Cuídate.

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Después de una larga salida, Rubius y Quackity volvieron sanos y salvos a la clínica.

Solo que había un "pequeño" problema con el osezno. Y aunque su expresión facial no lo dijera, su lenguaje corporal hablaba por si mismo. Cada minuto que pasaban caminando juntos, solo hacia que el híbrido de pato se pusiera más y más nervioso.

Y después de lo que pasó, tal vez solo Rubius quería estar solo. Por lo cual, se quedó callado hasta llegar a su respectiva sala.

─ Bueno, lo siento, pato. Tendré que dejarte solo.

─ Ay.. Gr.. Gracias por el paseo..

El castaño logró esbozar una sonrisa después de todo el desastre antes de despedirse con una seña y volver a su oficina. Claro, la tranquilidad no le duró mucho, pues se había tropezado con alguien inesperado.

─ . . . Obviamente eras tú, Luzu.

─ Rubius.

El osezno cruzó miradas con el castaño. Claramente las aguas entre ellos no estaban del todo bien.

─ ¿Quacks esta bien? Pasaron dos horas desde..

─ Ey, ey, ey, ey, te me calmas. Esta bien, fresquito y lo más importante: por fin pudo salir. ¿Bien? Ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer.

Menciono mientras apartaba al castaño de su camino, directo hacia las escaleras. Ese comportamiento tan inusual en el oso.. Lo frustraba, incluso más que cuando este tenía buen humor.

Luzu se sacudió las ropas, como si fuera que tuviera un germen esparcido en ellas antes de volver en dirección a la sala en donde se encontraba su ángel. Primero tocó la puerta, quería al menos tener la seguridad de que si estaba allí.

Una débil voz se oyó atrás de la madera.

─ ¡Ven!

─ Ostia, Quacks, que voz.

Dijo el castaño entre risas antes de hacerse paso a la habitación, sus ojos adquirieron un brillo instantáneo al hacer contacto visual con el pato, quien esbozó una sonrisa.

─ ¡Lusu! Don.. ¿Donde.. te.. fuis..?

El doctor lo interrumpió antes de que pudiera hablar, con un beso apasionado en sus labios, Quackity solo supo alejarse entre forcejeos antes de hacer una mueca.

─ Ay.. No.. creo que ese juego.. N..nos sirva mucho.. Lusu.

Esto levantó señales en el más alto, quien lo miró extrañado.

─ Joder pero Quacks, solo dale tiempo, es un ejercicio vocal, en este caso, solo un médico como yo puede realizar tal tarea. Nadie más, ¿esta bien?

El híbrido solo aparto la mirada, pensativo. Y luego asintió con la cabeza, no quería sobrepensar las cosas, solo que a veces situaciones como esas le dejaban un mal presentimiento.

Pasaron unos segundos de silencio antes de que el mayor volviera a romper este.

─ Y.. ¿Como fue tu paseo? Me dijeron que estuviste caminando.

Una mirada angustiada del pato fue dirigida al doctor, quien supo en breve que algo había pasado en la salida.

─ No.. sé lo digas a nadie esto..

─ Cúentame, Quacks.

Entre pequeños tartamudeos y pausas del pato, Quackity procedió a contarle los eventos del día, desde el desayuno hasta la "salida" en bote pero en especial, el pequeño percance que había tenido Rubius con la ley. Luzu alzó una ceja.

"Entonces.. ¿Se lo quería llevar lejos todo este tiempo? ¿Fuera de Karmaland?"

Se mordió el labio inferior mientras ocultaba sus verdaderas emociones del azabache. Lo que menos quería es que él viera ese lado tan feo de él.

─ Bien.. y.. En resumenes, Rub no puede salir de Karmaland porque le debe mucho al gobierno.

─ S.. Su padre.. No él.. N.. No lo.. quise molestar.. mucho con eso..

─ Va, pero hiciste bien en contarmelo, Quacks. La próxima vez yo te llevo a por un helado, ¿quieres?

Pudo sacarle una sonrisa a su paciente favorito, quien apenas recordaba la última vez que comió helado. Ahora, había tomado la iniciativa él, quien se levantó de la camilla para depositar un beso en la mejilla del castaño.

Y oh, él estaba en las nubes desde el segundo uno. Su rostro, que naturalmente era pálido, adquirió un suave color rosado que, podía sentir como una cálidez y no solo en su rostro, sino en su corazón.

"Quacks.. De verdad me vas a volver una bestia."

─ Sabes lo que haces, ¿no?

Esta vez se ganó una mirada confusa del pelinegro, quien se rascó el comezón imaginario en su nuca.

─ He.. Helado..

Aunque lo estuviera sobornando con besos, eso le pareció increíblemente tierno al doctor, quien soltó una risa mientras despeinaba algunos mechones de su cabello. El mencionado lo miró extrañado, a veces Lusu le parecía raro.

─ Bien. Vendré mañana, te traeré de tu sabor favorito, ¿lo.. recuerdas?

─ Me.. menta grrr..anizada.. ¡No.. no! Oreo.

Lo memorizó en su cabeza antes de volver a sonreírle a su ángel, con su hilera de perlas blancas antes de acariciar ambas de sus mejillas, depositando un beso de despedida entre esos suaves labios.

Y el híbrido estaba empezando a dudar de si ese era un ejercicio vocal o no. Solo aprendía más cosas cuando estaba con el oso, después de todo.

─ Nos vemos mañana, Quacks.

Y se retiró, dejando así a un Quackity con muchas dudas acerca de si lo que estaba haciendo con su doctor era realmente práctico.

" . . . "

"Tal vez deba hablarlo con la rubia. Él entendería."

Y mientras esos pensamientos pasaban por la cabeza de Alex Quackity, Luzu se dirigía a su oficina con los suyos colmados de varias emociones distintas.

"Rubius.. Ya eligiste tus cartas. Yo eligiré las mías."

Y al cerrar la puerta, se apresuró en buscar su teléfono con la mirada. Por suerte, no habían mensajes de ese extraño número desconocido. Desbloqueo el dispositivo y bajo a sus contactos.

"No.. No.. No.. Ah, aquí estas."

Y sin más, dio a marcar el dicho número mientras se sentaba y echaba su cabeza hacia atrás, esta encontrandose con el almohadin de su acogedora silla.

─ Ah, ¡Fargan, tío! Hasta que contestas.. Si.. Ah, la verdad te llamé por algo en específico, ¿sigues haciendo tus.. pequeños trabajos, no? ¡Que bueno! Hay un chaval aquí.. Se llama Rubén Doblas que, bueno..

Hizo una leve pausa a la vez que una sonrisa se le dibujaba en el rostro, feliz de pronunciar las siguientes palabras.

Tiene un par de problemas, ¿sabes?

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El 9 y el 10 vienen fuerte. Preparensen.

Amoeba. | luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora