Epílogo

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Veinticinco años después...

Con cincuenta y cinco años cumplidos me hayo embarcada en la creo que es la aventura más grande de toda mi vida.

He pasado los mejores veinte años de mi vida al lado de William, junto a él hemos visto convertirse en toda una mujer a Hope y ver crecer a William junior.

Hace tan solo cinco años que la enfermedad se llevó a William de mi lado, al menos pudo ver a Hope casada y por amor. La única pena que puede afligirme es que no llego a ver a ninguno de sus nietos pero se que fue inmensamente feliz a mi lado y al de sus hijos. El se encargó de repetirmelo todos y cada uno de los días de su vida.

Mi hijo sigue los pasos de su padre y es médico, también ostenta el título de su abuelo. Hope será la próxima Duquesa y será mucho mejor de lo que lo he sido yo. De eso estoy segura y no es que yo lo haya hecho mal pero ella tiene unos valores y corazón mucho más grande que el mío.

El día que cumplió dieciocho años le entregué la carta de Thomas, tenía derecho a tenerla y hacer lo que quisiera o creyera necesario. Ella ya tenía un padre pero quiso conocer al que le dio la vida.

Hablo con William primero, y este le dio su aprobación por lo que empezó a cartearse con Thomas.

Yo había leído la mía muchos años atrás y ya hacia mucho que lo había perdonado. Gracias a él pude compartir mi vida con William y en eso siempre le estaría agradecida.

Cuatro años después de la muerte de mi esposo, escuché decir a Hope que en un futuro próximo viajaría junto a su esposo e hijos a America, quería que por una vez en su vida el supiera lo que era una familia de verdad. El no había vuelto a casarse y Hope decía que no entendia el porque, si era un hombre apuesto y con una buena posición social.

Yo si lo sabía, el me lo había escrito en un su carta, una vez conoció el amor y lo perdió, nunca más volvería a buscarlo se quedaría con el grabado en su memoria.

Podría decir que me alegré de la desgraciada de la que a una vez llame madre y la trate como tal. Pero no fue así, a la partida de Thomas enloqueció no pudo soportar su abandono, murió en soledad, una soledad que ella misma eligió. No se si alguna vez se arrepintió de sus maldades pero yo la perdone. Con mi ayuda no murió en la calle sino en un convento con unas comodidades que no merecía pero que aún así costee. Ella nunca lo supo, murió en la ignorancia de que la mujer que le había arrebatado al hombre que más quería le había permitido vivir sus últimos días en paz.

Ella nunca me perdono el abandono de Thomas me culpó a mi de su marcha, cuando yo poco tuve que ver en su desgracia, lo único de lo que yo fui culpable era de haber conocido a William y ser feliz.

Su esposa pronto dilapidó la pequeña fortuna que le dejo, una vez gasto el último de sus peniques aprovechó su belleza y juventud para acercarse a hombres casados que mantuvieran su nivel de vida. Pero la edad pasa por todos y ella también envejeció, quedándose sola y ejerciendo el trabajo más antiguo para poder sobrevivir.

En una de las visitas de Hope a mi casa está me ofreció la posibilidad de escribirle una carta a Thomas y que el supiese que lo había perdonado. Al principio dudé pero al final decidí que también era bueno para él.

A partir de esa carta vinieron muchas más y durante un año, volvimos a entablar una amistad.

Cuando me ofreció la oportunidad de visitar América no lo pensé, mis hijos eran adultos y tenían sus propias vidas, durante cinco años había guardado luto a mi esposo era hora de volver a vivir.

Después de quince días en alta mar el barco por fin llegó a puerto. Baje del barco y me quedé parada, frente a mí se hallaba Thomas sonriendo. Los años habían pasado por el, al igual que por mi, ya no éramos aquellos jóvenes que se conocieron en un baile. Hebras blancas surcaban su pelo y alguna que otra arruga marcaba su cara. Aún así seguía siendo un hombre muy atractivo.

Me acerqué a él y nos fundimos en un cálido abrazo. No se si mi futuro y los últimos años de mi vida pasarían junto a él, el tiempo había pasado y nos había vuelto a reencontrar. Sin rencores ni terceras personas para mal meter. Mi futuro no estaba escrito, lo único seguro de mi vida es yo soy la única dueña de mi destino.


Nota: puedes o no estar feliz con el final que di, la vida da muchas vueltas y a mí no me gusta guardar rencor. Solo decirte a ti que has estado ahí desde el primer capítulo que gracias. Gracias por seguir a mi lado y por compartir tan bonita historia o al menos para mí lo es. He terminado la novela antes de lo que creía, pero llega un momento en que ya he tocado todos los palos y no me gusta que algo que para mí es bonito se convierta en aburrido.

Queda un capítulo más, lo tengo a medias de escribir por lo que lo subiré mañana.

Un besito y ya os contaré en el próximo capítulo novedades y más cositas

Dueña de mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora