Fernando despertó contento. De un momento a otro su fortuna había cambiado y estaba decidido a sacarle el mayor provecho. Hace días había visto a Sarita con Franco, y apenas ayer se enteraba por Gabriela que un hacendado vecino parecía estar interesado en la mayor de las hermanas. La matriarca Elizondo tenía las sospechas que él había sido la cita de Sara, y aunque más equivocada no podía estar, le sugirió a Gabriela organizar una cena con la familia Cabello, a lo cual la mujer estuvo de acuerdo y muy esperanzada. Los celos siempre eran un buen detonante, y por supuesto que él iba usar aquel truco cliché. Pero para que los celos funcionaran, Franco tenía que enterarse que Sara se vería con otro hombre, y Fernando ya sabía a quién entregarle esa misión.
Después de almorzar se disculpó diciendo que tenía que hacer algunos trámites en el pueblo, pero en vez de eso se dirigió al bar Alcalá. Rosario se sorprendió cuando él quiso hablar con ella y no con Armando, y un poco distraída lo recibió.
—Me he enterado que sigues interesada en Franco Reyes.
—Mira, si vienes en nombre de Armando puedes darte media vuelta e irte —dijo la cantante mirándose al espejo para arreglarse el cabello—. Ya le dije que entre Franco y yo no hay nada.
—¿Sabías que Franco y Sara Elizondo están en una relación?
—Querrás decir que tenían una relación, o algo por el estilo. Porque yo ya me ocupé de eso. —Rosario sonrió satisfecha al recordar su breve encuentro con la castaña.
—¿Y quieres decirme cómo? Porque hace apenas unos días los vi muy cariñosos saliendo de un restaurante.
—¿¡Qué!? —Rosario se dio la vuelta de golpe, su pelo revolviéndose una vez más. Fernando sonrió burlón.
—Como lo oyes. Pero tranquila, vine a proponerte un plan.
—¿Y qué sacas tú de todo esto? ¿Acaso estás interesado en esa... mujer?
—Solo interesado en arruinarla.
Y así fue como Fernando consiguió una aliada. El plan era bastante simple en realidad. El día de la cena con Manuel Cabello, Rosario debía ir donde Franco y contarle del evento. Fernando haría lo mismo con Sarita, diciéndole que la cantante se encontraba con el rubio en la hacienda de éste último. Sí, no era mucho. Pero las dudas se construyen de a poco, y este era apenas el primer paso. Además confiaba en la fama de Franco, y que Manuel, si verdaderamente estaba interesado en Sara, hiciera lo suyo.
Esa era otra tarea que tenía Fernando: incentivar al hombre a intentar algo con Sara. Bastarían algunas mentiras para aquello, decir cosas como que ella también se veía interesada en él o algo por el estilo. Ya improvisaría esa noche.
Pero Fernando nunca ha sido bueno planeando a largo plazo, y su plan se le salió de control apenas lo descuidó un poco, y él ni siquiera se dio cuenta.
.
—Pensé que no vendrías hoy —dijo Franco cuando ayudaba a Sarita a bajar del caballo. Se hallaban en su lugar de siempre, las rocas en los terrenos de las Elizondo.
—Se me hizo tarde. No sabes con lo que salió mi mamá ahora —respondió la castaña rodando los ojos—. Una estúpida cena de negocios justamente mañana —contó con un pequeño puchero sin percatarse que hacía ese tierno gesto.
—Ay no. ¿Y tenía otros planes acaso?
—Pues sí —dijo haciéndose la interesante—. Pensaba acompañar a mis hermanas a cierta hacienda.
—Sara, por favor cancela esa cena. ¿Cómo es eso que planeabas ir a mi casa y no me habías dicho nada?
—Quería que fuera sorpresa, pero ya no viene al caso. No puedo cancelar la cena, mi mamá me dijo que era importante que fuera, y la verdad me gustaría estar para saber en qué quiere meterse ahora Fernando. Lo siento, de verdad. Tenía unas ganas de ver al cuñado de mis hermanas, está bien guapo. —Sarita agarró las solapas de la chaqueta del ojiazul, y lo acercó a ella.
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Un poco más cerca
RomanceSara Elizondo no soportaba a Franco Reyes, o eso estaba ensimismada en creer. La verdad era que no se podía resistir a esos ojos azules que le robaban el sueño, o a esos besos que siempre lograba robarle. Pero jamás admitiría eso ni así misma. Porqu...