El viento frío de la ciudad golpea mi rostro a medida de que voy a acelerando el automóvil. Me abro paso entre todos los automovilistas que me encuentro y en pocos minutos ya me encuentro en mi destino.
El lugar está lleno de mis hombres, la seguridad es impenetrable. Así que no me tengo que preocupar por que las cosas tomen un giro inesperado.
Estacionó mi coche, apago el motor, abro la puerta y bajo del carro para ir hacia la entrada de la bodega.
—¿Está dentro? —le pregunto a uno de mis hombres.
—Si señor —me responde.
—¿No lo han matado aún?
—No se preocupe, aún está vivo. Claro que no se encuentra muy presentable, le dimos una calida bienvenida.
—Está bien, que esté vivo es lo que importa. Ya que yo quiero ser quién haga que su corazón deje de latir.
Me adentro en la bodega y veo a lo lejos a mi amigo Matthew golpeando a nuestro invitado quién está atado a una silla.
—Vamos Matt, déjalo respirar un poco —llamo la atención de mi camarada —. No seas tan rudo.
Mi amigo hace su cabello negro hacia atrás con una de sus manos, llego a ellos dos.
—Te has tardado demasiado —dice Matthew.
—Tenía una reunión importante en la empresa, no la podía cancelar.
Matthew es cómo un hermano para mi, él ha estado conmigo en las buenas y en las malas. Nunca se ha apartado de mi, tenemos mucha historia juntos.
Es alto, de piel blanca cómo la nieve, de ojos azules, su cabello es de color negro y largo. En el lado izquierdo de su cuello trae el tatuaje de una calavera y en su oído derecha tiene colgado un arete negro.
Él siempre se caracteriza por vestir siempre de color negro, la gabardina de piel siempre lo hace resaltar demasiado.
—Buen trabajo amigo mío —le doy una palmada en la espalda —. Yo me ocupo desdé aquí.
—Cómo quieras —se aleja.
Me pongo delante del hombre atado.
En la cabeza trae una bolsa negra puesta, la tomo y se la retiro.
—Hola, Matías ¿Me echaste de menos?
—D-dimitri...
—Me alegra mucho saber que aún no te has olvidado de mi nombre. Ya que han pasado dos años desdé que te fuiste de Nueva York —le digo —. Te fuiste... sin avisarle a nadie, fue... muy raro lo de tú ida ¿Por qué te fuiste de esa manera? —camino, me coloco a sus espaldas, lo tomo por el cabello, tiro de él hacia atrás y nuestras mirada se cruzan —Oh ya me acordé. Te fuiste de Nueva York por que nos robaste dinero. Tú eras uno de nuestros hombres de más confianza y nos diste la espalda. Mordiste la mano que te daba de comer.
—¡Ustedes tienen demasiado dinero! —grita con miedo —.¡¿Por qué hacen esto solo por veinte mil dólares?! Es una suma demasiado pequeña para ustedes.
—No es el dinero lo que importa aquí, Matías —contesto —. Lo que importa realmente es la acción que cometiste.
Lo suelto y me vuelvo a colocar delante del maldito.
—Nosotros te dimos trabajo, ganabas bien. No logro entender por que nos diste la espalda. Lo de tú traición fue una verdadera sorpresa.
—¿Qué me vas a hacer?
—Supongo que ya lo sabes, viejo amigo ¿Cuál es castigo a los traidores en esté negocio?
Él no me responde.
—¿No lo recuerdas? Bien... yo te voy a refrescar la memoria —me acerco a su oído izquierdo —. Él castigo a los traidores es... la muerte —me alejo de él y una sonrisa se dibuja en mi rostro —¿Creíste qué íbamos a olvidar tú traición con pasó de los años? Mi padre lo hizo... pero yo no... yo no perdono a nadie que me traiciona. Yo siempre hago pagar a quiénes tratan de verme la cara de idiota.
—P-por favor... no me mates —suplica —. Ten corazón, ten misericordia de mi Dimitri. No quiero morir.
—Me encanta la parte en la que suplican por sus miserables vidas cómo unos bebés —rió —. Eso hubieras pensado antes de querer pasarte de listo con nosotros Matías.
—Por favor... ten piedad.
—Yo no conozco la piedad, y lo sabes bien. No te preocupes amigo mío, tú muerte será rápida. Tendré esa consideración contigo.
Saco mi arma y la pongo en la frente de Matías.
—Por favor —comienza a llorar cómo un niño —. Ten piedad... ¡Por favor Dimitri!
—Fue lindo volver a verte, Matías. Nos veremos en el infierno.
Jalo el gatillo de la pistola y le disparó en la cabeza.
Traidor eliminado. Esto es lo que pasa cuándo alguien me quiere ver la cara.
Guardo mi arma y después abrocho los botones de mi saco.
—Pensé que te ibas a divertir un poco con él —dice Matthew —. A ti te gusta torturarlos.
—Hoy no —contesto —. Estoy cansado. Lo único que quiero ahora es ir a casa y dormir.
—Pues lamento decir que no podrás hacerlo —comenta el pelinegro.
—¿Por qué? —lo miro confundido.
—Antes de que llegarás, llamo tú madre. Dijo que no le contestabas las llamadas.
—Tengo el teléfono apagado ¿Qué quiere?
—Quiere verte en el club, quiere comer contigo —dice.
—¿Ahora?
—Si —él asiente —. Ahora. No te recomiendo negarte, ya sabes cómo es.
—Si, si lo sé —suelto un suspiro —. Iré ya mismo, por favor tú encárgate de limpiar esto. Tiren al maldito al mar, que sea un regalo para los peces y tiburones.
—Cómo órdenes Dimitri —responde mi amigos.
—Nos vemos después, Matthew —avanzo hacia la salida.
Justo cuándo pensé que mi día había terminado, estoy demasiado cansado.
Pero no puedo hacer nada, no puedo negarme a ir a comer con mi madre al club. A ella no le gusta que le cancelen, ella es demasiado insistente hasta que logra cumplir su objetivo.
Salgo de la bodega, voy hacia mi coche, subo, lo enciendo y comienzo mi camino al club.
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Cameron
RomanceDimitri Cameron es el hijo de una de las familias más importantes y poderosas de Nueva York. También es el heredero de la familia y quién carga la responsabilidad de seguir manteniendo a la familia Cameron en el trono en el cuál se encuentran desdé...