C'est la vie.

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TW: Manipulación verbal. Vomito. Humillación. Elementos asquerosos. (?) Wilbur.

La vida de Alex Quackity parecía estar en un punto muerto, sin movimiento ni emoción. Sin embargo, la noche estaba por llegar, y con ella, llego la bendita soledad. Había pasado toda la tarde durmiendo, como si quisiera escapar de la realidad que lo rodeaba, pero por suerte, no había habido visitas que lo perturbaran.

En ese momento, Quackity se encontraba a solas consigo mismo, con su mente y sus pensamientos. Era como si pudiera desaparecer en ese instante y nadie lo notaría, como si su existencia no tuviera importancia para nadie más que para él mismo. Había necesitado tiempo para asimilar plenamente todo lo sucedido en esos pocos días;  todavía le resultaba irreal. Spreen se había marchado de repente, dejando tras de sí sólo recuerdos. Roier y Missa habían empezado a distanciarse poco a poco a raíz de aquel suceso, sus interacciones no eran tan frecuentes. 

Luzu, por el contrario, parecía negarse en redondo a dejarle ir. Cada vez que cerraba los ojos, aún juraba percibir el aroma de su perfume flotando a su alrededor. Todavía juraba sentir sus manos cálidas recorriendo su piel. Su ausencia física se hacía insoportable pero su presencia se negaba a abandonarle, como un león acechando a su presa. Y él deja que se quede, le da la libertad de usarlo una y otra vez con la esperanza de que todo pare. Pero era inútil. Su vida entera desfilaba ante sus ojos mientras yacía inmóvil en la camilla, contemplando el baile incansable de las hojas que se asomaban por la vista que le regalaba la ventana de su cuarto, contando las gotas de lluvia que corrían por el cristal como lágrimas, esperando con anhelo a que las horas pasasen y le concediesen alivio aunque fuese temporal. Esperando a que cerrar los ojos fuesen lo suficiente para despertar de esa pesadilla.

─ My, my, this room is deppresing.. ─ resonó una voz que ciertamente no era la suya, adentrándose en su campo visual. Alex pudo reconocer el aroma cálido y persistente del tabaco filtrándose por sus fosas nasales, provocando que su ceño se contrajese en una mueca de frustración. El menor ladeó lentamente la cabeza hacia la dirección de la voz. Sus ojos, enrojecidos y cansados tras horas en la misma posición, se enfocaron con dificultad en la figura recortada contra la luz de la ventana que daba justamente a la puerta.   
                           
Las palabras flotaron en el aire como volutas de humo, llenando el silencio de la habitación y arrastrándole de regreso a la realidad. Otro día, las mismas cuatro paredes, una existencia que se empeñaba en permanecer atascada. El chico se había dejado crecer la barba, a decir verdad, no le quedaba mal, pero no era el rostro que ahora mismo quisiera ver Alex. La risa que salió de su boca fue inesperada, como si se estuviera riendo de un chiste que él solo sabía. ─ Lo diré en español, pensé que estabas muerto. Pero veo que ese novio tuyo te tiene muy oculto.. ¿Cambiarte de ala, en serio? ─ El híbrido de pato se acomodó sobre la camilla, flexionando sus brazos antes de poder observar mejor al castaño. El tono de su voz... parecía burlarse de la situación que estaba atravesando, como una flecha que ha fallado por mucho su blanco.   

El británico alzó una ceja ante el silencio del muchacho que yacía en la camilla y se acercó a él. Sus pasos resonaron sobre el suelo de baldosas, acercándose de manera amenazante. Eran pausados, casi arrastrando los pies, pero había algo en la manera en la que aquellos ojos carmesí lo miraban, lo estudiaban, lo perforaban que infundió en el pobre azabache un repentino sentimiento de ansiedad y aprensión.

Sus dedos se agarrotaron sobre la fría tela de la sábana hospitalaria que le cubría, los nudillos arrugando la superficie blanca. Su mandíbula se tensó, la garganta se trabó mientras un sudor frío descendía por su columna.

─ You're really gonna play quiet, Quackity.
 
Su acento inglés retumbaba en los oídos del joven tumbado, su tono informal y casi burlesco rasgando la tensa quietud de la habitación como un cuchillo desgarrando seda. Quackity tragó saliva nerviosamente mientras sentía la intensa mirada del británico sobre él. Repentinamente se sintió extremadamente consciente de su propia vulnerabilidad y expuesto a la voluntad del otro hombre. Trató de evitar mirar en su dirección como si de esa manera pudiera fingir que no estaba allí, aunque sabía perfectamente que eso era imposible.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2023 ⏰

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Amoeba. | luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora