Sin salida.

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Mientras que la mente del personal de salud del hospital con más fama de Karmaland era un desastre.

La de Luzio era un torbellino. Indescriptible. Era verdad que había actuado por impulso, había golpeado a otra persona de su recinto sin titubeos pero.. De alguna manera u otra, estaba finalmente en paz, contando las horas para que su turno terminará. Hoy había sido un buen día, y tenía una prueba irrefutable para recordarlo con cariño.

Al llegar a su oficina, cerró la puerta con seguro y revisó sus bolsillos, sorprendiendose un poco al principio, parecía que el objeto se había extraviado. ─ No.. No puede ser..

Frustrado, su expresión facial cambio a un ceño fruncido, eso hasta que se dio cuenta de que por lo agitado que estaba, dicho objeto se le había caído al suelo. Lo levantó con cierto aprecio, este al ser una pluma negra entre sus dedos, lentamente la acaricio como si en cualquier momento se fuera a romper. La esencia de su ángel inundaba la habitación, todo era.. Pureza. Todo se sentía limpio de repente, y sentía como su madre lo observaba en esos instantes.

"Te amo, Quacks. Te amo, mamá."

De nuevo le susurró a la pluma que yacía en la palma de su mano antes de dirigirse a su escritorio y guardarla entre los demás papeles. Le recordaría diariamente que aunque él y su ángel no se vean todos los días, Quackity procedería a cuidarlo inconscientemente con el recuerdo de su persona. Y en su mente, eso se oía demasiado bien.

"Pensandolo bien.. Spreen solo habla por hablar.. Como ese oso de mierda."

El más alto dejo que de sus labios un suspiro se escapara. No debía pensar en presencias indeseables ese día, especialmente porque ya había cometido su cometido. Había logrado sacar de su radar a Rubius y a Spreen. Planeaba tener un poco de paz en su mente por fin, una vida en la que pueda persuadir a Quacks para que este con él la mayoría del tiempo. Sentía que Quackity solo tenía miedo y vergüenza por lo que dijeran los demás, después de todo, era un romance casi prohibido.

Pero eso le parecía adorable. A él no le importaba mucho renunciar a su vida actual si podía tener a su pato todo el día para él, tal vez la próxima vez se lo plantee de una manera más seria, así de una vez por todas, su relación podía avanzar de a poco.

No planeaba que sus pensamientos se desequilibraran con el sonido de dos golpes llamar a su puerta.

─ Ah, sí, pase. ─El doctor contesto sin darle demasiada atención, sus manos cerrando el cajón con suma rápidez. Cuando levantó la mirada, uno de los paramédicos, Sapo Peta, estaba frente a él. ─ Ostía, me asustaste, ¿pasa algo?

─ Sé que es algo impaciente de mi parte y me disculpo de antemano pero.. ¿Ya hay actualizaciones sobre la familia del pato?

Oh.

Oh.

Se había olvidado de ese detalle. Sin lugar a dudas, su expresión cambio a una angustiada, como si su garganta no tuviera las fuerzas para explicar la situación de la cual se le preguntaba.

─ Sí.. Traté de contactarlos pero.. Nadie me atendió, también busque sus nombres por todos lados pero es como si toda información de Quacks estuviera bloqueada.. Su familia debió maltratarlo demasiado como para querer joderle la vida incluso borrando el apellido de la internet. Me fue imposible cumplir con los objetivos, tal vez debí esforzarme más..

Fue interrumpido por unas cálidas palabras del moreno. ─ ¡No, no! Esta perfecto, yo.. Bueno.. Solo me preocupo, Rubius también se ha ido.. Parece que el pobre patito solo te tiene a ti.

Luzu quería sonreír, pero para poder hacerlo, tuvo que cubrir sus labios en un gesto pensativo. Le agradaba como se escuchaba eso, aunque quisiera negarlo. ─ Es una lastima que no pueda estar con sus seres queridos, pero trataré de cuidarlo como si fuera uno.

Amoeba. | luckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora