Sara despertó desorientada en una cama de hospital, y hubiese jurado que estaba alucinando, pues Franco Reyes y Gabriela Elizondo se encontraban en la misma habitación y no se estaban peleando, lo cual era extraño de por sí. O a lo mejor sí se estaban diciendo cosas y había quedado sorda. Sí, seguramente eso fue lo que pasó, porque hasta donde ella sabía, su mamá jamás podría guardarse algún comentario en contra de cualquiera de los hermanos Reyes.
Se hubiese apegado a esa versión si no hubiese sido por su hermana Norma quien fue la primera en percatarse que había abierto los ojos.
—Sara, despertaste al fin.
Franco y Gabriela quisieron acercarse al mismo tiempo y por el mismo lado, generando que se chocaran suavemente. Con rapidez, Jimena guió a Franco al lado contrario antes que su mamá pudiera decir algo pesado.
—Hija, ¿qué pasó?
—Amor, ¿cómo te sientes?
Hablaron al mismo tiempo.
Sus miradas se encontraron con intensidad, y Sara solo reaccionó a interrumpir una muy probable pelea preguntando lo primero que se le vino a la mente.
—¿Qué día es hoy? —su voz sonaba ronca por las horas de desuso, y tuvo un repentino deseo de beber agua.
—Jueves. —Lo que significaba que no llevaba muchas horas inconsciente, pues aun era el mismo día y afuera todavía no se veía la noche. Suspiró aliviada—. Sarita, ¿qué te pasó?
—Creo que será mejor que llamemos a la policía.
Sarita esperó a que un oficial llegara al hospital para poner una denuncia y dar su declaración de los hechos para contar la historia completa. A medida que iba relatando, expresiones de sorpresa y preocupación llenaron la habitación. Franco le tenía la mano agarrada desde el momento que Sara despertó, y aunque la rabia y el coraje lo invadieron enormemente al escuchar a Sarita, no la interrumpió en ningún momento. En cambio, besaba sus nudillos cada vez que respondía alguna pregunta del policía, diciéndole sin palabras que estaba ahí para ella.
Estaba impresionado con su valentía, pero no sorprendido. Sabía que Sara era una mujer que daba su opinión sin miedo, y que era capaz de cualquier cosa por proteger a los suyos. Su escape de ese intento de secuestro solo demostraba lo fuerte que era la mujer que amaba. Y aunque sintió miedo al escuchar la historia, miedo de lo que pudo haber pasado, miedo de haberla perdido, su pecho se llenó de orgullo.
—Sara, por favor dime que no fue Fernando quien intentó llevarte—inquirió Norma apenas Sara terminó de relatar todo.
—¿¡Fernando!? —Gabriela casi gritó de la sorpresa. Sabía que sus hijas y su administrador no se llevaban para nada bien, ¿pero de ahí a pensar que podría hacer algo tan grave?
Sarita se apresuró a negar con la cabeza.
—No, no. No fue él, estoy segura. Su voz era totalmente distinta, y además era mucho más alto.
—Señorita Elizondo, ¿estaría de acuerdo con que un dibujante la visite para poder obtener una imagen más clara de su atacante?
—No creo que eso sirva de mucho. La verdad es que no lo vi muy bien. Solo recuerdo que andaba de negro, botas y sombrero vaquero. La cual es una descripción de casi cualquier persona de la zona.
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Un poco más cerca
RomanceSara Elizondo no soportaba a Franco Reyes, o eso estaba ensimismada en creer. La verdad era que no se podía resistir a esos ojos azules que le robaban el sueño, o a esos besos que siempre lograba robarle. Pero jamás admitiría eso ni así misma. Porqu...