Ronald, iba caminando por el bosque mientras pensaba en lo decepcionado que estaba de su madre, nunca se preocupaba por él, o por lo menos no como el quería; siempre había sido de esas madres que deja salir a sus hijos y no le interesaba demasiado la hora a la que regresaba, lo único que tenía que hacer era volver y ya. Increíblemente, pasó el bosque rápidamente y llegó a la carretera, tendría que caminar hasta el pueblo, sería una caminata muy larga y agotadora, pero quizás encontrara algún libro que se pareciera al suyo, eso haría que todo valiera la pena. Mientras bajaba la empinada colina, repasó su lista de objetivos y sospechosos; como sospechosos tenía a Lina, Aisha, Emma y Mariam; su objetivo sería descubrir qué planeaban, adelantárseles y encontrar el tesoro, de cuya existencia no confiaba demasiado. No había pensado aún qué haría con el tesoro, lo ideal sería, en caso de que si existiera, llevarlo a un museo, donde todos pudieran apreciarlo; pero dudaba de que sus compañeras, por lo menos hablando de Astrid y Alice, estuvieran demasiado de acuerdo con esa idea. Minutos después, Ronald, llegó a la ciudad y muchas personas lo miraban con recelo, e incluso, los comerciantes, no le ofrecían productos. Entró a varias librerías e incluso a la biblioteca de la ciudad y no encontró ningún libro que se pareciera al suyo. Ya sin muchas esperanzas entró a una librería, una llamada Bookstore, donde el tendero, un hombre como de setenta y tantos años, le miró con desconfianza.
-Buenas tardes- llamó cortésmente
-Buenas tardes- contestó el otro- ¿ Qué le puedo ofrecer ?
-Quisiera saber si tiene algún libro que hable sobre la familia Robinsonn
-¿ De parte de quién ?
-Ronald Robinsonn, señor
-¿ Por qué tan interesado en ese libro ?- dijo tras vacilar unos instantes- ¿ Cuántos años tienes, muchacho?
-Dieciséis- contestó, sin dejar el tono amable de su voz
-Los chicos de tu edad no suelen pedir esos libros. ¿ Qué te parece si te doy Mujercitas, de Louisa May Alcott?¿o quizás Harry Potter y la piedra Filosofal, de J. K. Rowling?
-Lo lamento, pero quería buscar ese libro, ¿ seguro que no lo tiene ?- el hombre miró fijamente el reloj de Ronald y se volvió a su cara
-Venga conmigo
Ronald siguió a aquel hombre hasta un almacén, un espacio muy abierto con muchos estantes y varias cajas, donde habían, al menos, cien libros, almacenados por catálogos muy específicos. El hombre, cerró la puerta detrás de ellos, rebuscó entre una pila de papeles, y Ronald pensó que no encontraría nada; sorpresa se llevó cuando el hombre sacó de allí un libro, un libro escarlata con un pequeño rubí en cada esquina, la palabra Los Robinsonn escrita en color dorado, y más abajo estaba Por Timothy Thompson, en dorado también.
-Este- se lo extendió- debe ser idéntico al que te encontraste en el sótano de tu casa
-¿ Cómo lo sabe ?
-Muchacho, Ronald, ¿ cierto ?, yo viví esta historia, y también la escribí
-Entonces, eso quiere decir que usted es...
-Timothy Thompson para servirle, su majestad- hizo una pequeña reverencia
-¿ Su majestad ?
-¿ No lo sabes aún ?, ese es el reloj del rey- señaló el reloj de Ronald
-¿ Pero cómo sabe de mi sangre azul ?
-Se lo contaré. Verá, yo tenía, como todos, un padre, Thomas Thompson, pero mi padre era especial; él era el mayordomo de la casa real de la familia Robinsonn, lo era desde que reinaba el rey Ludwin, quien ayudó mucho a mi familia; nos dio un hogar, un empleo y alimento. Yo tenía doce años cuando el rey le otorgó a mi padre el trabajo de crear un libro, un libro que relatara toda la historia de su familia, a partir de ese momento, mi padre escribió y escribió hasta que murió, y me tocó a mí continuar con esta historia
-¿ Conoció alguna vez a Ludwin ?
-Nunca antes de que muriera, todavía no había nacido- dijo con una media sonrisa- pero mi padre me contó muchas historias de él y de cómo ayudó a mi familia, por eso, le debo un favor
-¿ Por qué hay dos libros ?
-De hecho no hay solo dos libros, cuando mi padre murió y yo seguí escribiendo, decidí hacer otros ejemplares en cuanto lo acabara; sabía que con tantas pruebas que habían que pasar para encontrar el tesoro, no tardaría en perder el original- soltó una pequeña carcajada
-¿ Podría llevarme algunos ?
-Solo tengo estos cuatro- le mostró otros tres libros con otros colores, uno verde, uno azul, y uno amarillo- cada uno para cada generación. Llévate todos los que quieras
-Me los llevaré todos- Ronald buscó en sus bolsillos y sacó el rollo de billetes que le había dado su madre- ¿ Cuánto sería ?
-Descuide, no le cobraré, después de todo, prácticamente son suyos
-¿ De verdad no me cobrará ?
-Por supuesto que no, sería un delito cobrarle a alguien de la realeza- su tono de voz se volvió un poco más nostálgico- todo lo que podría pedirte, Ludwin ya me lo dio, a mi y a mi familia. Gracias- dijo esbozando una gran sonrisa
Salieron del espacioso almacén a la parte delantera de la tienda, y Ronald notó que Gabriel, estaba ahí también, parecía gastar el tiempo viendo qué libro podía comprar, pero no mostraba interés en ninguno.
-¡Oh!, que alegría verte por aquí, Ronald- dijo con un entusiasmo forzado
-Lo mismo digo, Gabriel
-Y dime, ¿ qué haces por aquí ?
-Solo quería ver la ciudad, y comprar unos cuantos libros- Gabriel ve los que llevaba en la mano
-¿ Todos con el mismo titulo ?
-¿ Y tú ?¿ Qué haces aquí ?- le evade
-Yo...Buscaba unas historietas
-Pensé que ahora que eres novio de Esmeralda, pasarías más tiempo con ella, la llevarías de viaje, quizás a patinar en el lago, está abierto veinticuatro siete ¿ sabes ?
El semblante de Gabriel cambió totalmente, pasando de ser despreocupado y divertido a un poco serio y tenso.
-De hecho, si lo sé, esta mañana fui con ella a un jardín, antes de que alguien la llamara, por supuesto
-Lamento mucho haber estropeado su cita, de verdad, pero necesitaba la ayuda de Esmeralda
-¿ Y qué era eso tan importante ?
-Cosas familiares
-¿ Y no soy de la familia ahora también ?- dijo con una sonrisa maliciosa
-¿ No buscabas una historieta ?- le evade de nuevo
-Si, es verdad- tensa la mandíbula
- ¿ Quizás puedas ayudarme a buscar ?
-Lo siento, joven- intervino el tendero al fin- no vendo historietas. Si quiere encontrar una, puede seguir calle abajo y encontrará un librería llamada book madness, allí puede encontrarlas
-Muchas gracias- le dirigió una mirada de odio antes de dirigirse hacia Ronald- Entonces, Ronald, ¿ nos vemos luego ?
-Supongo que lo haremos de todos modos
Gabriel, le dedicó una mirada fulminante a Ronald, antes de marcharse.
-¡Que tipo tan irritante!- se queja Ronald
-Y entrometido- aseguró el anciano
-Ya me tengo que ir, señor
-Por favor, llámeme Timothy, o Tim, como le parezca mejor- ambos soltaron una corta carcajada y luego Tim preguntó- Ahora, ¿ a dónde se dirige, su majestad ?
-Me gustaría ir al museo, pero antes tendré que pasar por mi casa a dejar estos libros- dijo luego de sonreír
-Claro que si, el museo, podría encontrar muchas cosas de su familia allí.-Ronald salía del local cuando le dijo- Vuelva cuando quiera y puede contar conmigo con lo que pueda ayudarlo
Con un movimiento de mano, Ronald, se despidió del tendero, y salió a la calle para pedir un taxi.
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Los Robinsonn
AdventureTodo era, es y siempre será un misterio en el legado de Los Robinsonn