Nueva oportunidad.

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Tres hombres se encontraban sentados alrededor de la misma mesa en el bar. Pero el motivo de su reunión espontánea no era la alegría de verse, sino más bien la frustración de uno de ellos.  Los dos hombres restantes solo podían suponer, a juzgar por la obvia irritación de su compañero, que el día de este tercer hombre claramente no había sido bueno.

Lolito, era quien se veía más afligido por los problemas que se le habían presentado en su vida ese día. No solo había perdido su trabajo, después de años dedicado a la misma empresa, sino que además había sido escarnecido y despreciado por su propia familia después de anunciarles la noticia. Pero Lolito no estaba dispuesto a esconder su pena ni a callar su rabia. En lugar de pensar con calma y cordura, su furia se canalizó hacia dos blancos evidentes de su frustración.

Sus dos acompañantes se miraron entre sí, sorprendidos e intrigados ante la tormenta de quejas e improperios que Lolito descargaba sobre la ineptitud de su anterior jefe y la mezquindad de sus parientes. Ellos solo querían brindarle su apoyo, pero las palabras de Lolito se les estaban haciendo una colmena de agua en sus mentes. Finalmente, el castaño con un mechón anaranjada en la barra detuvo al pelirrojo, con una sonrisa pícara.

─ Para un momento, tío, vamos a calmarnos, ¿puedo preguntar quienes son estos dos gilipollas que te jodieron el puesto? ─ Contestó, dandole una pequeña palmada a la espalda del recién despedido, quien se tomó su glorioso tiempo para contestar, siendo interrumpido por su propio hipo entre palabras.

─ ¡Fueron.. los bastardos esos.. que pagaron por el niñato con alas! ¡Hic! ¡Luzu y Doblas! ─ Y entre los sollozos del poseedor de aquellas esmeraldas cristalinas, los dos complíces en la mesa intercambiaron miradas juguetonas, haciendo que el ambiente de la conversación cambiará drasticamente. Lolito notó esto, por lo cual se recompuso lo más que pudo, aclarando su garganta ronca antes de hablar de nuevo. ─ ¿Para qué.. quieres saber eso, Auron?

─ Venga, somos amigos.. ¿Aún tienes las llaves de tu despacho, no? ─ El mencionado Auron, ahora elevando sus dedos hacia las hebras anaranjadas de su acompañante, despeinandolo con cariño mientras este se enjuagaba aquellas lágrimas amargas y cargadas de veneno.

La atmosfera se volvió más ligera, sus dos amigos habían deducido que se querían divertir esa noche. ─ S.. Sí, ¡hic! Tengo que entregarlas antes del viernes pero vamos, dime, ¿que tienes planeado?

─ Solo deja que las tenga, Auron sabe como joder a la gente hasta la membrana. ─ Ahora el castaño que adornaba su cabellera con unas gafas de protección se digno a hablar, pero su silencio volvió a hundir la sala, ahora en sus labios se encontraba un cigarrillo el cual disfruto mientras veía a los otros dos seguir con la conversación. La noche prometía ser larga y oscura.

Pero Lolito seguía confundido. Aún así, extendió el manojo de llaves que tenía sobre sus bolsillos hacia su compañero de bebidas.

─ No te vas a arrepentir de esto, amigo.

En una tarde de mayo, a las 5PM, cierto híbrido de alas negras se encontraba otra vez en la terraza.

Otra vez huyendo inconscientemente de cierto doctor. Los pocos amigos que había hecho hace unos días ya no eran un lugar seguro, no desde el incidente del chico en silla de ruedas atrapándolo en dicha escena. Se estaba aislando de todo el mundo aún sin darse cuenta, pero le pintaba bien. Esa era una de las pocas veces que podía desconectarse del mundo real. El aire fresco le traía de vuelta la nostalgia de la única vez que había tenido un paseo normal en esos días de angustía.

La última vez que vio a su amigo osezno con vida. Y eso lo traía de vuelta al mundo real, lleno de miseria y penuria. Dejó de lado ese sentimiento lúgubre por unos segundos para agasajar su vista, las personaa que paseaban cerca de la clínica se veían tan pequeñas, incluso podía ver como el sol se ocultaba por entre las nubes como un astro agonizante. Quackity adoraba los atardeceres.

Pero ese pequeño momento de paz le duró poco, pues el sonido de unos pasos desconocidos logró que sus alas se agitaran, agresivas. Temía que fuera quien él pensaba.

─ Ah, pato, ¿que haces acá? Tengo que cerrar las puertas ya. ─ El menor suspiró aliviado. Era Spreen quien, por suerte, lo había atrapado. Pero no bastó mucho para que el osezno malentendiera toda la situación al ver al híbrido tan cerca del barrandal de la terraza. ─ Escúchame una cosa, aléjate de ahí.

El pato lo miró ahora confundido pero sin quejas o preguntas de por medio, se alejó del pequeño barrandal, ahora acercándose al paramédico con una sonrisa. ─ ¿Por qué no estas con tu doctor?

Quackity dudó en si responderle o no, incluso la pequeña sonrisa en su rostro se había esfumado. Eso exasperó a la persona que estaba en su presencia, logrando sacar del oso un suspiro tan frustrado como furioso. Spreen estaba impaciente, quería terminar su ronda en cuanto antes para irse. ─ Aún no entiendo por qué..

El híbrido bajó la mirada, dominando los nervios que amenazaban con crisparle las plumas. ─ ¿Porque qué?

El pelinegro rodó los ojos y sin más preambulos le lanzó las llaves de la terraza al pato, quien ahora estaba incluso más confundido que antes.

─ Cerrá cuando termines de hacer lo que sea que estes haciendo.

Y realmente, Spreen no sabía si estaba haciendo un buen uso de sus acciones pero, esperaba que sí. Sus pensamientos volvían a Quackity una y otra vez sin poder evitarlo, y luego terminaba con el doctor que cuidaba del mencionado. Desde el día en el que supo que había algo raro con esos dos, empezó a estar más alerta. No sabía si estaba del todo bien que se siguiera hablando con el pato, prácticamente su compañero lo había amenazado, ¿no?

─ Quackity.. Ugh.. Más vale que cierre bien la terraza..

"Y que no haga ninguna locura."

Esas palabras las susurró para si mismo antes de marcharse de la clínica, dejando a un patito muy despierto observando como el atardecer se desvanecía en el cielo azul. Definitivamente era uno de los días más pacíficos que ha tenido por lejos. Y con ese pensamiento en mente, su mirada bajó hacia las llaves que le fueron otorgadas. Una sonrisa se dibujo en su rostro.

Otra vez tenía un lugar seguro al cual cuidar.

Lo que no sabía el pequeño pato es que alguien lo estaba acechando por la distancia. Expectante de cada una de sus acciones, solo le quedaban unos días más para poner en marcha aquello por lo cual había esperado tanto.

Click.

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Hihi, me i'm depressed xq se me inflamó la nariz y si yo estoy mal entonces todos van a sufrir ??? Also, here is a clue you might find interesting

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Amoeba. | luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora