La pequeña casa donde se habían instalado parecía un auténtico cuartel general: personal transportando diversidad de armas y de equipo se movía por esta de un modo disciplinado, mientras varios ordenadores portátiles trabajaban a pleno rendimiento en la sala de estar, controlados por dos agentes.
Se había conseguido vituallas y todo lo necesario para pasar allí unos cuantos días, y se trataba de un lugar lo suficientemente alejado de la civilización para que el constante movimiento que había en la casa no llamase la atención de nadie.
Había un hombre joven controlando uno de los ordenadores, que Jill no podía dejar de mirar. Era alguien a quien, sorpresivamente, ella no conocía, pero que le causaba una sensación infinitamente familiar. Se acercó a él sin intención de molestarlo, y el rubio, al sentirse observado, giró su cabeza y le sonrió amablemente.
—Perdona, es que... Eres casi clavado a alguien que conocí, y a quien Chris tenía mucho aprecio —la agente afirmó con cierta vergüenza.
—Yo soy el hermano de Piers —él respondió con tranquilidad sin dejar de sonreír—. Él era mi hermano mayor —le informó.
—Dios mío... Lo siento —dijo de inmediato.
—Lo sé.
—¿Cómo es que yo nunca te había visto antes? —quiso saber extrañada.
—Suelo trabajar en una de las sedes europeas de la BSAA. Durante la última misión del capitán en ese continente, yo lo localicé, hablé con él y entablamos una cordial amistad. Necesitaba compartir recuerdos con alguien que hubiese conocido bien a mi hermano, y sabía que él era la persona más indicada.
—Vaya... Para Chris debió ser un golpe muy fuerte conocerte —aventuró pensativa más para sí que para que él la escuchara.
—Lo fue —le aseguró comprensivo—. Y también lo fue para mí. Mi hermano nunca dejaba de hablar de su mentor, de su modelo a seguir: el capitán Redfield, a quien admiraba casi como a un dios. De hecho, cuando él murió, yo entré a formar parte de la BSAA con la intención de conocerlo y de poder trabajar bajo sus órdenes —confesó muy serio.
Jill frunció el ceño, suspicaz.
—No querrás vengarte de él por lo que pasó...
—Oh, no, tranquila, yo no culpo a Chris por la muerte de mi hermano. Él tomó su propia decisión, era adulto y único responsable de sus propias decisiones cuando lo hizo, al igual que yo lo soy de las mías. ¿Y tú eres...?
—Jill Valentine —respondió inquieta.
—¿La agente todoterreno y novia del capitán? He de reconocer que él tiene un gusto exquisito —afirmó sonriente—. Yo soy Taron Nivans; encantado.
Le ofreció la mano con una enorme sonrisa, que ella estrechó con firmeza.
—Bienvenido, Taron —dijo por fin más tranquila.
Pensó que la sonrisa adorable que el agente mostraba en todo momento iba con su personalidad, y le sonrió antes de dejarlo a solas con su trabajo. Aquello era algo que tenía que hablar con Chris, pues era consciente de que la muerte de Piers lo afectó de un modo profundo e irreversible. Quizá tener a Taron allí no le resultaba tan cómodo como él quería creer.
«¿Así que yo soy la novia del capitán?», dijo satisfecha para sí. «Chris ha tardado bien poco en hacerlo saber a todo el mundo». Aquello la hizo sentir más segura y confiada de que su relación con el moreno pudiese triunfar.
Continuó hasta la cocina, donde Claire, Chris, Leon y siete agentes más, estaban ultimando el plan de contingencia.
—Tú combatirás en las alturas —Leon dijo a Claire con una mirada severa.
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▌│█║▌║▌║ AQUELLO QUE PERDIMOS ║▌║▌║█│▌
Fanfic𝑬𝒍 𝒇𝒖𝒏𝒆𝒓𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒐𝒊𝒓𝒂 𝑩𝒖𝒓𝒕𝒐𝒏 𝒉𝒂𝒄𝒆 𝒗𝒆𝒓 𝒂 𝑱𝒊𝒍𝒍 𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒆 𝒚 𝒂 𝑪𝒍𝒂𝒊𝒓𝒆 𝑹𝒆𝒅𝒇𝒊𝒆𝒍𝒅 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒔𝒖𝒔 𝒗𝒊𝒅𝒂𝒔, 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒂 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒉𝒂𝒏 𝒒𝒖𝒆�...