Capítulo 11

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Por la mañana el canto lejano de algunas aves lo sacaron de su estado entresueño terminó cuando los primeros rayos del sol entraron danzantes por su ventana frente a su lugar de trabajo, alentados por las suaves y frescas corrientes de aire se puso de pie de su escritorio y caminó hasta su ventana donde empujó la hoja corrediza a un lado para salir al balcón.

Las hojas de los árboles murmuraban al aire mientras se mecían junto al viento. El hombre apoyó sus manos en la bandarilla de madera y suspiró, si ancha espalda tensandose debajo de su camisa la cual abrazaba perfectamente sus músculos.

La luz del sol golpeaba su rostro y era una lástima que nadie viese cómo aquellos ojos celestes como el cielo parecían absorber la luz solar y transformarla en un brillo propio que añadía una belleza etérea a aquellos orbes. Estados Unidos elevó suavemente su barbilla, sus ojos observando el basto cielo con unas cuantas nubes perezosas flotando aquí y allá.

Justo ahora, ¿esos preciosos ojos no eran solo espejos reflejando el cielo? Lo parecía.

Soltó una suave risa, sus labios delgados y suaves elevándose de una manera burlona, las sonrientes líneas de expresión en sus mejillas marcándose en una sonrisa coqueta.

Estados Unidos no era narcisista, simplemente sabía que tan guapo era, entonces, ¿por qué fingir ser humilde y negarlo? Era totalmente innecesario. Tenía facciones feroces y masculinas, rectas y afiladas, con un porte de elegancia. Como un emperador vistiendo las mejores pieles.

Regresó al interior solo para recoger la botella de Coñac Henri IV y. . .era muy perezoso como para terminar de apreciarlo así que empujó un enorme trago en su garganta, esta era la forma correcta de apreciarlo, ¿qué no?

Se apoyó de espaldas a la barandilla y miró hacía el interior, era un desastre, habían hojas esparcidas por el suelo y desde su lugar podía observar la computadora encendida y una fotografía con zoom al rostro de alguien.

Mientras bebía otro trago permitió mantenerlo unos segundos en su boca antes de que su manzana de Adán ruede  un par de veces ante los suaves tragos.

Estados Unidos: My beautiful love, don't worry, Uni is here. [Mi lindo amor, no te preocupes, Uni está aqui].

Decidió refrescarse luego de una noche con cero sueño, de hecho hace días que estaba pegado a la computadora y al teléfono, atentiendo y haciendo llamada tras llamada, además de eso su país también estaba en apuros, el tema de la deportación estaba en la cumbre y la policia y fuerzas armadas asignadas casi no daban abasto.

Una vez que la situación se dió a conocer algunos valientes se alzaron en las calles protestando y pidiendo consideración para permitirles estar en el país,  mas no fueron más que pescados y devueltos a su propio río en cuanto se pudo, todos los demás se esparcieron y corrieron en todas direcciones como un panal de hormigas.

Especialmente los bandidos y líderes de pandillas y grupos que eran peces gordos. La policía ha estado trabajando arduamente cazando día y noche.

Ademas el presidente lo lleva del brazo de un lado a otro pidiéndole que lo acompañe a cada reunión, a cada situación, normalmente el presidente hacía éstos trabajos solo, reuniones y pláticas, no necesitaba de USA.

Uni no era idiota y sabía que se puso en el radar del imbécil del líder, ya era muy sospechoso que Guatemala haya logrado dar una cantidad tan grande, ¿No era un principal sospechoso si se llevaba bien con el chapín?

No habían pruebas así que el punto era para el gringo pero, si quería seguir sosteniendo ese punto no debia hacer movimientos sospechosos y actuar como un niño obediente ante el presidente, como lo hacía siempre para llevar la fiesta en paz, ahora que lo hacía porque realmente era peligroso, una tensión se posaba en su estómago.

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