𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 13 - 𝑫𝒐𝒔 𝒇𝒐𝒕𝒐𝒈𝒓𝒂𝒇í𝒂𝒔

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—El ataque debe de producirse pronto, el primer acto por la carrera electoral se realizará aquí, en Washington, en una semana, y lo hará, precisamente, con un baño de multitudes de Arthur Sandler —Leon anunció pensativo.

—Hay un modo de averiguar cuándo y dónde será —Ada anunció—: el doctor Owler, investigador principal de los laboratorios propiedad de PharmaGeo, llegará hoy, aquí, para intervenir en una convención.

—Podemos secuestrarlo —Jill propuso pensativa.

—Eso no servirá más que para poner a Robert Sandler en alerta y hacer que cambie de planes; y entonces, no tendremos nada —Chris negó con voz firme.

—Tienes toda la razón —Leon aceptó—. Necesitamos acceder a su teléfono móvil para poder clonarlo sin dejar rastro. Eso nos proporcionará toda la información que necesitamos.

—Yo lo haría, el tipo se muere por las mujeres explosivas —Ada afirmó arrogante—. Pero sabe quién soy y se cerrará en banda nada más verme.

—Pero a mí no me conoce —Claire aseguró de inmediato—. Y a Jill, tampoco. Ella puede encargarse de clonar su teléfono mientras yo lo distraigo.

—Ni de coña —Leon negó autoritario cruzándose de brazos.

—¿Qué pasa, que no estoy lo suficientemente buena, Kennedy? —lo retó a la defensiva.

—Demasiado. Pero ese no es el problema; tu costilla todavía no ha sanado por completo —le recordó mirándola severo.

Enternecida, la pelirroja se sentó sobre las piernas del agente, acarició su barbilla y le dio un beso suave en los labios.

—Ya casi no me duele, cielo —le recordó—. Y no voy a pegarme con él, sólo a seducirlo —añadió sonriente.

Él gruñó molesto por lo bajo, pero finalmente asintió.

—Mierda... Vuestras identidades falsas están preparadas. Precisamente, Jill y tú tenéis unas en las que sois fotógrafa y periodista respectivamente. Podéis usarlas para colaros en esa jodida convención. Chris y yo os cubriremos en todo momento. Y Ada, tú no darás señales de vida, nos ayudarás a través de los micrófonos —ordenó tajante a la morena, quien se encogió de hombros, indiferente.

—Deberíamos tener un cuartel provisional cerca del lugar donde se realizará la convención —Chris opinó mirándolo inquieto.

—Sin problema, ya está todo dispuesto. Mientras la liga se juegue en mi casa, dispondremos de todo lo que necesitemos, y más —les aseguró tranquilamente.

—También es mi casa, tío, y yo no llevo una doble vida —el moreno aseguró mirándolo admirado.

—No aquí. Pero sabes que haces lo mismo que yo. Sólo, que yo me he enfocado en controlar al gobierno de este país, y tú, a tu agencia a nivel internacional —objetó mirándolo con complicidad—. Si tengo que buscarme la vida en Europa, no dudaré en pedirte ayuda —afirmó sonriente.

El capitán lo reconoció, rendido, y sonrió.

—Decidido, entonces. Recogedlo todo: nos mudamos al corazón de la ciudad —Leon afirmó.

Sin embargo, hizo un gesto a Chris para que lo siguiera fuera del apartamento. Ambos caminaron hasta un lugar discreto y apartado de la vista del resto de edificios, hasta que el rubio se paró y se plantó frente a su compañero.

—Intuyes, como yo, que Ada nos la está jugando —dijo severo al moreno.

Chris asintió con la cabeza, en silencio.

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