𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 10 - 𝑺𝒊𝒍𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒕𝒓𝒂𝒍

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Leon no podía creer lo que estaba pasando: su ex y su pareja, juntas en la misma casa. Eso era algo que jamás habría creído poder presenciar.

«Pero, ¿qué ex, ni qué pareja, ni qué demonios?», se reprendió con cabreo. «Ada no es mi ex nada porque jamás ha sido nada mío, por mucho que yo quise empeñarme en creerlo. Y Claire, ¿qué cojones va a ser mi pareja? ¿Acaso ella y yo hemos hablado algo de eso, siquiera? Me estoy volviendo loco».

Más furioso consigo mismo a cada momento que pasaba, no se dio cuenta de que Chris se había plantado ante él con cara de mártir. Sin decirle nada, el moreno lo cogió por un brazo y tiró de él hasta que logró encerrar a ambos en la cocina. Leon lo miró sorprendido.

—¿Qué te pasa? —preguntó con malos modos. No tenía ganas de aguantar gilipolleces, precisamente.

—Tengo que contarte algo importante —dijo mirándolo fijamente.

Él enarcó una ceja, sarcástico.

—¿Más importante que toda la mierda que se nos ha venido encima con Ada? —preguntó con acidez.

—No tienes ni puñetera idea de la auténtica mierda que se nos ha venido encima con Ada —le aseguró nervioso.

—No me fastidies... A ver, ¿qué pasa ahora? No me digas que tanto exhibicionismo sin camisetita por tu parte ha hecho que te enamores... —bromeó mirándolo burlón.

—Yo no estoy enamorado; ni ella tampoco.

Ambos cruzaron miradas severas y se entendieron sin palabras.

—Dime en qué momento he muerto y quién demonios se me ha cargado, porque está claro que he ido al infierno —aseguró alucinado.

—No me estás ayudando —le echó en cara frustrado.

—¿Y qué quieres que yo te diga? —objetó incrédulo—. Te estás acostando con ella; así que, sabes perfectamente de qué palo va. ¿Pero cómo se te ocurre hacer algo así? ¡Joder!

—Eso, dímelo tú —respondió con cabreo.

—No, no, no, espera: hace años que yo no me acuesto con ella. Así que, no me quieras hacer compartir tus errores —le dejó claro tajante—. Escucha, Chris: una vez, hace muchos años, yo le aseguré que había cambiado. Y ella me respondió que yo solo creía haberlo hecho, nada más; y tenía toda la razón. Aparte de que ella no hizo más que utilizarme, mis principios, mi moral, no son compatibles con lo que es y con lo que representa. ¡Y los tuyos tampoco, joder! ¿En qué narices estás pensando? ¿Acaso crees que puedes dejar quien eres de lado, sin más, para estar con ella? —le reprochó incrédulo.

—Eso creí exactamente, sí.

Leon lo miró atónito y sin palabras.

—¡Mierda, Kennedy! ¡Para tirarte a alguien en la cama no hace falta compartir más que fluidos! ¡El resto no pinta nada ahí! —argumentó fuera de sí.

El rubio no podía creer lo que acababa de escuchar. Negó abatido con la cabeza.

—Si es eso lo que realmente piensas, ¿para qué cojones has venido a contármelo a mí? Yo no puedo ayudarte —le aseguró.

—He venido a contártelo porque esta jodida casa acaba de convertirse en una bomba de relojería —afirmó severo—. Yo me he estado acostando con Ada, y también lo he hecho con Jill. Y tú tienes a tu ex y a tu novia ahí fuera, juntitas. ¿Te parece poco problema? —preguntó con sarcasmo.

—¡Y dale con lo de la mierda de la ex! ¡Ese es el puto problema, Redfield: que cuando estás con Ada, jamás llegas a tener ex! ¿Lo entiendes? —le gritó frustrado—. Te lo advertí: no hagas a Jill aquello que no quieras que nadie haga a tu hermana —le echó en cara fríamente—. Yo resolveré mis problemas, por eso no tienes que preocuparte: de hacer feliz a tu hermana, me encargo yo. Y te advierto que, como la mierda que te traes con Ada nos joda la vida a todos como sea, lo lamentarás.

▌│█║▌║▌║ AQUELLO QUE PERDIMOS ║▌║▌║█│▌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora