Capítulo 8. El ahogado.

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Llegamos hasta la orilla del lago Cove y no los encontramos. Seguimos el cauce del río buscando alguna pista, pero no hallamos nada. Además, en aquella oscura noche apenas se veía el suelo que pisabas y a nuestras linternas casi no le quedaban pilas.
Tras la infructuosa búsqueda decidimos regresar al campamento. Aquel hombre podría estar en cualquier sitio. Ahora nosotros éramos su presa y podría acecharnos en cualquier lugar.
Tardamos más de media hora en regresar al campamento. Nos perdimos varias veces, también fueron numerosas las caídas por el camino, los traspiés y las carreras huyendo de alguna sombra amenazadora. Ya, por fin, con innumerables arañazos y heridas, conseguimos llegar.
Nuestra sorpresa fue mayúscula al encontrar sentados junto al fuego a Michael y Anthony medio desnudos y apenas cubiertos por una exigua toalla. Sus ropas empapadas cubrían el gran tronco junto al fuego. Helen, frente a ellos, los miraba fijamente buscando alguna reacción.
-¡Chicos!-les gritó Anne- ¡estáis bien! Os hemos estado buscando por el lago y la orilla del río ¿qué ha pasado?
- Vuestras ropas están empapadas- intervino Josh al acercarse al tronco- os traeré unas mantas.
- Gracias Josh, no hemos querido revolver en vuestras pertenecías-dijo Michael.
- Avivaré el fuego echando más palos-intervino Peter mientras desenfundaba su hacha.
En aquel momento Anne se percató de que Michael tenía una herida en la pierna, aunque la sangre seca parecía haberla taponado. Rápidamente fue a la tienda a por su botiquín y se puso a curarle.
La curiosidad y la incertidumbre me reconcomía por dentro, como supongo que a todos, no podía esperar para saber qué había ocurrido con el hombre que había salido corriendo tras ellos.
Michael, casi sin querer, empezó el relato de su huida.
- Cuando salimos corriendo no sabíamos a dónde ir. Nosotros éramos más rápidos pero él conocía aquel bosque como la palma de su mano. No podíamos separarnos, esa era nuestra única ventaja. Llegamos a la orilla del lago y sólo teníamos dos opciones, nadar hacia la otra orilla o esperarlo allí escondidos. Decidimos escondernos tras unos árboles y aquel fue nuestro gran error.
Aquel hombre parecía oler nuestro miedo o tener visión nocturna. Al principio sólo sentí un pinchazo pero al llevarme la mano al muslo la sentí empapada en sangre. No pude reprimir un grito ahogado al tocar la flecha clavada en mi pierna y en aquel momento creo que me desvanecí. Lo último que vi fue a Anthony corriendo hacia mí...
Anthony continuó el relato inconcluso de Michael.
-Bueno, yo tampoco lo había visto aparecer pero cuando Michael gritó fui hacia él sin darme cuenta de que cargaba su arco para lanzar una nueva flecha. Instintivamente le lancé lo primero que tuve a mano, un tronco que había por allí. Siempre he tenido buena puntería, así que le acerté en toda la cabeza y aquello me dio una oportunidad de anularlo... o eso pensé. Él golpe casi no tuvo efecto en él, por lo que pensé que tenía que alejarlo de Michael y salí huyendo hacia el lago con la esperanza de que me siguiera... pero no lo hizo.
-¡Quería rematarme!-intervino Michael –aunque su olor nauseabundo fue lo que me sacó del desvanecimiento y me salvó la vida. Su ropa parecía sacada de las películas del oeste y su rostro blanquecino se asemejaba al de un cadáver en descomposición. Con un golpe rápido me desembaracé de él y cojeando me dirigí al lago. En ese momento vi a Anthony que empuñaba un enorme palo... yo sería el cebo, era nuestra oportunidad para acabar con aquella pesadilla.
- Golpeó a Michael por la espalda dejándolo inconsciente casi a la orilla del río-continuó Anthony –y arrastraba su cuerpo hacia el lago con la intención de ahogarlo. En aquel momento vi la muerte, es una sensación de derrota y miedo difícil de explicar, pero era algo inevitable, tenía que hacerlo. Me subí a su espalda y sumergí su cabeza en el lago haciendo fuerza con todas las partes de mi cuerpo. Al principio se resistió, pero poco a poco sentí como la vida abandonaba aquel cuerpo.
- Antho me salvó la vida, no una vez, sino dos- dijo Michael emocionado.
-¿Y dónde está?- pregunté todavía incrédula ante aquel espeluznante relato.
-Dejamos su cuerpo en el interior del lago- dijo Anthony –poco a poco se fue hundiendo y el miedo nos paralizó.
-Sabéis que en pocos días saldrá a flote- intervino Anne –debemos marcharnos de aquí inmediatamente.

El extraño caso del hombre ahogado en el lago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora