que hará o dirá Mei cuando se entere. Ella es la que lleva los pantalones en esa familia desde que su marido los abandonó. No es precisamente la personificación de la maternidad, es bastante fría y calculadora.

Siempre le ha dicho a Sasori lo que tiene que hacer y cómo hacerlo. A mi me controla mis modales, la forma de vestir e incluso mi fertilidad. Me di cuenta un día cuando vi que tiraba mis pastillas anticonceptivas, le reclamé y ella tan tranquila me respondió con un golpe en mi mejilla.

" Es hora de que seas la mujer de esta casa. Tienes que darle un hijo a tu esposo"

Desde ese día, elegí la inyección así no había prueba física de que me cuidaba. Preferiría morir a traer un niño en esa familia.

Estuve divagando un buen tiempo hasta que decidí volver a casa. Ino me había estado llamando pero no tenía ánimo para contestar. Cuando llego veo un coche aparcado fuera y me pongo nerviosa.

Decido acercame lentamente y veo a mi padre salir con un señor detrás. Es alto y viste de traje,  se despiden con una promesa de estar en contacto.

Mi padre ve mi inquietud por lo que me responde - es el inspector Uchiha. No necesitas saber nada más... por ahora.

Iba a replicar pero es mucho por asimilar. Decido subir para darme una ducha y así relajarme un poco.

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Los días pasan de prisa y no me creo hasta dónde he llegado. Seguí el consejo de Ino y la casa de invitados la convertí en mi nuevo estudio. Tengo miles de materiales y cada día pinto algo diferente. Mi padre viene a veces a verme crear y solo nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro.

Estoy intentando perdonarlo aunque no sea algo fácil. Se está esforzando, realmente. Ha vuelto a la oficina y ha estado poniendo varias cosas en su sitio. Yo he ignorado todas las llamadas de Sasori; llamadme cobarde si queréis pero me siento protegida aquí por lo que no pienso moverme.

- Cariño, vendré tarde hoy. No sé si me dé tiempo para la cena. Tenemos junta directiva.

Dejo el lápiz un momento, esta vez estoy haciendo un retrato. Lo miro y veo cansancio en su rostro, de repente ha envejecido por lo menos diez años.

- No te preocupes, te esperaré. Cuídate papá- se acerca y me da un beso en la frente y desaparece por la puerta.

Se siente raro está cercanía pero también se siente correcto. "Nunca es tarde para cambiar" es lo que solía decir mamá.

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Me despierto un poco desorientada, me he dormido en el sofá de la sala de estar. Miro el reloj encima de la chimenea y marcan las 00:45. Los golpes vuelven a sonar y me doy cuenta que alguien está llamando a la puerta principal y que ese es el sonido que me despertó.

Chiyo se acerca mientras se anuda la bata, seguramente también estaba durmiendo. Vagamente me doy cuenta que mi padre no ha vuelto, sino me hubiera despertado para que me fuera a mi habitación. Escucho que abre la puerta y la voz de un hombre me llega. Me levanto a toda prisa para ver qué es lo que pasa.

Me encuentro con Sasuke en el umbral de la puerta. Chiyo tiene una mano en la boca y lágrimas salen de sus ojos.

- Siento la hora señorita Haruno. Vengo a comunicarle que su padre ha sufrido un atentado y se encuentra en el hospital con pronóstico reservado.

Mis piernas fallan antes de llegar a donde ellos y él se apresura a mi lado para evitar la caída. Me sostiene de la cintura y yo me aferro a su camisa. Se desliza conmigo hasta sentarnos en el suelo y algo en la situación me resulta extraño. Debería sentirme incómoda, en cambio, estoy recibiendo su consuelo de buena gana.

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