Capitulo 1.

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La historia tiene lugar en los condados rurales del Dorset, Inglaterra durante la época victoriana.

Un año después del trágico suceso...

— Ellen despierta es solo una pesadilla—

Me despierto bañada en sudor como todas las noches del último año. Cojo el cubo y salgo hasta el pozo.

Enciendo la chimenea y pongo a calentar el agua, el gallo comienza a cantar, el sol está apareciendo en el horizonte. Me aseo un poco y preparo el desayuno junto a mi prima Jane.

Tocó la puerta y aviso de mi entrada, mi tía Mary está muy enferma, el doctor dijo que apenas si pudiese resistir unos días más.

— Tía, tome su desayuno—

— Gracias pero tengo el estómago cerrado—

— Debe de comer un poco, la boda es en unos días tiene que estar fuerte— respondo y le ayudo a incorporarse en el desgastado camastro.

A duras penas consigo que coma algo, la aseo y cambio su camisón.

Durante el día cuido los animales, limpio la casa y preparo la comida. Jane regresa justo a la hora de comer.

— Qué tal con la señora Woods?—

— Bien ya están listos todos los preparativos para la boda, siento que no puedas asistir ya sabes lo que ellos. piensan de...—

— No te preocupes, yo solo quiero verte feliz junto a Jack—

— Después de la boda le pediré que vengas a vivir con nosotros—

Yo asiento con la cabeza y sonrío levemente, eso es lo último que deseo. No quiero volver a servir a una familia adinerada o aristócrata. Además no me gusta como me mira su prometido.

No quería volver a una vida de esclavitud. Tenía que levantarse a las cuatro para restregar los suelos de piedra de la casa con agua fría y batir la mantequilla hasta que me dolían los brazos. A esas horas tempranas me iluminaba con una vela que iba empujando conforme avanzaba de rodillas por el enlosado. Y eso cuando no eran los de madera, las cicatrices de mis manos y mis brazos me lo recuerdan cada día. Me tenían trabajando sin parar el día entero. Era una norma de estricto cumplimiento que nunca me viera ningún miembro de la familia. Si por algún infortunio me veían, no debía dirigirles la palabra, sino hacerles una reverencia y desaparecer lo antes posible. Que cinismo el de los señores de la casa.

A menudo escuchaba los gritos de mi madre en la oscuridad, después veía como el señor de la casa salía del pequeño dormitorio donde dormía junto a mi madre se colocaba su ropa y subia a las escaleras. Un día mi madre no pudo más y nos fuimos de esa casa, alquilo una habitación en una pensión de mala muerte, que al menos le proporcionaba cierta seguridad.

Ya que eso ocurria con demasiada frecuencia, no a mamá sola sino a muchas sirvientas, creo que me saco de allí para protegerme de él.

Si una joven sirvienta se quedaba embarazada de un miembro de la familia, la culpa recaía directamente sobre ella, no sobre él”. A menudo las expulsaban de las casas viéndose limitadas a trabajar solo en la prostitución. El nunca la echo de la casa, ella era su perdición. Mama nunca me dijo nada pero yo sabía que yo era hija de ese sucio ser que la hacia gritar en las noches.

Ella trataba de protegerme, a menudo me mentía, decía que los golpes de su cara o de su cuerpo eran debidos a su torpeza. Nunca supe lo que pasó en ese dormitorio, nunca supe lo que él le hacía, no entendía el porqué de nuestra mera existencia, sabía que ella tenía familia pero también sabía que ocultaba un terrible secreto. Un secreto que nunca me quiso contar.

Recuerdo como pase dos noches viviendo en las calles de Londres, temiendo por mi vida. A la tercera mañana compre un periódico y un boleto para mi nuevo destino.

Llegue a la casa, una señora muy parecida a mamá abrió la puerta, se veía educada y de buena familia, aunque no debía de poseer mucho dinero ya que no tenía servicio. Le enseñe el medallón y ella se echó a llorar, desde ese día me acogió en su casa como a una hija más, pero solo de puertas para adentro.

Para la sociedad de aquella villa yo solo era una sirvienta. Según ella le había costado mucho conseguir un buen matrimonio para su hija. Su esposo un acaudalado comerciante había perecido en un ataque hacía varios años y casar a su única hija con el hijo de un Lord era una oportunidad inmejorable. Su hija había sido criada para eso o más.

No me importó ser una sirvienta, allí nadie me gritaba, en verdad trabajaba mucho ya que mi tía estaba enferma y mi prima no había sido educada para las tareas del hogar. Aun así me sentía feliz y querida.

Dos días después de la boda de mi prima con el hijo del Lord, la tía Mary falleció, Jane no llego a tiempo para despedir a su madre se hallaba en un viaje por Francia.

Un mes después de la muerte de su madre regreso, se veía tan diferente, no parecía la misma chica que había conocido un año atrás, está nueva Jane era altanera y soberbia.

— Ellen te veo bien, deberías ir recogiendo tus cosas ya que Jack ha pensado en vender esta vieja casa, pero claro antes debemos ir al notario, no sé porque estúpida razón te han citado a ti también—

Cojo mi sombrero y miró mi vestido gris, camino detrás de mí prima, se que no debo ir junto a ella ya que le haría ver mal, nadie debe saber que en realidad somos primas eso sería una vergüenza para alguien de su posición.

Espero unos minutos en la entrada del edificio, cuando considero que ha pasado el tiempo suficiente paso hasta el interior, me siento en la silla que me indica el señor notario y escucho con atención.

Nos hallamos aquí para la lectura del testamento de la señora Mary Stevens...

A mi querida Jane le dejo mis joyas y mi amada colección de libros románticos. Espero que los disfrutes tanto como lo hice yo....

Miró a mi prima y está pone una mueca, por un momento espere que estuviera triste por la muerte de su madre, pero creo que andaba muy equivocada.

A mi sobrina Ellen le dejo la casa que por derecho es suya, ya que nunca fue mía. Mi difunto padre dejó en su testamento como beneficiaria a mi hermana, desgraciadamente fallecida un año atrás. Así que le devuelvo lo que nunca fue mío...

Mi prima en ese justo momento se levanta de la silla echa un basilisco y comienza a gritar.

— Esto no puede ser, como va a ser la casa de una desarrapada, seguro que ella engañó a mi difunta madre—

— Señora, cálmese tengo todos los documentos que lo acreditan, además su madre hizo el testamento hace un año justo cuando la señorita llegó, y si eso aún no la tranquiliza también dispongo del testamento de su abuelo...—

— Tú y yo no somos familia, recuérdalo. Quédate con esa maldita casa, total no creo que valga más de unas pocas libras— dice amargamente.

Firmo los papeles que me indica el señor, bueno más bien hago un trazo con la pluma como el me indica ya que no se escribir ni leer. Y salgo a la calle.

Comienzo a escuchar una discusión, me acerco un poco pero no demasiado para ser descubierta. Mi prima habla con su marido. Este parece disgustado con ella por haber perdido la propiedad, le propina una bofetada y le dice buena para nada.

Ella le dice algo de que conseguirá el dinero para pagar su deuda, y el le responde que claro que lo hará. Los veo marcharse y alejarse en un carruaje.





Dueña de mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora