Capítulo 9. La huida.

23 4 0
                                    

Tras varias horas de discusiones decidimos continuar en el campamento. Era imposible marcharse a aquellas horas. Todavía no había amanecido y nuestros padres se extrañarían de nuestra llegada, empezarían a hacer preguntas y cualquier detalle podría delatarnos. Necesitábamos preparar una buena cuartada. Además, Michael estaba herido, necesitaba recuperarse.
Sentados junto al fuego fuimos diseñando una coartada que nos exonerara de cualquier atisbo de culpa.
- Debemos mantenernos firmes en nuestra versión de los hechos-insistía Anne. –La herida de Michael se produjo al caerse de la bicicleta y clavarse una raíz afilada de sauce.
- Nadie nos ha visto junto a él -puntualicé –No podrán relacionarnos con su muerte. Además, si le hacen la autopsia dirán que murió ahogado.
-Exacto-intervino Anthony. –No tiene ninguna herida, ni nada.
-Pero Josh estuvo pescando con él ¿te vio alguien? –preguntó Michael.
-No que yo sepa. Estuvimos todo el tiempo solos. Además, aquello no duró más de una hora –respondió Josh.
-¿Y el lobo? ¿dónde está?-pregunté.
- Lo hemos escondido entre la maleza –respondió Peter –en unos días, las alimañas borrarán cualquier resto.
Aquello me alivió bastante. Si todos manteníamos nuestra versión no habría ningún problema.
Helen no se separaba de Michael, pero la relación entre ellos se había deteriorado. Ya no se miraban con el entusiasmo de los días anteriores, apenas se tocaban y sus rostros ya no reflejaban la felicidad del amor. Tiempo después supe que el desencadenante de aquella ruptura habían sido los celos enfermizos que Helen tenía de la relación de amistad entre Anthony y Michael.
Como teníamos previsto, al mediodía nos pusimos a recoger las tiendas, preparamos las mochilas y organizamos el regreso a casa. Apagamos la fogata y miramos por última vez hacia aquel lago maldito al que muchos de nosotros no volvería jamás.

El extraño caso del hombre ahogado en el lago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora