Capítulo 18: Corazón roto

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Corrí a todo lo que daban mis piernas. No podía aguantar más; subí al auto y me desmorone sobre el volante.



—¡NO, NO, NO, NO, NO!— grité con frustración.





Fue como si me hubieran arrancado el corazón del pecho y sólo quedara un gran agujero. Por un momento dudé en regresar y pedirle una explicación; pero explicación ¿a qué?

Sus palabras daban vueltas en mi cabeza. Mentira. Todo había sido una mentira; una mentira que yo comencé, que yo le pedí. Saqué la llave del bolsillo de mi pantalón y la apreté entre mis dedos.





—Te amo—





Arrojé la llave contra el parabrisas y luego mis manos se aferraron al volante con coraje, miedo, dolor. Cerré los ojos esperando que al abrirlos me encontrara con que todo había sido una pesadilla. Me mordí los labios para evitar gritarlo.



—¡Te amo, te amo, te odio, te odio… te odio!—



No me humillaría más de lo que lo había echo. Encendí el auto y me marché.



—No vale la pena Lisa, no vale la pena. No te desmorones ahora— Repetía una y otra vez intentando creer cada una de esas palabras; no funcionó. No quería estar sola; en ese momento necesitaba a Troye, a mis amigos. Necesitaba llorar, gritar, sacar todo lo que me estaba asfixiando desde adentro.



Llegué a casa de Rosé, donde estaban todos. Estaba hecha un desastre. Mis ojos comenzaban a hincharse, el maquillaje se había corrido, lucía deshecha. Toqué el timbre e hice un esfuerzo por mantenerme en pie.



Cuando la puerta se abrió, vi la cara de asombro de Rosé.



—¡Troye!— Gritó en cuanto me vio.



Entramos a su casa y Troye corrió hacia mí.



—¿Qué sucedió?— preguntó y yo me lancé a sus brazos rompiéndome de nuevo. El calor de su cuerpo no fue lo suficientemente reconfortante para mi roto corazón.



—Perdí Troye, perdí—



—¿Qué perdiste mi niña?—



—La apuesta, ella ganó— Lloré de nuevo en su pecho.





—¿De qué estas hablando?—



—Todo fue por la apuesta. Ella no me ama.—



—Eso no es cierto, ella te adora. Te ama yo lo sé.—



—No Troye, no.—



—Tranquila nena—



Me deshice en lágrimas en sus brazos, Rosé se unió al abrazo y Jisoo me tocó el hombro dándome su apoyo.



—Necesitas una trago, y contarnos que sucedió— Dijo Jimin en cuanto nos separamos.



Pensé que quizá el alcohol me ayudaría a olvidar, que mataría todo el amor que le tenía ahogándolo, pero sólo lo empeoró. Una hora después ya no tenía conciencia de mí misma. Quería morir, pero la verdad es que ya estaba muerta; de la peor manera, de la más triste, de un corazón roto.



—¡Y cuando sonríe! ¡puff! ¡esas sonrisas me matan!— dije. –Sus ojos y sus labios se entreabren de una manera perfecta ¡ella es perfecta! Una perfecta mentirosa!—



—No es posible— dijo Jisoo.—Jennie te ama, quizá no convenció a sus papás y pensó que sería menos doloroso—



—¡MENOS DOLOROSO!— la interrumpí levantando la voz más de lo necesario.—¡ME ESTOY MURIENDO! ¡NO PUEDE SER MÁS DOLOROSO!.—





Las lágrimas se me escaparon otra vez, ¿cómo era posible llorar tanto?; la playera de Troye terminó empapada por mi llanto.



—Es increíble, logró engañarnos a todos— comentó Rosé.



—Sí y yo me tragué todas sus palabras, fue una buena jugada—



—No, Jennie no es así. Algo pasó. Lisa tú la conoces, ella no hubiera gritado a los cuatro vientos que te amaba arriesgándose a que sus papas se enteraran si no lo sintiera— interrumpió Jimin.



Esa palabras hicieron una especie de click en mi cabeza. ¿Si no me amaba, si todo era parte de la apuesta, porqué no siguió sus reglas?.



No creas que se trata solo de un beso Jennie, cuando digo que eres mi novia desde ayer lo digo en serio—



—Muy bien, dos pueden jugar el mismo juego; veamos quien pierde primero—



—Me parece bien—



—No creas que me voy a acostar contigo—



—No creas que pienso en eso—



—Bien—



—Bien—



—Y tampoco pienso decirle a mis papás oíste—



—Claro, ¿qué van a pensar de su hija?—.



No le dijo a sus papás, pero no le importó si se enteraban. Y sí estuvo conmigo; ese día en la cabaña, nos habíamos entregado una a la otra, perdimos la virginidad juntas, eso no podía formar parte del plan ¿o sí?

La apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora