El grupo se hallaba sentado ante una mesa dispuesto a escuchar lo que Ada tenía que contar.
—Tienes razón, Leon: Arthur Sandler, el hijo del expresidente que ordenó el ataque nuclear a Raccoon, está directamente relacionado con todo este asunto, pero no es a quien buscamos —afirmó mirándolo fijamente.
—Entonces, ¿a quién? —Chris preguntó perdiendo la paciencia.
—A su hermano pequeño: Robert. Él tiene a Arthur en un puño desde que le descubrió un asunto turbio de pornografía y drogas que destrozaría su carrera política de alcanzar la luz —explicó desviando su mirada hacia el capitán—. Ambos forman un tándem perfecto: Robert maneja su farmacéutica consagrada al bioterrorismo y Arthur la blinda legalmente. A lo largo de los años, se ha librado de numerosas condenas por atentados contra la salud pública, malversación, tráfico...
—Un momento: ¿nos estás hablando de PharmaGeo? —el moreno pidió confirmación, atónito.
Ella asintió con la cabeza.
—¿Y qué pintamos nosotros en todo ese asunto? —Leon preguntó suspicaz.
—Vosotros cuatro habéis puesto a esa corporación contra las cuerdas en varias ocasiones, aunque no hayáis conseguido una sentencia firme en su contra. Y yo, simplemente, sé demasiado.
—Ya... demasiado... Y no te importaría poner a disposición de un mejor postor toda esa información —insinuó mordaz.
—Ya me conoces. Los escrúpulos no dan de comer, agente —afirmó sencillamente—. Pero esta vez es un asunto personal. Y hay algo más: es muy probable que se repita la tragedia de Raccoon, esta vez muy cerca de aquí: en Nevada.
—¿Pero esa no es una zona dedicada a la minería de oro? —Claire preguntó sorprendida.
—Vaya con la universitaria; creía que lo único que te sonaría de allí sería Las Vegas. Una mina es una mina, Redfield, y una vez excavada puede servir para ocultar muchas actividades —le hizo notar desdeñosa.
Claire la asesinó con la mirada, pero no se dignó a contraatacar.
—Y hay algo más que ni siquiera yo he podido averiguar. Esta vez se cuece algo gordo, muy gordo —aseguró inquieta.
—¿Tienes miedo, Wong? —Jill preguntó burlona.
—Una cosa es dominar las reglas del juego, y otra muy distinta es romper la baraja: si se rompe, todos perdemos. Robert está loco, como una auténtica regadera, y no tengo claro que quiera dominar el país en la sombra; me cuadra más que quiera destruirlo y reinar sobre un montón de escombros infectados, no sé si me explico. No le importa nada, absolutamente nada, excepto el poder por el propio placer que el control proporciona.
—Al parecer, lo conoces muy bien... —Leon hizo notar desconfiado.
—Todo lo bien que necesito para poder protegerme de él —afirmó con sencillez—. No me interesa que este país se vaya a la mierda, Leon, sería terrible para mis negocios. Además, también a mí ha intentado matarme, y no solo en esta ocasión; ese ha sido su peor error —afirmó con orgullo.
Claire y Jill se miraron con desdén hacia la morena entendiéndose sin palabras. Para ellas, aquella mujer era tan malvada y culpable como aquel a quien intentaba destrozar.
—Por lo que dices, no vamos a poder demostrar nuestra inocencia si no es destapando las maldades de los hermanos Sandler —Chris afirmó pensativo sin dejar de mirarla.
—Así es.
—¿Y por qué nos has hecho venir aquí, y no ir a Nevada?
—Porque allí tienen los laboratorios; pero aquí tienen previsto lanzar un ataque bioterrorista en la propia Washington D.C. Sin vosotros para frustrarlo como habéis hecho con tantos otros en este país, la sociedad entrará en pánico, y de ahí a votar a Arthur como presidente del país, ya que su hermano prometerá poner a su disposición todos los recursos necesarios para la lucha activa contra el bioterrorismo que él mismo provoca sin que nadie más lo sepa, solo habrá un paso.
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▌│█║▌║▌║ AQUELLO QUE PERDIMOS ║▌║▌║█│▌
Fanfiction𝑬𝒍 𝒇𝒖𝒏𝒆𝒓𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒐𝒊𝒓𝒂 𝑩𝒖𝒓𝒕𝒐𝒏 𝒉𝒂𝒄𝒆 𝒗𝒆𝒓 𝒂 𝑱𝒊𝒍𝒍 𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒆 𝒚 𝒂 𝑪𝒍𝒂𝒊𝒓𝒆 𝑹𝒆𝒅𝒇𝒊𝒆𝒍𝒅 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒔𝒖𝒔 𝒗𝒊𝒅𝒂𝒔, 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒂 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒉𝒂𝒏 𝒒𝒖𝒆�...