Capítulo 1

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Durante años nada había cambiado, nada nuevo sucedía, su vida empezó a ser monótona, sin color y sin sabor. La misma rutina, incluso eran los mismos problemas.

Robos, asesinatos, contaminación, incendios, corrupción, falta de buena economía, roces entre otros países. Guatemala ciertamente empezó a interesarse en el tiempo que pasaba lentamente, eso solo lo hizo sentirse más pesado.

Siempre fué un vago, cuando tenía unos años menos sobre su espalda incluso disfrutaba de ir a beber unas copas con sus hermanos, o simplemente tomar un paseo por el parque, pero ahora no pensaba nada más que en el trabajo, en las juntas, en sus tierras y en encontrar la manera de enderezar las ramas y troncos torcidos en los que el gobierno iba trepando sosteniéndose con sus afiladas garras, siendo impulsados por sus avariciosos deseos.

Pensando en eso solamente se sintió más enfadado, así que se concentró en terminar el desayuno. Los frijoles fritos y los huevos revueltos humeaban de manera agraciada.

Tranquilamente con sus dedos largos y delgados tomó el cubierto y empezó a comer. Solitario en la mesa del comedor, únicamente con el sonido del cubierto golpeando el plato de porcelana.

'Clink' •    •    • 'Clink'.

El guatemalteco luego de media hora finalmente estuvo listo, caminó tranquilamente por el corredor, se inclinó y acarició al enorme can que se encontraba sentado en la puerta, mirando como su amo se iba de nuevo.

Guatemala: Regresaré luego.― Susurró, su voz baja y ronca.

Cadejo meneó suavemente su cola, observando con sus rubíes ojos los pozos negros y profundos con los que su amo lo observaba, era una oscuridad que también era hermosa, pero solitaria, no podía encontrar fuente de brillo alguno. Cadejo gimió y se echó en el suelo mirando la puerta cerrarse luego de que la figura a contraluz se marchó finalmente.

Llegando al aeropuerto Guatemala buscó el vuelo, se adentró y permitió que los empleados realizaran la rutina,  se colocó sus auriculares y mientras miraba por la ventana el vasto cielo con nubes que pasaban tranquilamente debajo de él, subido de nuevo en aquella aeronave privada, yendo otro vez a una junta.

Viendo en su teléfono celular las noticias del día; habían habido varios incendios forestales en los bosques de Petén, también múltiples asesinatos en varias cantinas y dos policías capturados por pedir mordida[1].

( [1] : Pedir dinero a cambio de dejar pasar alguna negligencia como: conducir ebrio o con sustancias ilícitas en el sistema, falta de licencia, menor de edad, etc. )

Soltando un suspiro finalmente cerró los ojos decidiendo dormir un momento, pronto llegarían al país destinado.

Entrelazó sus manos sobre su regazo, la camisa manga larga de tela y la corbata de rayas blancas que llevaba le sentaba bien con el aspecto que tenía, expresión soñolienta, ojeras, barba levemente pronunciada y al caminar lo hacía un poco encorvado, posiblemente por no querer exaltarse demasiado al caminar rápidamente.

Fué un pestañazo fugaz, pensó que apenas había dormido unos quince minutos, pero cuando llegó a su destino era pasado de medio día, aún así, no había calor, el sol estaba oculto entre las densas nubes grises y el viento soplaba revolviendo el cabello que cepilló en la mañana, atado a una pequeña coleta.

Suspiró de nuevo cuando la primer gota cayó sobre su hombro y le siguieron un sinfín que inmediatamente humedecieron las calles. Frunciendo sus cejas gruesas y pronunciadas aceleró un poco el paso, sin importar que haya tomado el taxi que el chico de secundaria había llamado.

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