Te ayudaré

305 19 4
                                    

Larissa

Debo admitir que hacer que Harper se fuera me alegró un poco, sin embargo, no esperaba que eso afectara tanto a Bonbon.

Bajé las escaleras encontrándome con los padres de Kate, que me examinaban con la mirada, serios, buscando algún rastro de peligro en mí.

—Disculpen que tengan que conocerme de esta forma tan inesperada.—comenté bajo su atenta mirada.—Mi nombre es Larissa Klímova. Es un placer conocerlos.—añadí con la mejor de mis sonrisas.

—Supongo que eres amiga de Kate.—dijo la señora de ojos claros.—El placer es nuestro.

—Me agradan sus modales.—comentó el señor a su lado.—Permíteme presentarnos. Ella es mi esposa, Natalia y yo soy Diego Gonzales.

—Sé que nos acabamos de conocer y realmente espero que no les moleste pero, Kate me pidió que me quedara a dormir esta noche.

Tras mirarme unos segundos, la pareja susurró un par de minutos y volvieron a verme. Pronto llamaron a Kate, llamado el cual, no obtuvo respuesta alguna.

—Kate no se siente bien en este momento. Esa es la razón por la que me pidió quedarme.—suspiré.—Tiene algo que ver con otra chica, Harper.

—Sabemos que en este momento no están en los mejores términos, pero creemos que pueden solucionarlo.—negó Diego con la cabeza.

—Bueno, yo confío en mi hija, sin embargo, quiero hacerte unas preguntas para sentirme un poco más tranquila respecto a tu presencia.

—Adelante.—cedí con una sonrisa.—Puede hacer las que usted guste.

—Para empezar. ¿Hace cuánto se conocen?—pregunto la señora.

Esa era la única pregunta que no quería que me hiciera. A mi parecer, es poco creíble decirle que conocí a su hija por primera vez hace, más o menos, diez años.

Tras ver mi inseguridad para contestar, Natalia suspiro.

—Se conocen hace poco, ¿no es así?

—No me creería si le dijese la verdad.—reí algo nerviosa, es imposible que me crea.

—He escuchado de gente que se va a casar tras un día de conocerse, no creo que sea peor que eso.

—Si no le importa, me gustaría dejar esa pregunta para otro momento.

—Bueno.—llamó la atención Diego.—¿Qué opinas del dinero? De seguro te atrae la idea de pudrirte en dinero.

«¿Pudrirte en dinero?»—pensé.—«¿Qué demonios significa eso?»

Pronto notaron mi debate interno, intentado darle significado a esa frase. Realmente odio no saber mucho del idioma ahora.

—No creo que sea buena idea que estés cerca de nuestra hija.—comentó con severidad Diego.—Mucho menos si no puedes responder una pregunta tan simple.

—¡No no no! No es que no pueda responder...—¡Демоны! Ahora si me puse nerviosa. ¿Acaso aquella expresión tiene algo que ver con la pregunta?—Es solo que... no sé qué significa la expresión que usó.

La pareja se miró un par de segundos y voltearon a verme. Diego parecía algo confundido, mientras que Natalia me miraba divertida.

—Respondiendo a su pregunta.—me aclaré la garganta.—No creo que tenga mucho que opinar. No después de haber crecido rodeada de dinero y lujos innecesarios.—me encogí de hombros.—Solo sé, que el dinero hace daño.

—No pareces una mujer que haya crecido entre lujos.—expresó Diego tras observarme con detenimiento.

—Mi mamá me enseñó a no gastar dinero para presumir. Claro, podría comprar marcas caras como Gucci, Louis Vuitton o Prada y gastar montones de dinero ó, podría usarlo para cosas más importantes y darme de vez en cuando un pequeño lujos.—me encogí de hombros.—Como mi auto.

Todo sobre ti (GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora