Sigue al corazón y no al pensamiento

324 25 0
                                    

Harper

Anoche volví a dormir con Chloe por lo frustrada que me sentía por lo de la rusa y la pelirroja.

Chloe me convenció de dormir con ella diciendo:

—"Tú, más frustración, es igual a un desastre de papel y arte en tu habitación."

Sabiendo que no era mentira, agarré unas cuantas prendas de ropa de mi habitación -bajo la atenta mirada de Chloe y Ruby- ,la cama y uno de los juguetes de Kobe para que pueda dormir con nosotras.

Ruby quería quedarse con nosotras pero tenía trabajo con su primo en la mañana y quedarse en nuestra casa, implicaba que tendría que madrugar para poder regresar a su casa y prepararse para el trabajo.

Sin embargo, no pude dormir mucho. No mientras tenía una idea rondando en mi cabeza gracias al anillo de mamá.

Quiero ver a la mujer que le dio el anillo, quiero conocer su versión de la historia. Quiero saber si luchó por la mujer que amaba. Quiero saber por qué la dejó ir.

Parece que papá y mamá discutieron y por eso mamá no se va a la oficina con él, lo que significa que tengo pase libre para preguntar acerca de Camila y quizás, algo sobre su paradero.

Mamá estaba en la cocina preparando el almuerzo y estaba de un humor particularmente bueno. Simplemente hoy es el día perfecto para preguntar por lo que quiero saber.

—Mamá.—llamé.—¿Puedo hablar contigo un momento?

—Claro, hija. ¿Qué sucede?

—Estás de muy buen humor hoy. ¿Hay alguna razón para ello?

—Nada en particular, solo es un buen día.

—Eso es genial.—la animé.

Segundos después comencé a jugar con el anillo en mi dedo, de la nada me sentí algo nerviosa por su reacción. Por supuesto, mamá notó mi comportamiento y se adelantó a preguntar. Por mucho que se comporte como si me odiara, que quizás en el fondo sea mínimamente cierto, sé que me conoce y también sé, que conoce perfectamente mi comportamiento.

—¿Pasa algo con el anillo?

—No es sobre el anillo.—me encogí de hombros.—Quiero preguntarte sobre Camila.

—Supongo que era algo inevitable.—suspiró.—Adelante. Dime qué sucede con ella.

—¿Sabes en dónde se encuentra ahora?—pregunté tan rápido como pude.—Tengo demasiadas preguntas en mi cabeza y no es posible que tú las respondas. Tiene que ser ella.

—En parte, sí, sé dónde vive ahora y está a solo un par de horas de aquí.—se encogió de hombros y se quitó el delantal que estaba usando.—Hasta hace dos años, Camila me enviaba una postal al mes para preguntar cómo estamos la "bebé" y yo. En sus postales me contaba parte de su vida y preguntaba por la mía. Nunca pude responderle a ninguna por miedo a que tú padre lo descubriera. Supongo que eventualmente se cansó y dejó de escribirlas.—suspiró.

—¿Qué sucedió con todas las postales que te envió?—pregunté intrigada.

—Las quemaba todas con la intención de que nadie las hallara. De hecho, la foto que te mostré, también tenía la intención de quemarla, pero no pude. Terminé sacándola del fuego antes de que ardiera junto a las cartas.

—Ya veo.—dije.—¿Podrías decirme dónde vive?

—Si te lo digo, quiero que me prometas algo.—levantó su dedo. Yo asentí a modo de respuesta.—No vas a ir sola. No importa qué tanto quieras hacerle tus preguntas. Vas a ir acompañada. Y si es con tu hermana, mucho mejor.

Todo sobre ti (GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora