Epílogo

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Horas más tarde por fin llego a casa de mi abuela, me bajo del taxi y empujo sin animo las maletas hasta la entrada. Mis ojos están hinchados, y yo que creí que ya no podía llorar más.

La casa se ve triste y vacía. Apenas veo por donde camino, si no fuera por el faro de la calle seguramente ya estaría en el suelo. Hace mucho frío y pienso en encender la chimenea mientras me ahogo en una botella de alcohol.

Sé que dije que estaría bien, que no volvería a encerrarme, pero por está noche quiero dejar de sentir. Jennie ahora debe de estar celebrando su boda y yo estoy sola. Miro la oscuridad del porche y recuerdo el día en que Jennie llegó a mi lado cuando mi abuela murió.

"No quisiera estar en ningún otro lado".

Es malo recordar esa clase de cosas cuando mi corazón esta hecho pedazos.

Quizá si las cosas hubieran sido diferentes, si tan sólo la hubiera podido superar antes, quizá hubiéramos podido ser amigas, quizá la tendría en mi vida de alguna forma, pero no pude. Llego hasta la entrada, meto la llave en la cerradura pero no puedo girarla, algo me detiene. Una luz rojiza llama mi atención, se prende y se apaga. Me acerco y ahí esta de nuevo, iluminando por un momento su rostro.

—No esperaste a saber que decidí— me dice sonriendo y yo me quedo helada, pienso que me volví loca y estoy alucinando.


Tira el cigarrillo en el suelo y lo apaga con la punta del pie.

—¿Cómo...— balbuceo sin recordar bien como se habla.

—Por eso existen los aviones— dice acercándose.

No puedo creer que este aquí, no puedo creer que su decisión soy yo. Corre hacia mí y me besa con desesperación. Es real. La tomo del rostro y correspondo sus besos. Las maletas se caen al suelo, las llaves se resbalan entre mis dedos y se pierden en la oscuridad. No puedo dejar de sonreír, no puedo dejar de amarla. Me levanta del suelo en sus brazos y me da vueltas mientras reímos como un par de niñas.

—Por cierto— dice deteniéndose –yo también te amo.—

El amor es una apuesta donde no importa si ganas o pierdes, lo que importa es que pongas todo sobre la mesa. ¡Y GANAMOS!

La apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora