𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 15 - 𝒀𝒂 𝒏𝒐 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂

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 —Servicio de mudanzas —Patrick dijo sonriendo y guiñando un ojo con complicidad a la cámara del portero electrónico.

De inmediato, la puerta del edificio se abrió.

En cuestión de minutos, Leon tuvo ante él a dos agentes disfrazados de peones de mudanza que transportaban una enorme y pesada caja. Les hizo pasar y cerró la puerta tras de sí.

—Su nuevo frigorífico ha llegado, caballero —un hombretón alto y corpulento anunció alegremente nada más verlo.

El rubio lo estrechó en un fuerte abrazo, que el hombre devolvió con cariño.

—Gracias por ayudarme, Nate, Patrick —Leon les dijo de todo corazón.

—¿Quién te está ayudando? —Patrick disimuló aún sonriente—. ¿Dónde está el paquete? —preguntó yendo directo al asunto.

—En la cocina. Seguidme —les pidió mostrando cabreo nada más recordar a la mercenaria.

Cuando la morena los vio, les dedicó una mirada fiera, amenazadora y orgullosa.

—¿Esta es la "femme fatale" de las narices? —Nate preguntó despectivo—. Pues un poco fatal sí que debe estar, esposada en esa postura —se burló.

—No la subestiméis. ¿Entendido? —les advirtió frunciendo el ceño.

—No te preocupes, Leon —Patrick lo tranquilizó—. La trasladaremos con las máximas medidas de seguridad, y ya tiene una celda para ella solita esperándola en ADX Florence —le aseguró.

—¿Cómo lo habéis conseguido? —preguntó atónito.

—El presidente Kendall te respalda en la sombra, amigo, que lo sepas —le contó sonriente—. Y más después de lo que hiciste por él hace solo unos días. Su mandato está por terminar y es consciente de que no puede hacer mucho por ti abiertamente, pero te está muy agradecido, como todos nosotros, y no te dejará caer así como así —le aseguró.

—Jamás lo olvidaré —les agradeció conmovido—. Sacadla de aquí cuanto antes, por favor —les pidió.

Sacó su pistola y apuntó a Ada directamente a la cabeza, mientras Nate se encargaba de abrir sus esposas para soltarla de la tubería, y de llevarla a la caja, que no era más que una especie de jaula camuflada. El agente la esposó a los barrotes de la jaula y cerró la caja de nuevo dejando tan sólo una pequeña rendija para que pudiera respirar.

—Qué diría la ONU si nos viera haciendo esto... —Patrick ironizó sonriente.

—Aquí, la ONU está representada por Chris y, como él la vea, echará la jaula al mar para que ella se hunda con esta, os lo puedo asegurar —Leon respondió con una sonrisa torcida—. Os mantendré al tanto de lo que podamos averiguar sobre ese supuesto ataque bioterrorista a esta ciudad —dijo después.

Caminó hasta la enorme caja, se acercó a la rendija y anunció:

—Espero no volver a verte nunca más, mercenaria. Si vuelves a buscarme las cosquillas, no seré tan piadoso.

Un fuerte ruido de las esposas chocando contra los barrotes los alertó de que ella estaba intentando liberarse con rabia, pero sabían que no iba a poder lograrlo. Así que, la ignoraron y los dos agentes se marcharon con la caja tranquilamente.

No pasaron ni un par de segundos antes de que Jill y Chris salieran de su dormitorio. Leon los observó preocupado, y ambos le devolvieron una sonrisa tranquilizadora.

—Hemos escuchado una conversación. ¿Quiénes eran? —el capitán le preguntó inquieto.

—Dos de mis compañeros en quienes podemos confiar; se han llevado a esa maldita serpiente. Owler está controlado, ya. Así que, ella no iba más que a causarnos problemas —opinó con obviedad.

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